
Los conservadores de Luis Montenegro ganan las elecciones en Portugal y Chega sube con fuerza
El centro-derecha de Luís Montenegro gana las elecciones en Portugal y Chega sube con fuerza
El conservador Luís Montenegro se impone en las elecciones anticipadas, pero su negativa a pactar con la derecha más conservadora deja el futuro del país en manos de complejas negociaciones parlamentarias
Portugal ha vuelto a las urnas sin obtener una solución clara para su gobernabilidad. Luís Montenegro, líder de la coalición conservadora Alianza Democrática (AD), logró imponerse en las elecciones legislativas anticipadas celebradas el domingo, aunque, como ya ocurriera en 2024, no ha alcanzado la mayoría necesaria para formar un gobierno con base sólida.
Con un respaldo del 32,10 % del electorado, AD se situó por delante del Partido Socialista (PS), que obtuvo el 24,38 %, y del partido de la derecha más conservadora Chega, que sorprendió con un 22,56 %, consolidándose como tercera fuerza política del país. Aun así, la coalición encabezada por Montenegro se queda con 89 de los 230 escaños disponibles, insuficientes para alcanzar la mayoría absoluta de 116.
Incertidumbre para gobernar
La fragmentación parlamentaria anticipa un escenario de difícil gobernabilidad en un contexto internacional sensible para Portugal, país miembro de la Unión Europea y la OTAN, que enfrenta los desafíos de la creciente tensión geopolítica y la necesidad de fortalecer sus estructuras económicas y defensivas.
A pesar de la presión de algunos sectores para explorar alianzas con Chega, partido fundado en 2019 que ha crecido alimentado por el descontento social y discursos nacionalistas, Montenegro ha reiterado su rechazo categórico a cualquier entendimiento con esta formación, a la que considera «no fiable» y «no apta para gobernar». Esta decisión limita severamente sus opciones de consolidar un Ejecutivo estable.

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El abogado de 52 años y rostro principal de esta campaña anticipada fue también quien propició los comicios, tras presentar su dimisión el pasado marzo en medio de acusaciones de conflicto de intereses vinculadas a una consultora registrada en su domicilio, administrada por sus propios hijos. «He sido el dirigente más transparente que ha tenido el país», se defendió ante las críticas del socialista Pedro Nuno Santos, quien lo acusó de mezclar responsabilidades públicas con intereses privados.
Desde la anterior legislatura, la AD gobernaba en minoría gracias a acuerdos puntuales con el PS, como en el caso de la aprobación de unos presupuestos centrados en el aumento de pensiones y salarios del sector público. No obstante, el clima de cooperación se ha deteriorado, y no está claro si los socialistas permitirán ahora un nuevo gobierno del centroderecha, tras haber sido desplazados del poder hace un año tras casi una década de dominio.

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Reto de construir una mayoría viable
En Lisboa, las calles reflejan el sentir de una ciudadanía cansada de la inestabilidad política. El diario Público lo resumía en su portada con el titular: «Votar otra vez», expresión del hartazgo popular ante una nueva cita electoral sin desenlace concluyente.
«Esto se ha convertido en un ciclo sin fin. Cada año votamos y nada cambia», lamentaba José Silveira, comerciante de 56 años en el centro de la capital. Su opinión coincide con la de otros ciudadanos como Fátima Lopes, ingeniera municipal de 61 años, quien, pese a valorar positivamente la gestión del gobierno saliente, pedía una mayoría clara que acabe con la parálisis institucional. En contraste, Pedro Vaz, vendedor de bebidas de 49 años, manifestaba su preocupación por el aumento de la inmigración y por la falta de respuestas políticas eficaces ante los desafíos sociales y económicos.

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La inmigración, junto con la ética pública, ha sido uno de los principales temas explotados por Chega, cuyo líder, André Ventura —un antiguo comentarista deportivo de 42 años—, ha capitalizado el descontento ciudadano. Su campaña concluyó de manera abrupta tras sufrir dos desmayos ante las cámaras en sus últimos actos públicos, sin que ello haya frenado el crecimiento del partido.
Portugal, por tanto, se enfrenta de nuevo al reto de construir una mayoría viable que permita avanzar en reformas estructurales, responder a la presión internacional y, sobre todo, recuperar la confianza de una ciudadanía que, tras años de inestabilidad, clama por un liderazgo claro y duradero.