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27 de julio de 2024

El río Pisuerga, a su paso por Valladolid, fue escenario en 1602 de las pruebas de inmersión prolongada de un buzo ideado por Jerónimo de Ayanz

El río Pisuerga, a su paso por Valladolid, fue escenario en 1602 de las pruebas de inmersión prolongada de un buzo ideado por Jerónimo de AyanzEFE

España anticipó en más de dos siglos el buzo con un prototipo testado en el río Pisuerga

El Museo de la Ciencia de Valladolid acoge hasta el 28 de enero de 2024 una exposición titulada Homenaje al buzo del Pisuegra

El 2 de agosto de 1602 sucedió en Valladolid un hecho extraordinario e inmerecidamente olvidado por muchos de sus vecinos: un hombre se revistió con el primer traje de buzo de la historia para sumergirse, durante horas, bajo las aguas del río Pisuerga.

Aunque en Toledo y en Lisboa ya se habían producido algunos intentos de inmersiones con personas dentro de una campana, el invento presentado por Jerónimo de Ayanz ante Felipe III en Valladolid es considerado el precursor del buceo moderno. Además de ser la primera inmersión documentada de larga duración.

De esta manera, el polifacético Ayanz desarrolló y probó delante del mismísimo Rey, un prototipo de traje de buzo que anticipó dos siglos el casco de buceo patentado durante el primer tercio del siglo XIX por Charles Anthony Deane.

Ahora, una réplica de este artefacto a tamaño real gracias al diseño previo realizado en 3D, puede contemplarse hasta el 28 de enero en el Museo de la Ciencia de Valladolid como recuerdo y homenaje a este acontecimiento histórico y escasamente conocido, pero plenamente documentado en el Archivo General de Simancas.

A través de los escritos que custodia el Archivo podemos conocer todos los detalles de este ingenioso artilugio. El equipo de buceo que diseñó el Da Vinci español era un traje de piel de vacuno con dos conductos que permitían la entrada y la salida de aire, un sistema que daba solución a las deficientes «campanas de buceo» que no contaban con un método de renovación del aire, lo que limitaba el tiempo que tenía el buzo para sumergirse.

La maquinaria de Ayanz contaba con conductos que partían de una rudimentaria escafandra y se conectaban a un fuelle y válvulas que procurasen la ventilación. De esta manera, el buzo podía permanecer más tiempo sin salir al exterior y, sobre todo, contaba con una libertad de movimiento imprescindible para el rescate de tesoros en el fondo del mar.

Mucho más que un «Da Vinci español»

Nacido en Guenduláin, Navarra, no solo destacó como inventor, sino que también desempeñó labores como ingeniero, científico, militar, gobernador, pintor e incluso compositor.

En el campo militar se abrió puertas con gran éxito hasta su nombramiento como general de Minas del Reino en 1587. A partir de entonces, desempeñaría un papel importante en el desarrollo de una variedad de inventos: presentó al Rey alrededor de 48 patentes, entre ellas, no solo incluyen el primer traje de buzo, sino también un sistema de refrigeración para minas, un prototipo de barco sumergible y una máquina de vapor primitiva.

Retrato de Jerónimo de Ayanz y Beaumont

Retrato de Jerónimo de Ayanz y BeaumontEulogia Merle / Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología

Experimentó en la metalurgia, teorizó sobre sistemas económicos para rebajar los costes de producción, propuso reformas administrativas para potenciar la industria y planteó la creación de escuelas de minerías tras ser nombrado general de las minas del reino.

Por su visión, talento y anticipación en ingenios, aplicaciones y normativas, a Jerónimo Ayanz se le ha llegado a equiparar con Leonardo da Vinci. No obstante, el historiador Nicolás García Tapia ha desechado dicha comparación al considerar al español menos teórico y más realista en sus inventos que, también a diferencia del florentino, siempre patentó e ideó con alguna finalidad práctica.

Un inmerecido olvido

Ayanz inscribió ante el Consejo de Castilla más de medio centenar de invenciones para su protección mediante patentes, al igual que ante el Consejo de Indias para desarrollar en América los prototipos de buceo como consta que hizo en la isla Margarita (Venezuela) para la extracción de perlas , según explica García Tapia en sus estudios.

Uno de los inventos de Jerónimo de Ayanz

Uno de los inventos de Jerónimo de AyanzBiblioteca Nacional de España

El hecho de que todos los inventos figuran en el Archivo de Simancas, aguas abajo del Pisuerga y dentro de una sección inventariada hace no tanto tiempo, explicaría el desconocimiento de los investigadores y parte del olvido que el historiador García Tapia achaca también a la envidia y competencias desleales en una época donde en España las ciencias todavía no habían adelantado «una barbaridad».

A la reivindicación de la figura de Ayanz contribuye ahora el Museo de la Ciencia de Valladolid con su directora, Inés Rodríguez, a la espera del monumento que a este episodio histórico fue proyectado hace meses en Valladolid a instancias de la Asociación de Amigos del Pisuerga. El legado de Jerónimo de Ayanz es un testimonio de su capacidad y creatividad que, desgraciadamente, es en gran media desconocido.

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