Víctor Manuel de Saboya y Marina Doria, junto a su hijo Filiberto y la mujer de este, Clotilde Courau
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La familia de Víctor Manuel de Saboya, el Rey sin trono acusado de asesinato, corrupción y proxenetismo
El Príncipe exiliado, como se le conocía, será enterrado hoy en la Basílica de Superga en Turín
Víctor Manuel de Saboya fallecía el pasado 3 de febrero a los 86 años en Ginebra (Suiza) acompañado de sus familiares y seres queridos. Su último adiós se llevará a cabo a las tres de la tarde del sábado en la Basílica de Superga, un templo que Víctor Amadeo II de Saboya mandó edificar en las inmediaciones de Turín en honor a la Virgen de Gracia.
Pocas horas después de su muerte, era su hijo, el Príncipe Emanuele Filiberto, quien se mostraba compungido por la muerte de este ´Rey sin trono´ asegurando que se «llora a los muertos, pero hay que ocuparse de los muertos, de mi madre, porque ha perdido a su amor, al hombre de su vida».
A los 20 años, Marina Doria se dio a conocer a nivel internacional al consagrarse como campeona mundial del esquí acuático. Poco después, en 1957, repitió el título demostrando su protagonismo y su permanencia en la alta competición. Fue precisamente en un club de dicho deporte donde conoció al entonces príncipe, que también practicaba esta disciplina aunque no destacase tanto como ella.
Su amor surgió casi de manera inmediata, aunque su relación fue rechazada por el Rey Humberto II debido a que ella no tenía sangre real en las venas. Nunca cambió de opinión. Pasaron 14 años juntos como pareja y nunca consiguieron su consentimiento. Llegado este punto, se cansaron de las reticencias paternas y decidieron contraer matrimonio igualmente dos veces: la primera en 1970 en Las Vegas y, un año después, en una ceremonia religiosa que tuvo lugar en Teherán (Irán) y contó con un hermetismo absoluto. Apenas 20 personas acudieron a ser testigos de cómo oficializaban su amor.
Hasta el día de su muerte, la pareja llevaba más de 60 años de relación, formando uno de los matrimonios más singulares de la realeza, siempre como monarcas no reinantes y con sus nombres vinculados al exceso y el escándalo. Ni siquiera cuando formó su hogar con su mujer y su único hijo, Filiberto, dejó atrás su turbia existencia y sus enfrentamientos con la justicia.
Pese a superar las bodas de oro, el Rey Humberto II nunca aprobó su relación
De carácter bastante violento, llegó a armar una pelea durante una cena privada que los entonces Príncipes Felipe y Letizia ofrecieron a un reducido grupo de invitados reales y aristócratas. Víctor Manuel terminó propinando un puñetazo a su primo Amadeo de Aosta ante la indignación general y con quien se disputaba el no reconocido título de heredero de Italia.
Sin embargo, su principal escándalo siempre estará relacionado con una noche de 1978 en la isla de Cavallo, en Córcega. Cerca de la residencia veraniega del Príncipe exiliado, un grupo de jóvenes se quedaron a pasar la noche en un par de barcos en la costa.
Cuando Víctor Manuel descubrió que habían usado un bote suyo sin su permiso, acudió con un rifle para enfrentarse con los jóvenes y disparó en la oscuridad. Como resultado de su impertinencia, el turista alemán Dirk Hamer terminó herido. Tenía 19 años y una bala en su femoral. Tras varias operaciones y la amputación de una de sus piernas, falleció.
Filiberto de Saboya lleva una vida alejada de los escándalos que protagonizó su padre
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Aunque no tenía corona, sí tenía influencias para evitar ser condenado por ello. Trece años después de lo ocurrido, el príncipe fue juzgado en un tribunal francés, que terminó exculpado de homicidio involuntario y sentenciado únicamente a seis meses por no tener licencia para portar armas. El escándalo engordó aún más cuando, tiempo después, mientras el príncipe se encontraba en prisión por otros motivos fue grabado con cámara oculta jactándose de haber burlado al tribunal parisino.
En aquel momento se encontraba condenado en el marco de una operación contra la corrupción y la explotación de prostitutas en las que estuvieron involucrados miembros de la aristocracia europea y empresarios, dentro de una organización de juegos de azar conectada con la Mafia siciliana. El Príncipe de Nápoles volvió a ser absuelto aunque, al cabo de unos meses, volvió a escandalizar al país cuando reclamó a la República italiana una indemnización de 260 millones de euros en compensación por los supuestos «daños morales» sufridos durante el largo exilio.
Al fallecer su padre en 1983, emprendió una larga campaña para pedir al Gobierno italiano que le permitiera regresar al país transalpino, ya que la Constitución republicana prohibía expresamente que la familia real pisara ese territorio.
Vittoria, hija de Filiberto, es ahora la gran heredera del imperio Saboya
No lo consiguió hasta finales del 2002, cuando, acompañado de su esposa y de su único hijo Manuel Filiberto aterrizaron en Roma para jurar la Constitución republicana y visitar en el Vaticano al Papa Juan Pablo II, al que agradecieron su mediación con el Gobierno italiano para que permitiera este histórico regreso. Atrás dejaron propiedades en Ginebra, Córcega o París y todos los grandes tesoros, muebles y joyas familiares guardados durante toda una vida en ellas que se estima que alcanzan los 1,5 millones de euros.
Es una incógnita quién la recibirá, aunque los destinatarios serían Filiberto de Saboya y su hija Vittoria, por quien renunció al trono hace un año. «Con gran placer, renunciaré y dejaré que ella asuma el papel, que estoy seguro de que lo hará mejor que yo. No será mañana ni dentro de un año, sino cuando esté lista. Es importante que la generación más joven tenga la oportunidad de poner en práctica ideas nuevas y modernas», comunicó en su día a The Telegraph.
Vittoria de Saboya es nieta del actual jefe de la Casa Real, aunque más allá de su parentesco con la realeza, es conocida en la red por ser una modelo coronada como 'la princesa influencer'. La joven, a sus 20 años, cuenta con más de 80 mil seguidores en Instagram y vive en París. Además de estudiar en la capital francesa, forma parte de la agencia Karin Models.
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