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23 de abril de 2024

Otón II, Emperador del Sacro Imperio

Otón II, Emperador del Sacro Imperio

Picotazos de historia

La batalla de Stilo o cuando Otón II fue en 'taparrabos'

Desesperaba por verse libre de sus perseguidores cuando divisó una nave que pasaba cerca de la costa. Abandonó caballo, espada, ropas y se lanzó al agua, nadando con fuertes brazadas hasta la nave

Los árabes Kalbidas fueron una dinastía musulmana que rigió el emirato de Sicilia entre los años 948 al 1053 d. C. Aunque nombrados por el Califato Fatimita (909 – 1171), de facto actuaron como un emirato independiente. El tercer emir de la dinastía Kalbida, Abul Qasim Alí ibn al Hassan al Kalbi, inició en el año 976 una política basada en expediciones de acoso y saqueo de la posesiones bizantinas en el sur de la península italiana. Durante los siguientes años atacará la Calabria y la Apulia prácticamente a placer, saqueando y arrasando Gravina, Otranto, Taranto, Cosenza y Messina.
Guerrero del periodo fatimí / kálida Sicilia, siglo XI

Guerrero del periodo fatimí / kálida Sicilia, siglo XI

Otón II, Emperador del Sacro Romano Germánico Imperio, tras haberse consolidado como fuerza hegemónica en la mitad norte de la península, buscó hacer lo mismo entre los príncipes lombardos del sur y frenar las pretensiones expansionistas del catapanato bizantino de Calabria y Apulia. Con este propósito movilizó a su ejército para hacer frente a la amenaza que suponía las incursiones musulmanas.
A principios del mes de julio del año 982, Otón al frente de su ejército, entró en la Calabria (en la zona de la puntera de la bota italiana) buscando sorprender al ejército del emir. Otón estableció su cuartel y centro de aprovisionamiento en la ciudad portuaria de Rossano cuando, al poco, fue informado de que las tropas musulmanas, sabedoras de la presencia del poderoso enemigo, habían iniciado una retirada hacía Messina. Dejando a su esposa, bagajes y bastimentos en Rossano, partió al frente de la fuerza de caballería con idea de cortar la retirada del emir de Sicilia. Este se dio cuenta de que no podía escapar de una fuerza montada por lo que se decidió a dar batalla junto al cabo Colonna, al sur de Crotona.
Otto huye del lugar de la batalla. De Illustrierte Weltgeschichte für das Volk, Otto von Corvin et al, III.489

Otto huye del lugar de la batalla. De Illustrierte Weltgeschichte für das Volk, Otto von Corvin et al, III.489

La batalla fue violenta. Al principio la caballería pesada alemana se hundió profundamente en el centro del ejército musulmán, alcanzando la posición que ocupaba Abul Qasim y su guardia. Tras una desesperada lucha cayó el emir, pero lejos de darle la victoria a Otón esta acción significó su derrota. La guardia del emir resistió a pesar de la muerte de su señor, mientras una fuerza de caballería que había permanecido cuidadosamente oculta, atacó la retaguardia del ejercito cristiano, envolviendo a la caballería imperial.

Contraataque musulmán

Fueron destrozados. Murieron unos veinte condes alemanes, gran cantidad de nobles menores de Alemania, el norte de Italia y de los principados lombardos. Murió el príncipe de Benevento (Landulfo IV), el margrave de Merseburgo, el obispo de Augsburgo, el abad de Fulda... Otón tuvo que emprender la huida a uña de caballo para salvar la vida. Uno a uno, el menguado séquito que le acompañaba se retrasó o se sacrificó para que su señor ganara algo de tiempo y distancia del enemigo que les acosaba. Cuando Otón alcanzó la costa estaba sólo. Atrás había dejado hasta las piezas de su armadura para aligerar a su montura de peso innecesario. Desesperaba por verse libre de sus perseguidores cuando divisó una nave que pasaba cerca de la costa. Les hizo señas con su capa. Abandonó caballo, espada, ropas y se lanzó al agua, nadando con fuertes brazadas hasta la nave.

Otón calló sobre su identidad, era una presa muy golosa y podía ser vendido por un alto precio a cualquier príncipe para que exigiera su rescate

Los del barco eran comerciantes griegos camino del puerto de Roma. Otón calló sobre su identidad, era una presa muy golosa y podía ser vendido por un alto precio a cualquier príncipe para que exigiera su rescate. Para los comerciantes estaba claro que el mocetón –bien comido, formado y con buena dentadura– era un noble pero no sospecharon de la identidad del inesperado huésped. Continuaron la navegación junto a la costa y al pasar frente a Rossano Otón no dudo un momento: saltó por la borda y nadó hasta el puerto.
Jamás un Emperador hizo una entrada más humilde en ciudad alguna: empapado, descalzo y vistiendo solo el taparrabos. Pero debió estar encantado de hacerlo. Al año siguiente moriría en Roma debido a la malaria, contaba apenas veintiocho años de edad.
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