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29 de marzo de 2024

Milicianos republicanos fusilando presos nacionales (Guerra Civil 1936-39)

Milicianos republicanos fusilando presos nacionales (Guerra Civil 1936-39)

Guerra Civil

El secuestro y asesinato del magistrado José María Olalde por ir en contra de los republicanos

El 18 de marzo de 1937 se informaba de la desaparición del magistrado y tres de sus hermanos. Más tarde se supo que fueron asesinados. El pecado de José María Olalde era no haber accedido a las pretensiones de los anarquistas

José María de Olalde de Satrústegui nació en Barcelona en 1870. Estudió derecho. Ya como magistrado pasó una temporada en los juzgados de Barcelona y Granollers. En 1924 fue nombrado magistrado de la Audiencia de Pamplona. En 1931 fue presidente de esa Audiencia. En 1935 ejerció interinamente el cargo de gobernador civil de Navarra. Ese año era presidente de la Sección Segunda de la Sala Segunda de la Audiencia de Barcelona.

El caso del padre Constantino

Durante la Guerra Civil continuó en su cargo. Su última actuación como magistrado fue la instrucción por el suicidio de Constancio González López. Era profesor en el centro que los maristas tienen en Malgrat de Mar. Al estallar la Guerra Civil varios de ellos fueron asesinados por su condición de sacerdotes. Sobre el padre Constancio nada se sabía. Algunas fuentes apuntaban que había sido asesinado a principios de agosto de 1936 en Arenys de Mar. Otras fuentes vinculaban su muerte a la ciudad de Barcelona. Si era razonable la primera tesis, pues algunos maristas fueron asesinados en esta población, tampoco se podía descartar el nombre de Barcelona.
Ahora se sabe que consiguió huir de Malgrat de Mar antes de que las patrullas fueran a buscarlo. Desconocemos cuál fue su periplo antes de llegar a Barcelona. Al llegar allí se instaló en la Pensión Cisneros, situada en la calle Aribau número 54. Había nacido en Burgos y tenía 38 años. Nada se sabe de él durante este periodo hasta llegar al 6 de octubre de 1936. Aquel día alguien denunció al juez su muerte como suicidio.
El proceso terminó el 4 de febrero de 1937 y finalizó porque el denunciante solicitó el sobreseimiento provisional del juicio. Esto no tendría la menor importancia si no fuera porque aún estaba vivo. Alguien quiso exculpar a los verdugos antes de cometer el crimen.
El padre Constancio aún vivo fue llevado a urgencias del Clínico. En la ficha 166-B puede leerse: «Herida contusa en región occipital. Cavidad peritoneal con abundante hemorragia. Fractura de columna vertebral en su región dorsal; fractura de la pelvis a nivel del pubis; fractura del esternón a nivel del cuerpo del mismo. Diagnóstico: shock traumático. Causa: Precipitación». No superó las heridas y murió en el Clínico el mismo 6 de octubre. El certificado de defunción, firmado por el juez Gassiot, autoriza que su cuerpo fuera enterrado en el cementerio de Montjuïch el 10 de octubre.
Alguien de la pensión lo delató. Una patrulla de control fue a su habitación y lo precipitó al vacío. Lo suicidaron. Para limpiarse las manos de aquel asesinato alguien denunció, antes de que sucediera, su suicidio. El caso quedaría sobreseído y nadie sería juzgado.
Según consta en el sumario, José María de Olalde se negó a cerrar la causa y pidió nuevas diligencias. Al parecer no se creía que el padre Constancio se hubiera suicidado. Tal y como puede leerse: «Se revoca el auto de terminación del sumario y devuélvase este al Juez instructor para que proceda a la práctica de las diligencias interesadas». Esto sucedía el 17 de diciembre de 1936. Con fecha 24 de febrero de 1937 se concluyó el sumario aunque «sin que a pesar de las diligencias sumariales practicadas se haya justificado debidamente la perpetuación del delito que dio origen a la incoación del presente sumario».
Aquella decisión no satisfizo a los anarquistas que por aquel entonces gobernaban la represión en Cataluña. Ellos querían que se cerrara el proceso afirmando que el padre Constancio se había suicidado. Se quería proteger a los autores del asesinato. Olalde debió conocer este fin de los anarquistas y no quiso acceder a sus pretensiones. Por eso tomaron acciones contra él.

«La desaparición del magistrado»

El 18 de marzo de 1937 La Vanguardia, bajo el titular La desaparición de un magistrado, tres familiares suyos y una muchacha, publicaba la siguiente nota:
«Por la Comisaria general de Orden público, ha sido enviado al Juzgado de guardia el atestado de la Policía, incoado con motivo de la desaparición de su domicilio el día cuatro del actual, a las ocho de la noche, del magistrado de esta Audiencia Territorial. José María Olalde de Satrústegui, sus hermanos Fernando y Enrique, su primo, del que sólo se sabe que se llama Francisco, y una criada que prestaba sus servicios en el domicilio del primero, llamada Josefa Santamaría García. Según parece, dichas personas fueron detenidas en el domicilio del magistrado mencionado por cinco individuos que iban en un coche que llevaba la bandera republicana y un cartel que decía Policía. Dichos individuos enseñaron al practicar las detenciones unos carnets que llevaban un sello de la Generalidad de Cataluña y la inscripción Investigación, ignorándose hasta el momento el paradero de las personas secuestradas. El Juzgado de guardia como primera providencia ha ordenado la busca y captura de los falsos policías que practicaron aquellas detenciones».
Esta es la última reseña en la cual aparece el nombre de José María de Olalde y sus familiares. A los cinco individuos con toda probabilidad nunca se les buscó porque sabían quiénes eran. Pertenecían a la patrulla de control que tenía su sede instalada en la checa de San Elías, bajo las órdenes de Aurelio Fernández. Eran los dueños de la calle y nadie se atrevía a señalarlos o practicar detenciones. ¿Qué le ocurrió a José María de Olalde?
Aquel mismo día 4 de marzo de 1937, sin pasar por ningún centro de detención fue conducido al cementerio de Montcada i Reixach. En el coche lo acompañaban sus hermanos Federico, Enrique y Fernando. No era un primo el que secuestraron sino un hermano. También iba allí Josefa Santamaría García. Todos ellos fueron asesinados aquel mismo día. La culpa de José María Olalde era no haber accedido a las pretensiones de los anarquistas. La de sus hermanos pertenecer a la familia Olalde-Satrústegui. Y la de Josefa Santamaría ser la criada de esos señores. Este es uno de los muchos ejemplos de cómo actuaba la justicia anarquista.
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