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Dos personas bailan el chotis en la Puerta del Sol este 11 de mayo

Dos personas bailan el chotis en la Puerta del Sol este 11 de mayoEuropa Press

El origen de la vestimenta de los chulapos y chulapas

San Isidro no es sólo una festividad más, sino el momento en que los madrileños hacen gala de sus tradiciones y su cultura regional, que encuentra una particular expresión a través de la vestimenta, cuyo origen se remonta a hace más de dos siglos

Para quien vive en Madrid, el inicio del mes de mayo representa la proximidad de una de sus fiestas regionales más conocidas, que no es otra que la celebración de San Isidro Labrador. Y es que además de poder disfrutar del amplio programa cultural, social y gastronómico que se organiza durante estos días, para muchos es también el momento de desempolvar sus trajes de chulapo y lucirlos en la calle.

Esta estética tan castiza tiene su origen a finales del siglo XVIII cuando, tras la llegada y asentamiento de la dinastía borbónica en España, empiezan a aparecer las primeras innovaciones en el ámbito de la moda de la Corte. Para los habitantes de nuestro país, poder diferenciarse visiblemente de los recién llegados franceses era fundamental, y una de las maneras más efectivas es hacerlo a través de la vestimenta. La estética madrileña evoluciona durante casi un siglo, hasta que a principios del siglo XIX aparecen ya los primeros trajes regionales con un aspecto similar a los que conservamos en la actualidad.

En esta época era frecuente que los vecinos de los diferentes barrios de la capital adoptaran formas de vestir diferentes, en función no sólo de su posición social, sino también en base a su oficio y actividades de la vida diaria.

Según esta costumbre, el traje contemporáneo de chulapo tiene su origen en el antiguo barrio Maravillas, hoy en día conocido como Malasaña. Ya entonces era un espacio famoso por su gran vitalidad, actividad comercial y cultural, aunque también por la actitud chulesca y la atención especial que sus vecinos dedicaban a su vestimenta. Por tanto, vestirse de chulapo no es sólo una estética, sino una actitud, una forma de vida.

El conjunto decimonónico implicaba, en el caso de la ropa femenina, una falda larga con bastante vuelo en la zona del bajo, pero cada vez más ceñida según se acercaba a las caderas. Lo más común es que fueran de un color liso, y en caso de estampado se optaba siempre por los lunares. Esto se combinaba con una blusa adornada con mangas de farol, y complementada con un mantón de flecos, tradicionalmente de manila; en caso de las clases más bajas, de lana. Sobre la cabeza un pañuelo blanco, atado debajo de la barbilla y que sujetaba una o dos flores.

Dicho adorno floral consistía siempre de un clavel, sujeto a un código de colores popular mediante el que se indicaba el estado civil de la mujer que lo llevara puesto. Así, dos claveles rojos indicaban que estaba casada, y dos claveles blancos, soltera. De la combinación de ambos, uno blanco y otro rojo, se deducía que la joven estaba comprometida, o con novio e intención de casarse. Existían además dos casos especiales, en los que no se llevaban dos flores: si una mujer llevaba dos rojos y uno blanco, indicaba viudedad; en cambio, uno rosa indicaba que la portadora era una niña.

En lo referente a los hombres, su vestimenta se compone de una chaquetilla corta o chaleco, acompañado de pantalones oscuros y ajustados. En la solapa, un clavel, y en el cuello un pañuelo blanco anudado. Como accesorios aparecen los botines y la boina, habitualmente de color negro u estampado de cuadros.

Actualmente se conserva esta estética propia de San Isidro prácticamente intacta, con la salvedad de que las mujeres suelen llevar una única flor, y en algunos casos la falda y blusa se sustituyen por un vestido chiné. Todo el conjunto, así como la denominación de «chulapo/a» empezó a consolidarse gracias a los grandes compositores de zarzuelas españolas como Chueca, Chapí o Moreno Torroba, quienes la incorporaron en sus obras y en sus letras.

Un ejemplo claro lo vemos en la conocida película de 1963 La Verbena de la Paloma, cuya escena más famosa es aquella en la que Julián (Vicente Parra) pregunta a Susana (Concha Velasco): ¿Dónde vas con mantón de manila? ¿Dónde vas con vestido chiné? A lo que la protagonista responde, con la altanería típica chulapa: A lucirme y a ver la verbena, y a meterme en la cama después.

Una fantástica representación no sólo de la vestimenta, sino de lo que realmente es ser un auténtico chulapo madrileño.

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