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05 de mayo de 2024

MontecassinoHermann Tertsch

De la resistencia al enemigo

Ya estamos viendo que a la policía que no tienen guardando nuestras fronteras la tienen ya muy mentalizada en que habrá de dedicarse a reprimir

Actualizada 10:40

Millones de españoles están traumatizados ante lo que acontece en España. En gran medida la tragedia, la peor de las posibilidades de evolución de nuestra crisis que se podía aventurar, ya se ha consumado.
Veo llorar a españoles de todas las edades. Y no solo cuando se manifiestan, oyen el himno nacional o corean vivas a una patria que unos malhechores están destruyendo y vendiendo a precio de saldo. Muchos lloran sin más. Al saludar. A verte en la calle. O te cuentan que han llorado en soledad o junto a familiares, matrimonios de ancianos españoles que no se creen aun lo que ven, lo que oyen y les cuentan y que desesperan en la zozobra y en la incredulidad ante tanta obscenidad en la mentira y tanto desprecio a todo lo que valoran, quieren y creen.
Y no lloran ya solo por el miedo a un futuro inmediato lleno de inseguridad y amenazas por la certeza de estar en manos de un hombre sin escrúpulos capaz de cualquier cosa por brutal y malvada. Que se ha rodeado de una tropa de sicarios que han adoptado todas las peores características del fulano. Y que no ha dudado en buscar la complicidad de los peores criminales políticos habidos en España en medio siglo para forjar su alianza para un cambio de régimen en España que les asegure a todos ellos el poder que incluye su impunidad indefinida.
Lloran también por la inmensa humillación que supone ver a España zarandeada, vejada, saqueada y despreciada por seres de una bajeza que solo se suponía generalizada en el hampa, el submundo oscuro de la corrupción y de las sórdidas vías de negocios y monetización de los peores instintos. No es de extrañar que tantos españoles sufran.
Una de las naciones más antiguas del mundo, con el Imperio Romano, quizás la más decisiva en la configuración del mundo moderno y la humanidad, se ve gobernada por quienes se antojan más propios de dirigir burdeles y lupanares de sauna. Por quienes tienen íntimas relaciones con los peores jefes del crimen organizado, el narcotráfico y la trata de seres humanos en América. Pero sobre todo, por quienes desprecian todo de la nación española y la saquean y maltratan y abusan de ella como unos okupas recién llegados a una casa ajena en la que ven y de repente disfrutan bienes que jamás habrían conocido por mérito.
Cuán difícil es explicar en el exterior, por ejemplo en el Parlamento Europeo, la monstruosidad de los acontecimientos habidos en España desde que llegó otra vez el «cara picada» como lo llamarían en las espeluncas del hampa. Europa no sabe de las fechorías y los crímenes políticos que está cometiendo el gobierno español bajo Sánchez porque quienes lo llevamos contando cuatro años luchamos contra un muro de silencio de los medios. Y porque quienes habrían tenido más posibilidades de mayor eco en la denuncia si se hubieran unido a VOX, el Partido Popular Europeo, ha preferido seguir votando con el partido de Sánchez en Europa todas las reformas y leyes propias de la Agenda 2030, del Pacto verde y todas las demás barbaridades ideológicas, como si lo dirigiera un impecable caballero respetuoso con todas las normas. Es difícil denunciar a alguien con quien a la postre se está tan de acuerdo en las cuestiones importantes europeas.
Un individuo al que su partido expulsó de la dirección por falsificador y peligroso para la democracia y que ha secuestrado la democracia española para desguazarla, después de haber secuestrado a su partido y convertirlo en una organización de cuadros para la falsificación y el encubrimiento de delitos continuados. Y tras haber tenido secuestrado durante cinco años de abusos, mentiras y inauditas fechorías a la totalidad del Estado, el erario y prácticamente a toda la opinión publicada. Lo único que es verdad en él es su ambición y mala fe. Todas las bondades que se atribuye desde que llegó al poder son mentira, como lo son todas sus afirmaciones en general. Solo es cierto todo lo que niega y encubre. No tiene frenos morales. No tiene límites. Ni el menor rastro de un escrúpulo. No soporta la contrariedad, como suele sucederle al psicópata. Por eso es fácil augurar que, tras reafirmarse en el poder por medio de la violación abierta de la Constitución española, diga lo que diga el Tribunal Constitucional que, gracias por cierto al Partido Popular, ya solo es su servidumbre, pronto hará mucho daño a mucha gente ante la creciente resistencia a su política de represión, de saqueo y de abuso.
Nadie diga que no se vio venir. Porque desde que llegó estaba claro que él era el hombre que encajaba para llevar a cabo lo que su antecesor socialista y después mucho más que asesor político, José Luis Rodríguez Zapatero había dejado encauzado. Que era precisamente el cambio de régimen hacia un sistema de alianzas entre fuerzas izquierdistas y las separatistas para un frente amplio, hoy lo podemos llamar Alianza Criminal, que haga imposible la llegada al poder de fuerzas centristas, por no hablar ya de fuerzas realmente conservadoras. El fin de la alternancia, el fin de la democracia.
Algunos avisamos a gritos que con Zapatero se habían puesto las bases para acabar con el régimen de 1978 -yo con dos libros «Libelo contra la secta» y «Días de ira»-. Pero el Partido Popular pasó siete años en el poder sin abolir ni una sola de las leyes izquierdistas de Zapatero, en gran parte salidas de talleres iberoamericanos chavistas, que ahora sirven para con una vuelta de tuerca ir cerrando la jaula y acabando con la libertad de expresión y tantas otras. Estos mecanismos de coacción que, como huevos de serpiente sembró Zapatero, han servido a Sánchez para imponer una legislación cada vez más madura para el primer régimen en Europa similar al de Maduro Nicolás.
Con sus métodos. Y ya estamos viendo estas semanas que a la policía que no tienen guardando nuestras fronteras la tienen ya muy mentalizada en que habrá de dedicarse a reprimir a quienes siempre han protegido a la policía. Porque la policía ha pasado a estar bajo el mando de los que por necesidades del guión de Sánchez han de obedecer a quienes dieron un golpe en 2017, acosaron a la policía, siempre fueron sus enemigos declarados, expulsaron a la Guardia Civil de regiones de España y a los que asesinaron a policías y guardias civiles hasta hace muy poco.
La represión va a llegar porque Sánchez no tiene legitimidad ni legalidad por mucho que mientan todos sus medios que son casi todos los que hay. Y lo tendrá que compensar con el uso de la fuerza como hacen los demás miembros del Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla que son los líderes políticos más afines a Sánchez.
Porque en Europa hay muchos políticos lamentables de esa mayoría socialdemócrata que roba sistemáticamente votos conservadores y cuyo mayor exponente es Úrsula von der Leyen. Pero esos son izquierda vegana al lado de la izquierda carnívora que ha sido Sánchez y de la izquierda canibal de la que Sánchez pasa ahora a formar parte con los Ortega, Petro, Maduro y por supuesto Lula, ese santo laico de la UE que ya tiene más de mil presos políticos. Nosotros los tendremos pronto. Y esta vez auténticos.
Hay todavía posibilidad de impedir la destrucción total de la democracia española y evitar que el Estado en España, convenientemente fraccionado, quede totalmente a merced de gentes que están más cerca del crimen organizado internacional que de los partidos políticos tradicionales. Pero la resistencia comienza por no dar la mano al jefe de la organización criminal que está destruyendo la patria por motivos estrictamente lucrativos en el sentido más amplio. La resistencia ante un enemigo mortal ha de ser total. Pero absoluta.
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