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Pedro Carlos González Cuevas en su visita a la redacción de El Debate

Pedro Carlos González Cuevas en su visita a la redacción de El DebateEl Debate

Entrevista al autor del libro Historia de la derecha española

Pedro Carlos González Cuevas: «En España no hay extrema derecha»

El autor considera que lo que en realidad existe es una «derecha identitaria, una derecha que surge de los nuevos problemas planteados por la globalización y la inmigración»

Es profesor de Historia de las Ideas Políticas y de Historia del Pensamiento Español en la Uned, habiéndose concentrado en la derecha y conservadurismo españoles, sobre los que escribió una primera obra hace 23 años, periodo, dice, «en el que han ocurrido cosas extraordinarias, como la caída del Partido Popular (PP)». Esa y otras razones le han impulsado a ampliar hoy la edición original.

–La derecha española ha tenido históricamente las mentes más brillantes. Pero los partidos menos estructurados llegan del Partido de Popular (PP).

–No. Ha habido partido de masas. El primer partido de más de la historia de España es la Confederación Española de Derechas Autónomas, la Ceda, en la Segunda República.

–El PSOE es partido de masas desde 1879.

–El Partido Socialista se cristaliza como partido de masas con la dictadura de Primo de Rivera. Y no consigue representación parlamentaria hasta 1910.

–Cristaliza mucho antes que la derecha, en todo caso.

–Sí, pero la derecha estaba en el poder.

–Una oportunidad ideal para consolidar un partido de masas.

–No, porque es cuando se ve uno en peligro. Hay que tener en cuenta que siempre la mentalidad conservadora. Lo analizó bien el sociólogo Karl Mannheim.

–La mentalidad conservadora…

–Considera que la realidad no forma parte de la construcción histórica, sino que la realidad es una cosa natural. Pero cuando surgen las fuerzas que cuestionan toda esa realidad en la que ellos están insertos, reacciona y quiere encauzar la cuestión.

–¿Se debe también a una mala interpretación o comprensión de lo que significó el movimiento obrero?

–En el caso español, es evidente que sí, porque aquí la derecha no consigue, teniendo las influencias que tiene, entender y fracasa totalmente en la cuestión del proletariado industrial.

–Porque después de las huelgas de 1917 surge una oportunidad ideal de pacto entre la derecha y el movimiento obrero y volver a empezar sobre bases nuevas.

–El tema es el siguiente: 1917 es una fecha muy grave. Es cuando empieza la Revolución rusa y todo lo que significa, porque el triunfo bolchevique, que en Rusia significa una ruptura, es decir, con el movimiento obrero; en otros países se podía pasar, pero con los bolcheviques, no.

–¿Y en España?

–En España hay un problema estructural, que es la escasa influencia y desarrollo del socialismo que, insisto, no llega a tener un representante hasta 1910. Luego, está el anarquismo: hay que tener en cuenta siempre que el movimiento obrero en España se divide en dos. Uno es el socialismo, que es muy ambiguo en muchas cosas porque no ha llegado al poder. Tiene resabios revolucionarios: se ve claramente en la segunda República.

–¿El anarquismo?

–Es un fenómeno que solamente se da en España. Un movimiento de masas como el anarcosindicalista, con un millón de afiliados de la CNT, no existe en ningún país europeo.

–Y que padece una represión brutal por parte del Estado liberal del anarquismo. En Cataluña, por ejemplo.

–En Cataluña y en otros sitios. El problema es que es un movimiento –todo eso hay que contextualizarlo– que en nuestra mentalidad actual a lo mejor nos parece absurdo. Pero es que en 1917 o 1918 es una situación muy grave porque triunfan los bolchevique, pierde la guerra Alemania y caen muchas monarquías, empezando por el Imperio austrohúngaro.

Pedro Carlos González Cuevas, autor de “Historia de la derecha española”

Pedro Carlos González Cuevas, autor de «Historia de la derecha española»El Debate

–Centrándonos en España, da la casualidad de que no faltaban políticos de derechas con sensibilidad social. Un ejemplo es Eduardo Dato.

–Sí, puede haber una sensibilidad que es social, pero eso tiene que también hacerse con una movilización política. Dato es un hombre que tiene visión de lo que es el Estado y consciente de que deben hacerse ciertas reformas, pero es un hombre inmovilista en lo político.

–¿Había una solución?

–La única solución hubiera sido que sectores como el maurismo y el catolicismo social, como se intentó con el Partido Social Popular, hubieran hecho un partido de masas, si no democristiano, sí socialcatólico. Pero el problema de Dato es que no quiso romper con la política de notables. Entonces el golpe.

