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14 de mayo de 2024

Padre Angel

El centro ubicado en el barrio de Lavapiés, funciona como guardería, comedor, centro lúdico y hasta punto de encuentro familiarGTRES

Gente

Moro acude a la llamada del padre Ángel

Cincuenta y cuatro niños se benefician del acuerdo que el Robin Hood asturiano, el padre Ángel, acaba de firmar con el dueño de las bodegas Cepa 21, José Moro.

No es una novedad que el bodeguero de Ribera del Duero, acuda a la llamada de ayuda del creador de la Fundación Mensajeros de la Paz. En esta ocasión, el sacerdote necesitaba costear los gastos que supone tener abierto un centro para acoger a los niños que sus padres no pueden atender mientras trabajan o buscan empleo. Hace sesenta años, el sacerdote asturiano, Ángel García, puso en marcha Mensajeros de la Paz.
Este hombre que predica con el ejemplo, es un moderno Robin Hood, se acerca a los ricos para que costeen sus demandas sociales y por ello es diana de algunas críticas porque sale mucho en las revistas en las notas de sociedad codeándose con Isabel Preysler, Raphael o Mariló Montero. Como si a él el mundo del canapé le interesase más allá de ser un lugar donde encuentra a la gente que le puede costear sus proyectos sociales.
«Esta vez yo soy uno de esos señores del puro, aunque no fume, y lo hago encantado», me cuenta Moro con sorna. Y no es la primera vez «llevo décadas ayudando al padre Ángel en las múltiples actividades sociales que tiene en marcha». Por ello, vuelve a colaborar con Mensajeros de la Paz, una histórica ONG fundada hace 60 años por el sacerdote asturiano Ángel García. En esta ocasión, las bodegas Cepa 21 colaboran en la financiación de «La Casita» en Madrid.
El centro ubicado en el barrio de Lavapiés, funciona como guardería, comedor, centro lúdico y hasta punto de encuentro familiar. Permite la conciliación a familias en situaciones de vulnerabilidad, madres sobre todo.
Cuando en las páginas de Estilo de Vida de El Debate, hace unas semanas describía lo que hay detrás de un vino excepcional como Malabrigo de bodega Cepa 21, no mencionaba la acción social que es importantísima en una empresa con alma. Este tipo de acciones solidarias suma para que el resultado final sea completo.
«Apoyar la causa de Mensajeros de la Paz es algo muy importante no solo a nivel personal, sino también para todo mi equipo. Como empresa, tenemos la obligación moral de apoyar a los colectivos que más necesidades tienen en la sociedad, y este proyecto que pone el foco en las familias que no pueden atender a sus hijos porque tienen que trabajar para darles un buen futuro, nos parece excepcional. Nos sentimos conmovidos por el cariño y la apuesta de excelencia de este proyecto que no solo es asistencial, sino también educativo. La Casita crea una red de apoyo, cariño y autoestima para los niños, pero también con una solidez pedagógica que les ayuda a desarrollar lo mejor de sí mismos. El cuidado de la infancia y la inclusión en el mercado laboral de muchas mujeres que, por su condición de madres, tienen mucho más complicado acceder a un empleo, merecen todo nuestro apoyo y van a tenerlo».
Actualmente el centro acoge a 54 menores entre 0 y 12 años. Consigue ofrecer a las familias redes de apoyo mutuo, pero también crea un entorno de confianza y seguridad para que los niños desarrollen relaciones afectivas, habilidades de diálogo y comunicación, adquieran hábitos saludables de higiene y desarrollen su psicomotricidad, su imaginación y creatividad a través del juego simbólico y la expresión artística y plástica. En La Casita, los niños mayores adquieren hábitos de estudio para ser más autónomos.
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