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20 de abril de 2024

Los independentistas celebran la Diada cada uno por su lado

Los independentistas celebran la Diada cada uno por su ladoGTRES

Desmontando los mitos sobre el 11 de septiembre de 1714

La historia de Cataluña tenía que ser mitológica y superior a todas las demás. Y no les importó inventarse hechos fuera de tiempo

El movimiento cultural, surgido en Cataluña, a mediados del siglo XIX conocido como Renaixença se dedicó a tergiversar la realidad y convertirla en fantástica. La historia de Cataluña tenía que ser mitológica y superior a todas las demás. Y no les importó inventarse hechos fuera de tiempo. Por ejemplo, Wilfredo el Belloso inventó la bandera cuatribarrada catalana al pedirle a Carlos el Calvo un escudo de armas. Carlos el Calvo murió 20 años antes que Wilfredo el Belloso y los escudos de armas se empezaron a utilizar 300 años después. Como vemos, no tenían miedo al ridículo.

Tres hechos que nunca ocurrieron

Lo mismo ocurrió con el 11 de septiembre del 1714. Aquí se inventaron una serie de hechos que nunca ocurrieron. En concreto hablaremos de tres. Se explica que desde el 1714 Cataluña es una país invadido por España, pues antes era independiente de Cataluña. Que la guerra de Sucesión en realidad fue una guerra de secesión. Que fue invadida y que se luchó por la libertad y los derechos que tenían. Todo mentira. Cataluña nunca fue invadida, ni era un país independiente, ni lucharon por unos derechos. Rafael de Casanova y todos los que se enfrentaron a las tropas del duque de Berwick lo hicieron para defender al archiduque Carlos de Austria frente a Felipe de Borbón. Los catalanes no querían al Rey francés. Casanova es claro en el bando dado a conocer ese día…
«Hay que confiar en que todos, como verdaderos hijos de la patria amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de con honor, derramar gloriosamente su sangre por su Rey, su honor, por la patria y por la libertad de toda España».

Cataluña nunca fue invadida, ni era un país independiente ni lucharon por unos derechos

El segundo esta vinculado con el Fossar de les Moreres. Desde tiempo inmemorial este descampado adyacente a la Iglesia de Santa María del Mar fue un cementerio. Cada iglesia de Barcelona tenía su propio cementerio y este era uno más de los que había en la ciudad. Se enterraba ahí a los vecinos de la zona. Dio la casualidad de que es uno de los últimos baluartes que estuvieron en pie. Al ser conquistado, los soldados fallecidos fueron enterrados en aquel cementerio, por ser el más cercano.
Hasta aquí todo normal. El problema vino cuando Frederic Soler «Pitarra» escribió un poema titulado Fossar de les Moreres que empieza así: «Al fossar de les moreres no s’hi enterra cap traïdor; fins perdent nostres banderes serà l’urna de l’honor». (En el Fossar de les Moreres no se entierra ningún traidor; hasta perdiendo nuestras banderas será la urna del honor).
Desde entonces se conmemora que en aquel lugar no hay ningún traidor a Cataluña, olvidándose que muchos otros catalanes, desde antes del 1714, estaban ahí enterrados y, quizás, alguno de ellos no tuvo una vida ejemplar. Ahora bien, prefieren creer una mentira que conocer la verdad.
La tercera está relacionada con el final de aquella guerra. El 11 de septiembre se conmemora la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas al mando del duque de Berwick. El Parlament aprobó la Ley 12/1980 por la cual se instauraba la Fiesta Nacional de Catalunya la jornada del 11 de septiembre. Debemos preguntarnos: ¿cayó o capituló Barcelona? ¿Realmente fue ese día?

Barcelona capituló, no cayó

Al mediodía del 11 de septiembre de 1714 la situación era muy complicada. Rafael de Casanova y Antonio de Villarroel estaban heridos. Había muertos y heridos por todas partes. La Junta de los 24 decidió reunirse. Antes llegaron noticias. El coronel Pablo Tohar, desde el sector de San Agustín, había batido tambor, siguiendo las órdenes de Villarroel, solicitando parlamentar con el ejército borbónico. Fue escuchado por Berwick y éste decretó un alto el fuego hasta las cinco de la tarde. Sin saberlo frustró el ataque final a la ciudad. En los alrededores de las murallas había 12.000 hombres de refresco esperando una señal para dar el golpe definitivo. Gracias a Pablo Tohar éste nunca se produjo.

La Junta de los 24 supo que Villarroel deseaba que la ciudad se rindiera antes del anochecer o quedaría devastada

La tregua finalizaría a las 17 horas. Se tenía que llegar a una solución. ¿Qué ocurrió? La Junta de los 24 supo que Villarroel deseaba que la ciudad se rindiera antes del anochecer o quedaría devastada. Todos concluyeron que la capitulación, en esos momentos, era la salida más honrosa.
Berwick sabía que el final estaba cerca, que si decidía dar la orden de ataque, la ciudad caería en minutos. También era conocedor de que muchas personas inocentes fallecerían, por eso anunció que el alto el fuego se mantendría hasta la medianoche. El ministro Verneda les comentó a los Tres Comunes que el Emperador Carlos le ofrecería a Felipe V la entrega del reino de Mallorca e Ibiza, siempre y cuando Cataluña y Mallorca conservaran sus fueros, privilegios, costumbres e inmunidades como antaño. Aquello levantó unos muy decaídos ánimos.
A las 18 horas salieron hacia el campo francés el general Jacinto Oliver, Mariano Duran, el coronel Juan Francisco Ferrer y Martin de Zubiria. Aquellos hombres comentaron cuáles eran sus condiciones para capitular. Repitieron las palabras de Verneda. Berwick no aceptó. ¿Por qué? El final de la guerra se había pactado en el Congreso de Badem. Esto no se había puesto encima de la mesa. Es más, el pacto se había firmado el 7 de septiembre. Berwick, conocedor de todo esto, no quiso negociar. Eso sí, fue indulgente y les comentó que, si capitulaban, respetaría la vida y la libertad de los sitiados. Amplió la tregua hasta las 12 del mediodía del 12 de septiembre.
Finalmente Barcelona capituló –no cayó– a las 15 horas del 12 de septiembre de 1714. En el último segundo exigieron a Berwick que en el documento de capitulación no se pusiera la frase «rendidas a discreción». Aceptó para no humillar más a la ciudad. Con lo cual, Barcelona no cayó heroicamente y, siendo sinceros, el 11 de septiembre de 1714 se vivió un eterno alto el fuego. La capitulación fue al día siguiente, pero esto a algunos no les importa. La Grandeur por encima de cualquier vulgar realidad.
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