Las mujeres en Irán han estado mucho tiempo vetadas de bailar, cantar, mostrar su cabello o incluso dar una voz más alta que otra. Las iraníes ha dicho basta y con motivo del 8-M, Día Internacional de la Mujer, un grupo de cinco jóvenes publicó un vídeo bailando, a cara descubierta, para visibilizar la situación de este colectivo en la República Islámica.
El vídeo, que ha corrido como la pólvora por redes sociales, ha provocado la furia del ultraconservador régimen de Teherán que ve en este tipo de proclamas un acto de rebeldía. Por ello, las autoridades iraníes estarían comprobando las grabaciones de las cámaras de seguridad del complejo residencial Ekbatan de Teherán para identificar a las jóvenes que protagonizan el baile, según ha denunciado el Centro de Derechos Humanos de Irán.
Un país donde la seguridad es primordial para sostener una fuerte represión sobre su población. No se trata de la primera vez que
Irán condena a
jóvenes por bailar en las calles. El pasado mes de enero, los blogueros
Amir Mohammad Ahmadi y
Astiaj Haguigui fueron acusados de «corrupción» y atentado contra la seguridad nacional por difundir un grabación en la que salían bailando en la
plaza Azadi de Teherán.El régimen interpretó el acto como un gesto de apoyo a las protestas, y poco después de la publicación del vídeo, ambos fueron detenidos y sentenciados a diez años de prisión. Las mujeres se han convertido en el principal foco de disidencia en Irán y por este motivo se han convertido en el objetivo a batir por las autoridades iraníes.
A pesar de la continua persecución a la que están sometidas, las jóvenes iraníes comparten un marcado sentimiento de solidaridad. A raíz del hostigamiento a las cinco jóvenes, mujeres de todos los rincones de Irán han salido a las calles para repetir la misma coreografía. Sin hiyab y mostrando el rostro, el baile se ha convertido en una forma más de plantar cara a Teherán.
La República Islámica ha experimentado una de las mayores protestas de su historia y, aunque a día de hoy ya no hay manifestaciones masivas, los actos de rebeldía y condena contra el actual Gobierno se multiplican. Pequeños gestos como bailar en público o ir sin el velo islámico –obligatorio desde los nueve años– suponen una amenaza para el régimen ultraconservador.
Las
mujeres han sido y son el motor del cambio en
Irán y en
Teherán lo saben. El colectivo está sometido a amenazas continuas, sobre todo, las más jóvenes que han sido las que han participado masivamente en las protestas de los últimos meses. Una de las razones por las que se cree que están siendo
envenenadas muchas niñas en las escuelas a lo largo de todo el país persa.