Ataque aéreo de Israel a la Franja de Gaza
Los sindicatos de transporte belgas se revuelven y se niegan a enviar armamento a Israel
En un comunicado, apoyado por la izquierda belga, tres sindicatos distintos denunciaron un «genocidio en curso en Palestina»
Frente a un contexto de creciente tensión internacional, varios sindicatos belgas del sector de la manutención se han desmarcado de la narrativa europea: se niegan a transportar material militar destinado a Israel.
Los sindicatos CNE, UBT, Setca y Transcom emitieron un comunicado conjunto que ha interrumpido las operaciones logísticas, declarando su rechazo a «manutencionar material militar destinado a la guerra en Palestina».
El comunicado, que ha sido difundido hasta por el diputado Peter Mertens del Parti du travail de Belgique, de tendencia extrema izquierda, denuncia lo que consideran un «genocidio en curso en Palestina». Los trabajadores de los distintos aeropuertos de Bélgica, según el texto, son testigos del envío de armas hacia zonas de conflicto, y por ello, han decidido no participar más en la carga de vuelos que transporten dicho material bélico hacia la región de Palestina e Israel.
Esta medida de los sindicatos belgas responde a un llamado previo, fechado el 16 de octubre, de sus homólogos palestinos, quienes instaron a los trabajadores de todo el mundo a oponerse a la producción y transporte de armamento hacia Israel. En una acción similar, sindicalistas ingleses bloquearon las entradas de una fábrica de Elbit Systems, un importante fabricante de armas israelí, en el Reino Unido.
Estas acciones sindicales se interpretan como un intento de interrumpir el apoyo militar que las potencias occidentales han brindado de manera incondicional a Israel. La situación es especialmente delicada, ya que Francia ha vendido armas a Israel por valor de 111 millones de euros desde 2017, con 15,3 millones en 2022, según el último informe del ministerio de las Fuerzas Armadas francés.
El trasfondo de esta controversia es el reciente estallido de violencia en la región, desencadenado por un ataque de Hamás el 7 de octubre, que resultó en la muerte de más de 1.400 personas, en su mayoría civiles, en Israel.
Israel sostiene que su ofensiva tiene como objetivo desmantelar las capacidades militares y de liderazgo de Hamás en Gaza y se ha comprometido a eliminar al grupo, que califica de terrorista y que administra la Franja de Gaza. Según Israel, sus acciones militares están dirigidas a zonas de operación de Hamás, intentando minimizar las bajas civiles.
Sin embargo, los sindicatos belgas han tomado una postura crítica, alineándose con los llamamientos palestinos y rechazando facilitar el transporte de armamento que, según ellos, se utiliza en un contexto de violencia y muerte. Este acto de desobediencia civil de los sindicatos belgas plantea interrogantes sobre la ética del comercio armamentístico y la responsabilidad de los trabajadores en los conflictos internacionales.