Un año más, miles de familias volverán a buscar su número de siempre
Familias que juegan al mismo número en la Lotería de Navidad: tradición, fe y esperanza
«No tocará, pero por si acaso, mejor no perderlo», repiten con humor quienes compran el mismo número año tras año
Cada mes de diciembre, millones de españoles se lanzan a comprar décimos de la Lotería de Navidad movidos por la ilusión de ser agraciados con el ansiado Gordo. Entre ellos, miles de familias mantienen una costumbre muy arraigada: jugar siempre el mismo número. Esta práctica, que se transmite de generación en generación, esconde una mezcla de tradición, fe y esperanza que convierte el sorteo en un ritual colectivo.
En muchas casas, el número elegido está vinculado a un acontecimiento familiar —una fecha de nacimiento, un aniversario o un recuerdo compartido— que convierte el décimo en algo más que un simple boleto.
Para otros, se trata de una combinación adquirida por azar hace años y que, por superstición o cariño, nunca han dejado de jugar. En ambos casos, la constancia es un elemento clave: «No tocará, pero por si acaso, mejor no perderlo», repiten con humor quienes compran el mismo número año tras año.
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Las administraciones conocen bien estas historias. Algunos números se reservan automáticamente para familias o grupos que los llevan jugando décadas. No faltan quienes organizan auténticos reencuentros alrededor de la compra del décimo, aprovechando el momento para compartir café, recuerdos y buenos deseos. Para muchos, el sorteo es casi una excusa para mantener viva la unidad familiar.
Una forma de recordar a los que ya no están
El peso emocional de esta tradición se multiplica en los días previos al 22 de diciembre. Cada año surgen relatos de familias que, tras décadas de insistencia, finalmente han sido premiadas. Estos casos alimentan la leyenda y refuerzan la convicción de que la perseverancia puede tener recompensa.
Aunque la probabilidad matemática de acertar el Gordo no cambia por jugar siempre el mismo número, el valor simbólico sí lo hace. Mantener la tradición se convierte en una forma de recordar a los que ya no están, de celebrar lo compartido y de proyectar esperanza hacia el futuro. En un sorteo donde la suerte es caprichosa, lo verdaderamente seguro es la emoción que genera.