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29 de abril de 2024

Ucrania mar Negro

Un soldado ucraniano sostiene un sistema Stinger abordo de una patrullera en el mar NegroAFP

Un general alemán desmonta el discurso derrotista sobre Ucrania y asegura que Kiev está teniendo éxito

El general Christian Freuding destaca que Rusia está sufriendo terribles pérdidas, su flota del mar Negro ha sido expulsada y el 80 % de Ucrania sigue siendo libre

El estado de ánimo de la sociedad ucraniana, sus gobernantes y sus aliados occidentales es una montaña rusa donde se pasa de la euforia que lleva a anunciar la conquista de Crimea en pocos meses a advertir de una posible hecatombe.
En este momento, Ucrania y sus fuerzas armadas no pasan por su mejor momento. La fracasada contraofensiva del pasado verano junto con el bloqueo de las ayudas militares en el Congreso de Estados Unidos y el Consejo Europeo han llevado a una actitud pesimista sobre el futuro de la guerra contra los ocupantes rusos.
El reciente, y espectacular, hundimiento del buque de desembarco ruso Novocherkassk, de la flota del mar Negro, en el puerto ocupado de Feodosia, en Crimea, el pasado 26 de diciembre, las noticias que anuncian la inminente entrada en servicio de los aviones de combate F-16 y la posibilidad de que occidente entregue a Ucrania activos rusos secuestrados tras el inicio de la guerra, han dado una luz de esperanza.
Sin embargo, sin municiones y sin perspectiva de recibirlas próximamente, no auguran nada bueno. Por lo de pronto, las fuerzas rusas han empezado a avanzar en posiciones alrededor de Robotyne, en la región de Zaporiyia, donde el Ejército ucraniano obtuvo sus pocas ganancias en la pasada contraofensiva.
El general Freuding recordó que Rusia ha sufrido pérdidas enormes, más de 300.000 bajas, mientras que «el 80 % de Ucrania sigue siendo libre».
Al mismo tiempo, «la flota rusa del mar Negro ha sido expulsada de facto del mar Negro occidental».
Aseguró que Rusia saldrá «debilitada» de la guerra, aunque advirtió que el Kremlin podría reconstruir sus fuerzas en un plazo de entre cinco y ocho años, un período que, sin embargo, los países occidentales podrían aprovechar para replantear su estrategia de «disuasión» frente a Moscú y establecer una posición de ventaja.
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