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18 de mayo de 2024

Rabin como Primer Ministro con el Presidente de EE.UU. Jimmy Carter en 1977

Rabin como Primer Ministro con el Presidente de EE.UU. Jimmy Carter en 1977

Rabin, el socialista que dimitió por 2.000 dólares que él y su mujer no habían declarado

El entonces primer ministro de Israel aseguró que no se escudaría en la inmunidad parlamentaria

Corría el mes de marzo de 1977 y el general Isaac Rabin, a la sazón primer ministro de Israel y líder del Partido Laborista, se encontraba de visita oficial en Washington, invitado por el nuevo presidente estadounidense, Jimmy Carter. Acudió acompañado de su mujer, Leah. Durante la estancia, una fuente –al final resultó ser un funcionario de la embajada de Israel en Estados Unidos– puso a Dan Margalit, corresponsal del diario Haaretz, en la pista de una suculenta exclusiva: había sorprendido a Leah Rabin sacando dinero de una sucursal de The National Bank of Washington.
El problema estaba en que, en aquella época, los ciudadanos israelíes tenían terminantemente prohibido abrir cuentas bancarias en un país extranjero. Margalit lo sabía, por lo que se presentó en la sucursal en cuestión, alegando en ventanilla que debía dinero al matrimonio Rabin. El empleado asintió y el periodista memorizó los dígitos de la cuenta de marras mientras realizaba el ingreso.
Leah Rabin y su familia se reúnen con Bill y Hillary Clinton, 1998

Leah Rabin y su familia se reúnen con Bill y Hillary Clinton, 1998

El escándalo ya estaba en ciernes. Sin embargo, el periodista esperó al 15 de marzo, cuando los Rabin ya habían vuelto a Israel, para publicar su artículo. El revuelo fue tremendo y ocurrió en el momento más inoportuno: faltaban dos meses para unas elecciones generales que se antojaban complicadas para un Partido Laborista sacudido por varios escándalos de corrupción, entre los que destacaban la condena por soborno de Asher Yadlin, el candidato propuesto por Rabin para el cargo de gobernador del Banco de Israel, y el suicidio de Abraham Ofer, ministro de Vivienda, amigo íntimo de Yadlin y acusado de corrupción en varios artículos de prensa.
Los Rabin agravaron su caso al defender que el saldo de la cuenta era inferior a lo inicialmente publicado, no solo por Haaretz, sino también por otros medios. El saldo real de la ya polémica –por ilegal– cuenta rondaba los 2.000 dólares, que correspondían, principalmente, a lo que quedaba de los honorarios de las conferencias impartidas por Rabin mientras desempeñaba el cargo de embajador de Israel en Estados Unidos, país al que el vencedor de la Guerra de los Seis Días fue destinado por Golda Meir en 1969, al terminar su carrera militar.
Isaac y Leah Rabin permanecieron en Washington cuatro años y tendrían, según lo dispuesto por la legislación, que haber cerrado la cuenta en los seis meses inmediatamente posteriores a su vuelta a Israel. Sin embargo, Leah Rabin siguió utilizando el saldo como «dinero de bolsillo» –expresión utilizada Isaac– durante sus frecuentes viajes, a Washington, la mayoría de carácter privado, a partir de 1973. Como su marido asumió el cargo de primer ministro en 1974, faltó a las reglas de ejemplaridad, tan seguidas por una clase política israelí que, en aquellos años, gozaba de una fama de austeridad.
Ese fue el error político que terminó pasándole factura a Rabin: el 7 de abril de 1977 anunció su renuncia a la jefatura del Gobierno, una vez el fiscal general de Israel, Aron Barak, anunciara la apertura de una investigación judicial de tipo penal sobre Leah Rabin. «No puedo aceptarlo porque considero que la responsabilidad formal es conjunta [una alusión a la titularidad de la cuenta] y, si mi mujer va a ser investigada, no me escudaré en la inmunidad parlamentaria». Es decir, no solo aceptó la responsabilidad legal del escándalo; también la moral. Por supuesto, tampoco inició una cacería contra unos medios que no habían publicado «bulos» o «desinformaciones», sino que se habían ceñido a la veracidad de los hechos.
Al no poder dimitir al frente de un Gobierno en funciones, el mandatario se tomó unos días de descanso hasta la celebración de las elecciones -que perdieron los laboristas-, periodo en el que el ya incombustible Shimon Peres despachó los asuntos corrientes. En el plano judicial, Leah Rabin se declaró culpable de las acusaciones ante el Tribunal de Distrito de Tel Aviv y fue condenada al pago de una multa de 27.000 dólares, a la que se añadió otra, de naturaleza administrativa, impuesta por el Tesoro israelí a un Isaac Rabin que tardó siete años en volver a formar parte de un Gobierno y quince en ocupar de nuevo su jefatura.
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