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Eduardo Zalovich
CrónicaEduardo ZalovichTel Aviv (Israel)

El Líbano, un mosaico roto ante una oportunidad de oro

En la actualidad el país vive una tremenda crisis política y social, con escasez de alimentos y electricidad. Los libaneses viven con cuatro horas de luz diaria, el resto depende de generadores privados y reina la corrupción

Un niño cuenta su limosna sentado al borde de una carretera en Beirut

Un niño cuenta su limosna sentado al borde de una carretera en BeirutAFP

En estos días se ha calentado el ambiente entre Hezbolá e Israel, lo cual podría conducir a la ruptura de la tregua. Los analistas en general piensan que no ocurrirá, por presión de Donald Trump y la debilidad del grupo chií. Pero nada es seguro en Oriente Medio. El motivo principal es la eliminación del comandante Al-Tabatabai, jefe de su Estado Mayor, en un ataque israelí en su apartamento de Beirut. Con esta acción, se privó al grupo terrorista de su principal autoridad, que venia impulsando la reorganización y opuesto a toda sumisión al Gobierno central.

La acción generó una fuerte condena por parte de Teherán y Beirut. Israel ha declarado que sus ataques «continuarán hasta garantizar que 60.000 evacuados de las comunidades del norte puedan regresar de modo seguro a sus hogares». Los objetivos incluyen infraestructuras, depósitos de armas y combatientes. La situación es altamente volátil, con advertencias cruzadas y preocupación por una escalada mayor.

El viernes 28 se concedió a periodistas extranjeros el acceso poco común a un túnel chiita cerca de la frontera con Israel, como parte de una gira de prensa organizada por el Ejército libanés, para subrayar los esfuerzos para eliminar la presencia militar de Hezbolá en el sur. El túnel, ubicado en Wadi Ziqin, un antiguo bastión militar, contenía una sala médica, una cocina, un sistema de ventilación, tanques de agua, cableado eléctrico y alimentos enlatados.

El general de brigada Nicolas Thabet, que comanda el sector al sur del río Litani, acompañó la visita y enfatizó lo que está en juego. «No renunciaremos a nuestros objetivos, sean cuales sean las dificultades», afirmó. «El Ejército está haciendo grandes sacrificios en una de las zonas más peligrosas de Oriente Medio». La visita se produjo tras la muerte de Tabatabai. Oficiales libaneses afirmaron que el túnel es una de las «muchas antiguas posiciones atacadas y que ahora están bajo control del Ejército».

Claves sobre el «país de los cedros»

El Líbano es un país fascinante y trágico a la vez. Descrito históricamente como la «Suiza de Oriente» por su solidez bancaria, las montañas nevadas y sus playas, hoy es una nación que lucha por su independencia real. Para entender su situación debemos conocer su ideología política básica: el confesionalismo. Es una nación heterogénea, un mosaico de 18 sectas religiosas reconocidas. El sistema político está diseñado para que ninguna tenga el poder absoluto, repartiendo los cargos por religión. De ese modo, el presidente debe ser un cristiano maronita; el primer ministro, un musulmán suní y el presidente del Parlamento, un musulmán chií. Posee una extensión territorial de 10.450 km², similar a la Región de Murcia.

El símbolo del país es el cedro, un árbol cuyos bosques cubrían todo el Líbano en la Antigüedad y cuya madera era uno de los principales productos de exportación. Posee grandes mezquitas e iglesias. Se trata del país árabe con mayor proporción de cristianos, aproximadamente el 45 %. Su capital y mayor ciudad es Beirut. Un oficial israelí, destinado al departamento libanés, afirma que «hoy el Líbano tiene un camino que se bifurca en dos senderos: uno conduce a la ruina y el otro al esplendor. No hay punto medio. O el flamante presidente centraliza el poder y crea un Estado moderno, o sigue sumergido en un feudalismo trágico».

Se trata del país árabe con mayor proporción de cristianos, aproximadamente el 45 %

El Líbano fue ocupado por el Imperio Otomano en el siglo XVI. Tras la derrota turca, pasó a manos de Francia en 1918, hasta su independencia en 1943. En 1946, las tropas francesas abandonaron el país. En las décadas de 1950 y principio de los 70 fue un próspero centro financiero y turístico. Fue la «edad de oro».

Su importancia se derrumbó con la guerra civil de 1975-90, que destruyó el equilibrio político, y sumió al país en continuos enfrentamientos. Un problema clave fue el ingreso en 1971 de los terroristas palestinos de Yaser Arafat, tras su sangrienta expulsión de Jordania; la intervención siria; los ataques de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) a Israel –hasta su expulsión en 1982–; y luego la toma del sur libanés por parte de Hezbolá, organización yihadista satélite de Irán.

Esta milicia continuó los ataques contra el Estado judío, ignorando sus terribles consecuencias para el Líbano. Entre 1985 y el 2000, con apoyo israelí, se organizó en el sur del país la Fuerza del Sur, integrada por cristianos maronitas que se enfrentaron a los musulmanes. En mayo de 2000, Israel retiró por decisión unilateral todas sus tropas del Líbano, confiando en que la FINUL evitaría futuros ataques contra su territorio. En la práctica esta fuerza de Naciones Unidas no sirvió para nada.

