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19 de abril de 2024

Hitler viendo a los soldados alemanes marchar hacia Polonia en septiembre de 1939

Hitler viendo a los soldados alemanes marchar hacia Polonia en septiembre de 1939Bundesarchiv / Wikimedia Commons

La mentira propagandística de Adolf Hitler con la que comenzó la Segunda Guerra Mundial

Con un discurso ante el Reichstag, Adolf Hitler anunciaba la invasión a Polonia alegando el ataque previo del país en territorio alemán

«El Estado de Polonia ha rechazado el establecimiento de relaciones pacíficas, como yo he deseado, y ha apelado a las armas», mentía y sentenciaba Adolf Hitler el 1 de septiembre de 1939. «Los alemanes en Polonia son sacados de sus hogares y perseguidos con un terror sangriento. Una serie de violaciones de la frontera, intolerables para una gran potencia, prueban que Polonia, a la larga, no respetará las fronteras del Reich», continuaba el canciller alemán alentando el sentimiento nacionalista de los alemanes.
«Con el fin de poner fin a su locura, no tengo otra alternativa que responder fuerza con fuerza desde ahora. El ejército alemán deberá combatir por el honor y los derechos vitales de Alemania con una ardua determinación», justificaba. Y terminaba haciendo un llamamiento a cada soldado para luchar siendo consciente de que estaba siendo «el representante de la gran Alemania nacionalsocialista».
El día previo a este discurso, otra estratagema tenía lugar en la emisora de radio Gleiwitz: seis soldados de las SS, fingiendo ser alborotadores, interrumpieron la emisión disparando al aire, reduciendo a los tres empleados y a un policía mientras blasfemaban contra el füherer y el Tercer Reich. Siguiendo esta obra teatral, uno de los soldados volvió a conectar un micrófono para lanzar consignas patrióticas y antialemanas en polaco. Acto seguido se pudo escuchar: «¡Atención! Esto es Gleiwitz. La emisora está en manos polacas». Pero la actuación no terminó aquí. Para dar más credibilidad al supuesto ataque polaco los soldados alemanes llevaron hasta el lugar a un nacionalista polaco, Franz Honiok, un agricultor que había sido arrestado días antes por haber participado en una revuelta. Vestido con el uniforme polaco –previamente robado– lo asesinaron y dejaron su cadáver a la vista de todos. Sin dejar ningún cabo suelto, fotografiaron el cadáver de Honiok en la sala de retransmisión para luego publicarla en todas las portadas de los periódicos.
Hitler obtenía de esta manera su anhelado casus belli y finalmente el 1 de septiembre soldados alemanes avanzaron en dirección Polonia atravesando diferentes puntos fronterizos. En las primeras horas de la mañana, las tropas alemanas abrieron fuego en la ciudad de Danzing, en el Mar Báltico. Pocas horas después, atacaron cerca del pueblo polaco de Mokra. Más tarde ese día, los alemanes atacaron las fronteras occidental, meridional y septentrional de Polonia, y los aviones alemanes comenzaron incursiones en las ciudades polacas.
Estos fueron los primeros pasos de la guerra contra Polonia que Hitler llevaba tiempo buscando. En cuestión de días, Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania. Las demás tensiones que Europa estaba soportando no tardarían estallar. Comenzaba así la Segunda Guerra Mundial que desde septiembre de 1939 se iría extendiendo enfrentando nuevamente a dos bloques (los países del Eje y los Aliados) hasta agosto de 1945.
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