La Reina Isabel II recibe a la primera ministra Liz Truss, en el castillo de Balmoral el 6 de septiembre de 2022
La foto premonitoria de Isabel II y Liz Truss en Balmoral
La reina más longeva de Reino Unido falleció 48 horas después de encargar formar Gobierno a la primera ministra más breve, que ha durado 44 días en el cargo
Con 70 años y 214 días de impecable servicio a su país, Isabel II hizo historia firmando el reinado más largo del Reino Unido. Su última aparición pública se registró el 6 de septiembre, en el castillo de Balmoral, para recibir a la nueva primera ministra Liz Truss, que ha durado en el cargo 44 días. La Reina rompía con la tradición de encomendar la formación de nuevo Gobierno en el palacio de Buckingham, como hizo con los 14 premiers anteriores. Tanto el saliente Boris Johnson como Truss viajaron a las Tierras Altas escocesas, ante los agravados problemas de salud de Isabel II. Hay que recordar que la petición de formar Gobierno es la única prerrogativa que el monarca no puede delegar en el heredero.
La imagen en la que las dos mujeres bautizadas como Isabel estrechan la mano, con una media sonrisa dibujada en sus rostros, pasará a la historia por fundir los dos récords de la reina más longeva junto a la premier más breve, que efectivamente pereció antes que una lechuga iceberg de Tesco.
En ese encuentro entre Truss e Isabel II algunos cronistas británicos atisbaron la frialdad y falta de empatía entre ambas. Tras su victoria en las primarias del Partido Conservador, la primera ministra quiso presentarse como una versión renovada de Margaret Thatcher, por quien la Reina nunca sintió especial predilección llegando a hacerle esperar más de 15 minutos antes de sus audiencias semanales. La monarca consideraba que Thatcher dividía a la nación, también llegó a empatizar con las esposas de los mineros y sobre todo, desaprobaba su enfoque sobre el apartheid en Sudáfrica.
La Reina Isabel II y Margaret Thatcher, en mayo de 2009, en el palacio de Buckingham
Carlos III y Truss tampoco parecían destinados a congeniar. Su fugaz relación se reflejó en la prensa británica como tirante e incómoda. El 13 de octubre, en su primera audiencia semanal en Buckingham, al Rey se le escapó un extraño murmullo: «Así que has vuelto otra vez, oh querida». Una broma que no entendió nadie, pero que hizo poca gracias a la primera ministra. Tampoco ayudó que Truss le prohibiera asistir a la cumbre del clima en Egipto el próximo noviembre, conociendo la cruzada verde del hijo de Isabel II durante su larga etapa como heredero.
Desde 2016, el Reino Unido encadena cinco primeros ministros en seis años; David Cameron, Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y el sustituto de esta. Truss bate el récord del primer ministro más fugaz de la historia, hasta ahora ostentado por el premier conservador George Canning, quien permaneció en el cargo 119 días antes de fallecer por una neumonía en 1827.
Con la muerte de Isabel II y el ascenso al trono de Carlos III, Truss se convierte además en la primera premier del Reino Unido desde Winston Churchill en servir bajo dos monarcas. El primer mandato de Churchill, junto a Jorge VI, se extendió desde 1940 a 1945. El segundo, de 1951 a 1955, lideró el país con el mismo Rey hasta su muerte en 1952 y luego con su hija Isabel II.
Bandazos ideológicos
El ascenso de Liz Truss, de 47 años, nunca infundió demasiada confianza. Una política que ha ido dando tumbos en el espectro ideológico en busca de su mayor gloria. La ex primera ministra se crio en una familia de profesores de izquierdas, presentándose en su etapa de estudiante como una liberal demócrata, que promulgaba el fin de la monarquía y apoyaba la legalización del cannabis. Al terminar sus estudios en Oxford, se compró el disfraz de conservadora que acabó interiorizando y repentinamente, encontró luz en los gobiernos de Margaret Thatcher, a la que acabó encumbrando como su máximo referente.
Truss siguió dando bandazos durante su última etapa, en la que conservó seis puestos de rango ministerial con tres primeros ministros diferentes. Cuando gobernaba Cameron mostró su cara más liberal y a favor de la Unión Europea. Cuando se puso sobre la mesa el referéndum del Brexit sacó a relucir su cara más eurófoba, remando luego hacia la orilla de May y finalmente, siendo de las pocas que respaldó a Johnson hasta sus últimos días.
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