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28 de marzo de 2024

Panorámica de Ceuta desde el mirador de Isabel II

Panorámica de Ceuta desde el mirador de Isabel IIMario Sanchez Bueno

La indiscutible soberanía española de Ceuta y Melilla

Pedro Sánchez ha afirmado este jueves que «Ceuta y Melilla son España», después de que el PP le haya exigido que diese respuesta a Marruecos, que en un escrito a la ONU sostiene que no cuenta con «fronteras terrestres con España» y que Melilla «sigue siendo un presidio ocupado»

En la época en que Ceuta y Melilla pasaron a ser españolas, el concepto de soberanía no era el mismo que ahora por la sencilla razón de que el Estado Nación no estaba configurado y la soberanía nacional no existía. Los señores soberanos determinaban la extensión de sus territorios según el dominio que tenían sobre ellos, cambiante, objeto de pactos y transmisiones, sujetos a conquistas y pérdidas militares. El estrecho, en la etapa anterior a la islamización no era una frontera, hubo continuidad en la época romana y en la visigoda. En el norte africano convivían bereberes con bárbaros y población hispano-romana. El conde don Julián es un personaje misterioso del que no se sabe a qué grupo de población pertenecía o, incluso, si era un funcionario bizantino.
La islamización de Ceuta tuvo lugar alrededor del 708 y la de la península comenzó en el 711. Es lógico que la reconquista no reconociese el mar como frontera y tendiese a recuperar territorios norteafricanos. Melilla también había sido romanizada, adquirida violentamente por los vándalos y conquistada por Abderramán II que la incluyó en el califato de Córdoba. El comandante Estopiñán la tomó para la casa de Medina Sidonia en 1497.
Ceuta es conquistada –o reconquistada– por los portugueses en 1415. La conquista era un modo valido en la época de adquirir soberanía. Sin conquistas no podría explicarse la extensión actual de Marruecos. Pasó a ser española en tiempos de Felipe II, al unirse los dos reinos peninsulares, pero siguió española en 1640 al volver a separarse. En esos momentos, la posesión de una ciudad comprendía la del campo exterior, pero sin determinar la extensión ya que dependía del momento o de la utilidad. Era una zona de influencia, vital, aunque sometida a ataques y defensas. Ese hinterland o campo exterior de las dos ciudades quedó delimitado definitivamente en 1860, en el tratado de Paz de Wad Ras, tras la Guerra de África, y ha llegado hasta ahora. En esa fecha ya se podía hablar de Estado-Nación en Europa y Marruecos se configuraba como una unidad política imperial, bajo un sultán que se reconocía como soberano en todo el territorio aunque su poder no fuera igual en todo el país. Ceuta y Melilla quedaron como ciudades españolas en territorio africano rodeadas por Marruecos. Hay que sumar los peñones de Alhucemas, Vélez de la Gomera, las islas Chafarinas y la situación de statu quo sin resolver del islote de Perejil. Y quedó sin determinar la noción de mar territorial porque tampoco era un concepto de la época.

La ONU nunca los consideró como territorios a descolonizar y ya en 1960, en las resoluciones 1514 y 1541, dejó a las dos ciudades fuera de los territorios coloniales

A partir de la descolonización de África y el final del Protectorado marroquí en 1956 se reavivó la polémica acerca de la españolidad de las ciudades. El sueño de Gran Magreb de Allal el Fasi impregnó la política marroquí a través el Istiqlal y se convirtió en idea nacional que consideraba a Ceuta y Melilla como territorio marroquí ocupado por España. Sin embargo, la ONU nunca los consideró como territorios a descolonizar y ya en 1960, en las resoluciones 1514 y 1541, dejó a las dos ciudades fuera de los territorios coloniales. Triunfa la tesis hispana de que la soberanía fue reconocida por Marruecos en varios tratados a lo largo de la historia. Nunca Marruecos ha conseguido una declaración internacional que avale sus pretensiones, aunque la reivindicación será constante.
El problema teórico estriba en determinar si el estrecho es la frontera natural entre Estados. Es decir, si la contigüidad territorial es requisito esencial para configurar las fronteras nacionales o no. Los defensores de la españolidad entienden que no porque hay razones históricas, culturales y étnicas en su momento. Es la postura tradicional de defensa de la españolidad y recogida en libros por autores como Leria Ortiz de Saracho. De tal forma que se Estados Unidos no tiene que renunciar a Alaska o Francia a la isla de reunión, España tiene derecho a conservar los territorios africanos que, por otra parte, están muy próximos.
Sin embargo hay autores contrarios a este argumento. Ya en la transición el Partido Comunista de Carrillo abogaba por la entrega de las ciudades a Marruecos; eso sí, cuando el país africano tuviera un régimen democrático. Historiadores importantes como Ángel Viñas también abogaban por esa solución. Y algunos autores como Enrique Carabaza y Máximo de Santos en su libro Ceuta y Melilla. Las últimas colonias (1993) optan sin ambages por considerar las ciudades como enclaves coloniales, posesión fruto de la conquista con exclusión de sus legítimos habitantes y, en consecuencia, necesitadas de un proceso de descolonización.

¿Existe un pacto secreto?

Hoy las dos ciudades están integradas en España constitucionalmente y gozan de un régimen de autonomía, forman parte de la Unión Europea y no están regidas por derecho un especial, que era lo propio de las colonias. No hay debate nacional sobre la soberanía y se acepta su españolidad. Aunque sean objeto de reivindicación periódica de Marruecos, normalmente coincidente con crisis internas como lo sucedido recientemente con la llegada masiva de menores.
Dionisio García Flórez publicó en 1999 Ceuta y Melilla. Cuestión de Estado. El título es la tesis. Marruecos ha pasado de querer internacionalizar la cuestión con poco éxito a una relación de bilateralidad para tratar con España la cuestión hasta una política de cooperación que es la que más frutos dio. El tema es llevado con secreto por los diferentes gobiernos españoles, no transciende de lo tratado con Marruecos sobre las ciudades. A partir de 1985 se otorgó la nacionalidad española de manera masiva a los marroquíes que habitaban la ciudad o la frontera próxima. La falta de interés en la opinión pública hace pensar en que, llegado el momento, no habría voluntad de defenderla. Estos argumentos han hecho crecer entre los españoles la idea de que hay algún tipo de pacto secreto sobre el futuro de Ceuta, Melilla y los peñones que no se ha hecho público. En todo caso, un gesto de abandono por parte de España se podría entender como una gran debilidad con consecuencias mayores.
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