–José María Gil Robles sí que quiso hacerlo en cierta manera.

–Gil Robles, sí. Es el primer líder carismático de la derecha española. Es el primer líder de masas que tiene la derecha española y Acción Popular es el primer partido de masas. Creo, incluso, que más numeroso que el PSOE. Pero bueno, a la par. Tienen un programa social y saben movilizar a las masas. Lo que pasa es que luego hay muchos aspectos que no se cumplen, como pasó cuando Jiménez Fernández fue ministro de Agricultura.

Portada del libro Historia de la derecha española

Portada del libro Historia de la derecha española

–Después llega el franquismo. ¿Conviven en su seno varias tendencias de la derecha? La democristiana con Martín Artajo, la liberal con Areilza, la conservadora con Fernández de la Mora y la falangista con Girón.

–Sí. Es la peculiaridad del franquismo. En teoría hay un partido único y algunos dicen que es que es un régimen fascista, pero el partido único es una veleidad de los falangistas. Ni el propio Franco creyó en él.

–¿No cree?

–Tiene el ejemplo que le da Mussolini: cuando cae, que es el propio Partido Fascista quien le derroca en julio de 1943. Por lo tanto, no quiere saber nada de un partido. El modelo de dictadura que tiene Franco no es el fascista. Él ha leído a los regeneracionistas, Joaquín Costa o Altamira y se ve como un dictador tutelar. Es un dictador que ve a la sociedad enferma y él es la figura paternalista que «da» al hijo díscolo. Pero el régimen no quiere absorber a las diversas tendencias de la derecha española que van a seguir existiendo. Hay una derecha social católica que sigue ahí, el carlismo sigue ahí, el falangismo sigue ahí y las tendencias tecnocráticas están ahí.

–¿Qué hace Franco?

–Arbitrar. Esa es la tendencia de una forma tutelar. Pero el Movimiento es una cosa en la que Franco en realidad nunca creyó.

–Desde la muerte de Franco, la derecha ha alcanzado en repetidas ocasiones la mayoría política parasitaria. Pero no la mayoría sociológica o cultural.

–Sí, bueno, pero eso es por muchas razones.

–¿Es grave?

–Es que tiene un hándicap, además, que son los nacionalismos periféricos. Eso es una de las cosas que joroban a la derecha no va a poder tener nunca hegemonía ni en el País Vasco ni en Cataluña. Incluso es grave que estén surgiendo tendencias particularistas en otras regiones. De ahí pues evidentemente se llega a un hándicap en la vertiente cultural.

–¿Es la única explicación?

–Yo matizaría: también se ha abandonado la lucha cultural. Y ya que estamos en un diario católico diría que la crisis intelectual de la derecha española proviene sobre todo del Concilio Vaticano II: antes del Concilio, la derecha, prácticamente toda, ha bebido de las fuentes católicas. Pero a partir de 1965, evidentemente, ya no puede ser así, porque se admite el pluralismo.

–En todo caso, a día de hoy, la derecha española es cada vez menos confesional y en su libro habla de dos derechas la del PP y la de Vox. Y hay dos Vox.

–Vox se debate entre el liberalismo conservador y la derecha identitaria. Coexisten la corriente liberal conservadora representada por Iván Espinosa de los Monteros y Francisco José Contreras, que es el pensador por excelencia.

–¿La otra corriente?

–No es extrema derecha. Otra de las cosas que había que hablar es que en España no hay extrema derecha en realidad, porque hay que entender por ese concepto los partidos que propugnan la abolición del pluralismo social y político. Y eso en Vox no existe en absoluto.

–¿Qué habría, entonces?

–Hay lo que yo llamo derecha identitaria, una derecha que surge de los nuevos problemas planteados por la globalización y la inmigración, que defiende la recuperación de la soberanía estatal y lo que promueve es una Europa que no sea federal, sino de Estados.

–¿Podrán convivir los dos Vox mucho tiempo bajo la misma bandera?

–Creo que sí. En varios partidos europeos ocurre eso: en Italia, que es el mayor éxito. Distinto es el fenómeno en Francia. Pero Vox no ha querido meterse en los sectores de Le Pen, sino que están los sectores más de tipo polaco y húngaro.

–Volviendo a Vox.

–Las informaciones que me que llegan es que el sector identitario está hegemonizando al liberal conservador. Pero eso puede cambiar, por aquello de los equilibrios de la política concreta.

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