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26 de abril de 2024

Manifestante con un cartel que pone «Ucrania es sólo el principio»

Manifestante con un cartel que pone «Ucrania es sólo el principio»Anadolu Agency via AFP

Guerra Rusia - Ucrania  Putin deja a Europa y EE.UU. en evidencia con una invasión relámpago de Ucrania

Ucrania amanecía, el día de ayer, con el ruido de las sirenas antiaéreas tronando en las principales ciudades del país. El presidente ruso, Vladimir Putin, había autorizado, de manera oficial, la invasión rusa de Ucrania. Putin, en su narrativa habitual, ha calificado la ofensiva de «operación militar especial», que tenía como objetivo «proteger a las personas que han sido objeto de hostigamiento y genocidio por parte del régimen de Kiev».
Putin, en un discurso televisado a la nación, se justificaba diciendo que Occidente no le había dejado otra opción. «Todos los intentos diplomáticos han fracasado», aseveró. Alrededor de las 5 de la mañana comenzaba la ofensiva rusa, desde todos los frentes, por tierra, mar y aire. El país entero estaba bajo la amenaza rusa, no sólo la región del Donbás como había asegurado el presidente ruso.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha comunicado que, durante esta primera jornada de enfrentamientos, han muerto 137 ucranianos y 316 han resultado heridos. Además, el Ejército ruso ha bombardeado 20 enclaves estratégicos, 83 instalaciones militares y 11 aeródromos. El Ministerio de Defensa ruso afirma que el Ejército ucraniano no está ofreciendo resistencia y que por ello están avanzando con tanta rapidez, información que Ucrania desmiente.
Zelenski, en un vídeo a la nación, ha confesado que según las informaciones que maneja el Gobierno de Kiev «Rusia me ha identificado como el objetivo número uno. Mi familia es el objetivo número dos. Quieren destruir políticamente a Ucrania, destruyendo al jefe del Estado». El presidente ucraniano, además, sostiene que «grupos de sabotaje rusos» ya habrían entrado a Kiev, por lo que ha pedido a su población que «tenga cuidado y respete las reglas del toque de queda».
Durante su intervención, el mandatario ucraniano ha mostrado su decepción con la OTAN y ha admitido que los ucranianos están «solos en la defensa de nuestro Estado» a lo que ha añadido, «¿Quién está listo para pelear con nosotros? Esos no los veo. ¿Quién está dispuesto a dar a Ucrania una garantía de unirse a la OTAN? Todo el mundo tiene miedo».
Rusia ya controla puntos clave en Ucrania como el área de exclusión de la central nuclear de Chernóbil, siendo ésta la ruta más rápida para llegar a Kiev cruzando la frontera desde Bielorrusia. Estados Unidos sostiene que el plan orquestado por el Kremlin pasa por rodear la capital ucraniana y «decapitar» al Gobierno para, seguramente, colocar a alguien afín a Moscú.
Estonia, Letonia y Lituania, que ya están viendo las orejas al lobo, han apelado al artículo 4 de la Alianza Atlántica. Este artículo establece que «las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada». El Ministerio de Exteriores letón ha mostrado su prepacupación ante la posibilidad de «una impredecible ola migratoria, ciberataques y campaña de desinformación por parte rusa».
Dentro de Occidente, estos tres países, junto con Polonia, han sido los que se han mostrado más beligerantes con Rusia. Mientras tanto la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos apuestan por las sanciones económicas que, en palabras del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, «serán más letales que las balas y bombas rusas en Ucrania».
Ucrania vuelve a revivir sus peores momentos, amenazada por la misma potencia, y abandonada por los mismos aliados que en 2014. El país ha impuesto la ley marcial y ha decretado el alistamiento obligatorio de todas las personas en edad de combatir. Se trata de una guerra en toda regla, aunque Vladimir Putin se niegue a reconocerlo, y a las puertas de los Estados miembro de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica. Afganistán, Irak, Siria o Yemen son conflictos que quedaban lejos, Ucrania es Europa.
Miles de ucranianos ya huyen del país hacia estados limítrofes como Polonia o Moldavia, este último ha declarado el estado de emergencia y ha empezado a instalar campamentos para refugiados, de cara a la ola migratoria que se avecina. La presidenta moldava, Maia Sandu, ha informado que, durante las primeras horas de ataques, más de cuatro mil personas han cruzado la frontera.
Las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania dejan en evidencia, una vez más, la decadencia de Occidente. Además del coste en vidas humanas que toda guerra acarrea. Los efectos sobre la economía empiezan a emerger. Las bolsas se han desplomado, el preció del petróleo se ha disparado y es sólo el principio. Se prevén mayores subidas en los precios del gas, la electricidad, incluso, en la cesta de la compra. Una guerra que nos afecta hasta en lo más cotidiano.
Ucrania es solo un ejemplo más de que saltarse el derecho internacional y anexionarse territorios, en la práctica, no tiene consecuencias, más allá de alguna sanción económica. Esta situación puede alentar a otros países, con las mismas aspiraciones que Rusia, a tomar la iniciativa. El caso más probable: China y Taiwán.
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