
Reconstrucción del interior del Partenón realizada por el arqueólogo Juan de Lara
Los arquitectos del Partenón de Atenas idearon un sistema de efectos especiales para asombrar al visitante
Un arqueólogo de la Universidad de Cambridge reconstruye con tecnología 3D el Partenón tal y como fue concebido en el siglo V antes de Cristo
Es la obra maestra del arte antiguo. Su conservación hasta nuestros días fue un auténtico milagro. Además de su función original como templo dedicado a Atenea Virgen (Atenea Partenos) fue iglesia, mezquita, polvorín y, finalmente, una ruina después de una trágica explosión.
Sus frisos, obra maestra de la escultura griega obra de Fidias, extraídos por el embajador inglés en Constantinopla Lord Elgin y trasladados en 1800 al Museo Británico de Londres, siguen siendo hoy motivo de una agria disputa diplomática entre Grecia y Reino Unido.
Hablamos, por supuesto, del Partenón de Atenas y, de una manera más amplia, del conjunto arqueológico de la Acrópolis.
El monumento sigue atrayendo la fascinación del mundo y, además de ser uno de los lugares más relevantes del patrimonio de la humanidad, es todo un símbolo de la civilización occidental, junto con Jerusalén y Roma.
Hoy, las piedras blancas, desnudas, y de apariencia frágil, hace complicado imaginar lo que fue en su día el Partenón, construido en el siglo V antes de Cristo por los arquitectos Ictino y Calícrates por mandato de Pericles para conmemorar la victoria sobre los persas.
Sin embargo, en su época de esplendor, era un edificio muy distinto. Grandioso, lleno de policromías, de revestimientos de bronce y oro, y con unos complicados juegos de luces y sombras que ayudaban a recrear la atmósfera de misticismo y misterio que acompañaban los ritos paganos que se desarrollaban en su interior en honor de Atenea.
Ahora, el arqueólogo y profesor de la Universidad de Cambridge, Juan de Lara, ha resuelto uno de los mayores misterios de la construcción del Partenón y ha recreado con tecnología 3D su aspecto original.
La reconstrucción efectuada por los estudios de Juan de Lara tiene un elemento central: la luz. La luz lo era todo en el Partenón. La luz guiaba su discurso ideológico y religioso, y sostenía el culto a la diosa protectora de la ciudad de Atenas.
Sus arquitectos lo plantearon como un enrome y arcaico sistema de efectos especiales con enorme capacidad para asombrar al visitante.
En su estudio, publicado en la revista científica The Annual of the British School at Athens, el arqueólogo presenta el resultado de sus simulaciones a partir de los datos científicos recabados.
«La estructura del Partenón apunta a un diseño minucioso en el que se priorizaba la luz. Esto se lograba por medio de la orientación del edificio hacia el sol del amanecer, la disposición de las ventanas, el uso de barreras y rejas, los techos de mármol translúcido, las claraboyas e incluso los estanques reflectantes de diversos líquidos», señala en el artículo.
«Todos estos elementos, junto con el empleo de materiales brillantes, podrían haberse empleado para mejorar la experiencia de los visitantes del templo y su encuentro con la colosal estatua de oro y marfil de la diosa Atenea», continúa.
En ese sentido, afirma que, los resultados de su estudio, «sugieren que este templo, contrariamente a la creencia popular que imaginaba el interior como un espacio de mármol brillante, era en general bastante oscuro y tenue».
«El debate posterior y las observaciones finales sugieren que la iluminación de los materiales de la estatua criselefantina mediante el resplandor de una lámpara y, en raras ocasiones, del sol, probablemente representó el punto culminante de los encuentros visuales», subrayó.
Estos juegos de luces y reflejos buscaban subrayar el carácter sobrenatural de la divinidad representada en la estatua de Atenea, una estatua que Juan de Lara describe como «extraordinaria cuyo tamaño y materiales no tenían igual en aquella época».
«Mediante la hábil incorporación de dimensiones poco convencionales, iconografías estandarizadas y el uso a gran escala de oro y marfil, la estatua colosal adquirió un potencial epifánico, destinado a simbolizar la presencia sagrada del dios en la tierra».