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16 de abril de 2024

Luis del Orleans en una imagen institucional

Luis de Orleans y Braganza

S.A.I.R. el Príncipe Luis del Brasil (1938-2022)

El muy tradicionalista jefe de la Casa Imperial

Guardián de las esencias dinásticas, no supo convencer a sus compatriotas de las virtudes de su causa

Luis de Orleans
Nació en Mandelieu-la-Napoule (Francia) el 6 de junio de 1938 y falleció el 15 de julio de 2022 en Sao Paulo

Luis Gastón María José Pio Miguel Gabriel Rafael Gonzaga de Orleans y Braganza

Heredero de la Monarquía brasileña

Fue el jefe de la Casa Imperial de Brasil desde 1981 hasta su muerte. durante este periodo, la restauración de la Monarquía fue sometida a referendo en 1993, sin éxito. Era un católico convencido, miembro de Tradición, Familia y Propiedad.

El rasgo de originalidad que provocó la caída de la Monarquía brasileña en 1889, si se la compara con otras, fue su progresismo: el empresariado de la época no perdonó al Emperador Pedro II de Braganza que impulsara la abolición de la esclavitud.
Al derrocado soberano -muerto en 1891 durante su exilio parisino- le sucedió, en ausencia de varón, su hija mayor Isabel, Princesa Imperial de Brasil, casada con el Príncipe Gastón de Orleans, conde de Eu y nieto del Rey Luis Felipe de los Franceses.
En esa unión hunde sus raíces la Casa de Orleans y Braganza, que hoy en día sigue aplicando a rajatabla -siendo seguramente la única en el hemisferio occidental- la regla de igualdad dinástica en materia de matrimonios.
Esa lógica hizo recaer la jefatura de la Casa -pese a que los descendientes de la otra rama, parientes próximos de Felipe VI, quisieron volver sobre la renuncia de su antepasado- entre 1981 y 2022 en el Príncipe Luis, hijo mayor del Príncipe Pedro Enrique y de la Princesa María de Baviera, a cuyo enlace, celebrado en Münich en 1937, asistió Alfonso XIII.
Don Luis solo pudo conocer Brasil a la edad de cinco años: las autoridades republicanas habían dispensado del exilio a la Familia Imperial mucho antes, más ciertos avatares políticos y circunstancias familiares prolongaron su estancia en Europa.
Una Europa a la que don Luis volvió durante unos años para licenciarse en Ciencias Químicas por la Universidad de Münich. Aunque nunca tuvo la intención de ejercer ninguna profesión en la vida civil, pues entendía su condición de Heredero Imperial como un sacerdocio.
Partiendo de esa premisa, este soltero empedernido, que contrajo muy pronto la poliomielitis, se dedicaba a tiempo completo a su causa, practicando el proselitismo monárquico y viviendo, junto con su hermano menor, don Bertrand, de las ayudas proporcionadas por un reducto de fieles.
Su gran momento llegó en 1993, cuando el Gobierno brasileño convocó un referéndum sobre la naturaleza del régimen. El pretendiente recorrió Brasil de cabo a rabo. Al final, la opción de la Monarquía apenas rebasó el 13% de los votantes: ese tipo de régimen ya resultaba muy lejano para una abrumadora mayoría de brasileños.
La disputa dinástica, con dos pretendientes enfrentados -don Luis y don Pedro Gastón, cuñado de la Condesa de Barcelona- haciendo campaña, tampoco ayudó.
Lo mismo cabe decir del polémico compromiso de don Luis y don Bertrand, nuevo jefe de la Casa Imperial, con Tradición, Familia y Propiedad, familia espiritual abiertamente tradicionalista, señalada no tanto por su perspectiva doctrinal como por sus métodos sectarios, incluso por autoridades eclesiales.
Ese sesgo tan nítido hizo que don Luis, secundado por don Bertrand, estuviese cada vez más desconectado de las auténticas preocupaciones del grueso de la sociedad brasileña. El Príncipe pasó los últimos años de su vida en una sencilla vivienda del barrio de Higiénopolis en Sao Paulo.
Podía haber cobrado el «laudemio», tasa del 2,5% que se cobra sobre cualquier transacción inmobiliaria en el centro histórico de Petrópolis, la ciudad imperial, que siguen cobrando los descendientes de los Emperadores, en este caso los de la rama rival, que se quedaron con la mayor parte del patrimonio histórico de la dinastía.
A don Luis, cuyo fallecimiento fue sancionado por el presidente Jair Bolsonaro con un día de luto nacional, le sucede don Bertrand, también desprovisto de descendencia, quedando como heredero el hermano de ambos, don Antonio, ingeniero civil y ejecutivo de varias empresas, casado con la Princesa belga Christine de Ligne.
La pertenencia de esta última a una casa mediatizada, aunque no reinante, hizo que el matrimonio de la pareja fuese considerado conforme a las reglas dinásticas de los Orleans Braganza.
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