Principales comunidades

El panorama religioso nacional está integrado de este modo:

*Cristianos (maronitas y ortodoxos). Antiguamente fueron mayoría, hoy su demografía ha bajado. Se identifican históricamente con Occidente, en particular con Francia.

*Suníes: tradicionalmente la clase comerciante urbana, con fuertes lazos con Arabia Saudí y el resto del mundo árabe suní.

*Chiíes: históricamente la clase más pobre y rural –en el sur–, hoy dominados militar y políticamente por el grupo terrorista Hezbolá, satélite de Irán.

*Drusos: una minoría pequeña pero muy cohesionada y feroz en las montañas, liderada por familias tradicionales, con un control feudal, como los Joumblatt.

En la actualidad el país vive una tremenda crisis política y social, con escasez de alimentos y falta de energía eléctrica; la situación más dura en su historia. Los libaneses viven con cuatro horas de luz diaria, el resto depende de generadores privados y reina la corrupción. La lira ha perdido el 90 % de su valor desde 2019. Los ahorros de toda la vida de muchísimos ciudadanos se evaporaron. Los bancos tienen el dinero secuestrado, nadie puede retirar sus dólares. La pobreza alcanza al 80 %.

El Gobierno libanés no ha logrado hasta hoy tomar el control de su frontera sur, controlada por Hezbolá. Lograrlo le permitiría un futuro de paz y estabilidad, así como la independencia para defender sus intereses nacionales y no los extranjeros. Si Hezbolá, al que le es indiferente el pueblo libanés, mantiene su poder, seguirá provocando periódicamente el infierno. Es la mentalidad del yihadismo. Del resultado de estas dos opciones depende el futuro del país. Independencia y estabilidad o división y desastres.

Si Hezbolá mantiene su poder, seguirá provocando periódicamente el infierno

La experiencia histórica lo muestra con total claridad. Por eso el nuevo presidente, Joseph Aoun, está intentando desarmar a los grupos terroristas y monopolizar el uso de lar armas en manos del Estado. No es una meta fácil, pese a contar con el apoyo de Washington y París, pues los chiíes se niegan a desarmarse. Ese era el objetivo –recuperar la fuerza militar– de Ali Tabatabai, jefe militar de Hezbolá, eliminado por la Fuerza Aérea israelí hace una semana.

Oportunidad única para el Ejército

Aoun, excomandante del Ejército y firme partidario de un Líbano independiente y centralizado, representa una esperanza para la mayoría del pueblo, deseoso de vivir en paz interior y con sus vecinos. Lógicamente este objetivo se enfrenta con la intención de Hezbolá de recomponer su milicia. Aquí reside el gran desafío del Líbano: impedir el resurgimiento de una organización terrorista más poderosa que el Gobierno, al menos hasta el golpe que le propinó Israel en la guerra.

El Ejército es la institución más respetada y la única que responde únicamente al interés nacional. Tiene buen entrenamiento, pero su equipamiento es anticuado y carece de misiles estratégicos. La crisis ha golpeado tanto que los soldados han llegado a recibir ayuda alimentaria extranjera.

Hezbolá, por su parte, es un partido político chií, financiado y armado por Irán a cuyos intereses responde. Tienen misiles de precisión, drones y miles de combatientes curtidos. Tienen sus propios hospitales, escuelas y bancos para su comunidad, lo que les garantiza lealtades.

En 2023, Hezbolá abrió un «frente de apoyo» bombardeando el norte de Israel, un día después del criminal ataque de Hamás. Durante meses fue un intercambio de fuego en la frontera. Hablar de una derrota total es difícil, pero los terroristas han sufrido el golpe más devastador de su historia.

Israel logró infiltrar sus comunicaciones. Se destaca el famoso ataque de los «beepers», que explotaron simultáneamente sacando de combate a cientos de combatientes. Además, en 2024 Israel eliminó a Hasán Nasrala, líder supremo durante 32 años, y a casi toda la cúpula militar (comandantes de las fuerzas de élite Radwan). Estaban en un búnker ocho pisos bajo tierra... donde además guardaban 1.200 millones de dólares en oro.

Tras el alto al fuego impuesto por Washington, el Líbano está en una encrucijada existencial que lo enfrenta a dos escenarios posibles:

*Escenario trágico: una guerra entre Israel y Hezbolá (no Líbano). Hundiría al país, destruyendo la infraestructura que queda. El vacío de un poder político legítimo y nacional continuaría. La peor opción.

*Escenario prometedor: la debilidad terrorista permite que el Gobierno retome el control del sur, aplicando la Resolución 1701 de la ONU. Joseph Aoun se consolida como único gobernante del territorio nacional.

El Líbano es un país de gente dura, culta y vital, atrapada en una realidad política y geográfica difícil. La debilidad chií abre ahora una oportunidad para que el Estado recupere su soberanía. Debería intentarlo ya, pese a los riesgos. No se le presentará una oportunidad mejor.

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