Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa
La (no) separación de Isabel Preysler y Vargas Llosa
Podemos afirmar que no están separados y que el escritor peruano ya duerme desde ayer jueves 30 de junio en la casa de Isabel
El miércoles saltan las alarmas. La revista Semana anuncia en su portada, y ya estaban tardando porque lo seguían desde hace días, un cisma: Isabel y Vargas Llosa viven separados. Y así leído el titular, es verdad porque Mario está pasando unos días en su piso del centro de la capital, pero nada raro porque lo hace de vez en cuando. Lo que ya da pie a que la cosa puede significar una ruptura, un abandono del hogar familiar por parte del Nobel, son las aclaraciones posteriores que se dan al titular y las deducciones de ruptura que comienzan a propagarse al ritmo de la pólvora y ahí Semana no entra.
Aunque las estadísticas reflejen que las parejas pasan por su primera crisis a los ocho años, Preysler y Vargas Llosa llevan siete, ellos no tienen, de momento, intención de formar parte de las curvas de crecimiento.
No parece que la agencia de fotógrafos que inmortaliza al escritor saliendo y entrando de su piso, se acercase a preguntarle si estaba separado, ya se veía que Isabel no le acompañaba, pero de ahí a romperles la unión, sí que había una pregunta en el aire antes de que todo el mundo se lanzase en paracaídas a disolver la pareja. Tampoco parece que llamasen a Preysler porque lógicamente se lo habría negado. Semana publica fotos de una guardia fotográfica que le hacen durante unos días al escritor y eso es una realidad. En esos días, ella vive en su chalé y él en su piso.
Dado el revuelo que se monta al interpretar el titular, nada más sencillo que preguntar a los protagonistas y así despejar «la crisis». Y en El Debate podemos afirmar y afirmo que no, no están separados y que el escritor peruano ya duerme desde ayer jueves 30 de junio en la casa de Isabel. Según salían las delegaciones de la OTAN de Madrid, Mario regresaba con Isabel.
Mario Vargas Llosa, en casa de Isabel
El miércoles ambos se vieron desbordados por llamadas de amigos y hasta de familiares, sus teléfonos se bloquearon. Veinticuatro horas más tarde llegan las explicaciones con ánimo de aclarar y cortar con un rumor desagradable que les someten a una persecución cansina.
Ellos ya tienen callo en estas lides y un manual de primeros auxilios muy experimentado. Isabel sabe que hay que dejar en reposo estos «percances» que, aunque molestos, no son nuevos para ambos. Entre los dos llevan cuatro matrimonios fallidos, de ahí que hayan decidido no pasar por capilla «porque así estamos bien, no necesitamos casarnos. Mario me lo ha pedido varias veces y yo lo entiendo por sus creencias pero estamos bien así» me ha contestado varias veces la propia Isabel. Pasadas las primeras 24 horas de observación, ambos aclaran que no están separados.
Cierto que Isabel acaba de acudir a una boda en Portugal, acompañada por su amiga Carmen Martínez Bordiu y no por Mario. También es cierto que Vargas Llosa de vez en cuando, y no ahora como algo excepcional, pasa días en su piso. Por ejemplo, cuando viene alguno de sus hijos con sus nietos o cuando tiene mucho jaleo de compromisos o simplemente le apetece hacer sus rutinas de madrugar, pasear, comprar los periódicos, escribir y acostarse pronto. En ese enorme piso en el centro de Madrid, tiene parte de su biblioteca y un despacho atendido por su secretaria.
Y a día de hoy, Mario sigue invitado y confirmado en la boda del sobrino de Isabel, Alvaro Castillejo, que se celebra el próximo nueve de julio. Preysler es la madrina y Mario sabe la importancia que tiene para su pareja ese enlace. Así que le veremos en la fiesta que celebrarán el día ocho y en la ceremonia al día siguiente. Pero antes de esa fecha, es muy probable que les veamos acudir al estreno de la ópera Nabuco en el Teatro Real de Madrid, el próximo martes cinco de julio. Y si luego, el Pisuerga pasa por Valladolid, pues ya se verá.
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