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Vista de un cartel de 'Se vende' en un portal de un edificio

Vista de un cartel de 'Se vende' en un portal de un edificioEuropa Press

Lotería de Navidad 2025

Así se ha devaluado el Gordo de la Lotería de Navidad: ya no tienes ni para un piso

Los 328.000 euros íntegros del premio apenas permiten comprar un piso en una gran ciudad de España

Uno de los mejores ejemplos para explicar la inflación es el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad organizado por Loterías y Apuestas del Estado.

Los 4 millones de euros por serie, 400.000 euros por décimo, que reparte El Gordo son cada vez menos valiosos. Para empezar, hay que descontar el mordisco de Hacienda a este boleto ganador, que adelgaza de 400.000 euros a 328.000 euros, mientras que en el segundo y el tercero la cifra neta se queda en 108.000 y 48.000 euros.

Estas cuantías, aunque recibidas con increíble alegría, son significativamente menos útiles de lo que lo eran en el pasado. Por poner en contexto, los 328.000 euros íntegros del Gordo apenas permiten comprar un piso en una gran ciudad de España, mientras que en el pasado el daban acceso a un numero considerable de propiedades.

Los agraciados con El Gordo en 1920 no solo tenían capacidad para comprar varias casas, sino que se podían permitirse adquirir 12 edificios y cinco coches.

La importancia de este premio se reduce con el paso del tiempo, aunque en el final de la década de 1960 todavía permitía hacerse con 12 casas y 22 coches, algo que ahora no parece si quiere imaginable. En 2008, momento de inflexión para el economía española con el estallido de la burbuja inmobiliaria, los ciudadanos premiados con el botín más suculento de la Lotería podían afrontar la adquisición de una casa y un coche sin tener que endeudarse, algo que cada vez parece más lejano.

El Plan de Educación Financiera promovido por el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Ministerio de Economía incluye como principal recomendación si le cae a uno el Gordo, evitar decisiones impulsivas, revisar con calma la situación financiera personal antes de gastar y analizar ingresos, deudas, ahorros, necesidades reales y objetivos vitales. Es decir, no precipitarse a darse caprichos o correr a amortizar la hipoteca, ya que la cantidad –por muy bienvenida que sea– no es tan espléndida en la práctica como resultaba hace décadas.

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