La reina guerrera que cortó la cabeza de Ciro el Grande, el fundador del Imperio persa
El emperador persa encontró un feroz oponente en Tomiris. Su liderazgo y valentía para defender a su pueblo ante un imperio mucho más grande y organizado revelan el carácter excepcional de esta mujer
La historia de la antigua Persia y las civilizaciones nómadas de Asia Central está marcada por confrontaciones épicas, intriga política y líderes carismáticos que forjaron el devenir de sus pueblos. Entre todos ellos, dos figuras destacan por sus destinos enfrentados: Tomiris, la reina de los masagetas, y Ciro II el Grande, el fundador del Imperio persa Aqueménida. Su historia no solo es un relato de guerra y ambición, sino también de poder, resistencia y tragedia.
Ciro el Grande, el arquitecto del Imperio persa
Ciro II, conocido como Ciro el Grande (circa 600 a.C. - 530 a.C.), es uno de los conquistadores más famosos de la historia antigua, cuya visión de un imperio multinacional y tolerante dejó un legado que perduraría siglos después de su muerte. Nacido en Anshan (en lo que hoy es Irán), Ciro ascendió al trono de los persas después de la caída de los medos, un pueblo que había dominado la región antes de la expansión de los persas.
La estrategia de Ciro no era solo la de una conquista militar sin restricciones; su enfoque era más sofisticado. En lugar de destruir a los pueblos que conquistaba, Ciro integraba sus costumbres, permitiendo a las poblaciones conservar sus tradiciones y sistemas de gobierno. Esta tolerancia le permitió consolidar un vasto imperio que se extendía desde el actual Irán hasta el este de Anatolia, Mesopotamia y el valle del Indo.
El Imperio persa, con Ciro como líder, fue conocido por su exitoso modelo de administración y su respeto por la diversidad cultural. En este punto destaca el famoso «Cilindro de Ciro», escrito en acadio babilonio cuneiforme y considerado por muchos el primer documento fundamental de los derechos humanos en el que se recoge la importancia de la tolerancia, la igualdad racial y el respeto de todas y cada una de las tradiciones. Los judíos, consideran a Ciro su libertador y se le menciona en la Biblia un total de 23 veces.
Sin embargo, no todo en la vida de Ciro fue pacífico. Conquistó a muchos pueblos y, en su camino, se encontró con el feroz reino de los masagetas, una tribu nómada ubicada al norte de la actual Irán, en las estepas de Asia Central.
La reina guerrera de los masagetas
Tomiris (aproximadamente 570 a.C. - 530 a.C.) es una de las figuras de la historia antigua, a menudo eclipsada por la fama de sus contemporáneos. Reina de los masagetas, un pueblo de guerreros nómadas, Tomiris es conocida por su valentía y su astucia estratégica. Bajo su liderazgo, los masagetas se convirtieron en una de las fuerzas más temibles de la región.
Según las crónicas de Heródoto, Tomiris era una mujer decidida y ferozmente protectora de su pueblo. Cuando Ciro el Grande, tras haber consolidado gran parte de su imperio, comenzó a mirar hacia las tierras de los masagetas, Tomiris se convirtió en un obstáculo para sus ambiciones. Ciro, empleando la diplomacia y sus tácticas militares, intentó seducir a la reina para formar una alianza. Sin embargo, Tomiris, consciente de las intenciones de Ciro, se negó a someterse a su dominio.
La batalla que desafío a un imperio
El enfrentamiento entre los persas y los masagetas tuvo lugar cerca del río Amu Daria, en la región que hoy comprende parte de Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán. La confrontación comenzó cuando Ciro, confiado por sus victorias previas, trató de atraer a Tomiris a una batalla decisiva utilizando una táctica muy astuta: envió una oferta de paz a la reina, pero envenenada con un giro militar. Le ofreció un acuerdo que le permitía tomar prisioneros masagetas.
A pesar de su desconfianza inicial, Tomiris accedió a un primer enfrentamiento. Sin embargo, la estrategia persa de Ciro consistió en hacer que sus tropas se retiraran en apariencia, provocando que el ejército de los masagetas, impetuoso y confiado, lo persiguiera. Este engaño funcionó, pero en el momento en que los masagetas cayeron en la trampa, Ciro desató un ataque sorpresa que dio como resultado un alto número de bajas en el ejército de Tomiris.
Después de la batalla, el imperio de Ciro intentó capturar a los supervivientes masagetas, incluidos sus líderes. Tomiris, enojada por las tácticas crueles de Ciro, mandó una clara advertencia a los persas: prometió que les daría la «sangre de Ciro». Heródoto y otras fuentes históricas relatan que, después de la captura del cadáver de Ciro, Tomiris, en un acto de venganza, lo hizo decapitar y llenar su cráneo con sangre humana, cumplió su promesa y lo ofreció como un símbolo de triunfo sobre el invasor.
¿Mito o realidad?
A pesar de la riqueza de los relatos sobre la confrontación entre Tomiris y Ciro, la veracidad histórica de algunos de los detalles es discutida entre los estudiosos. Mientras que Heródoto es una fuente importante, sus relatos están impregnados de mitología y a veces se mezclan con leyendas. Sin embargo, lo que es indiscutible es que Ciro el Grande encontró un feroz oponente en Tomiris. Su liderazgo y valentía para defender a su pueblo ante un imperio mucho más grande y organizado revelan el carácter excepcional de esta mujer.
La batalla entre Ciro y Tomiris, aunque finalizada trágicamente para el líder persa, no alteró el curso de la historia en términos de la expansión del Imperio persa. La muerte de Ciro dejó a su hijo Cambises II al mando, quien continuó con las conquistas de su padre.
Su legado sigue vivo en la historia de la humanidad, pero también el de Tomiris, quien, con astucia y determinación, demostró que el valor de una reina guerrera puede ser tan grande como el de cualquier emperador.