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28 de marzo de 2024

Jean -Luc Godard

Jean -Luc Godard

Una vida de revolución fílmica, radicalismo, maoísmo y eutanasia

El director parisino debutó a lo grande con Al final de la Escapada, el título originario y representativo de la nouvelle vague de la que fue fundador y que abandonó por sus obsesiones políticas

Godard
Nació en París el 3 de diciembre de 1930 y falleció en París el 13 de diciembre de 2022

Jean-Luc Godard

Director de cine

El fundador de la 'nouvelle vague', que «transformó» su creatividad original en una radicalidad cinematográfica y política, decidió poner fin a su vida mediante la eutanasia a los 91 años.

Llegar a París desde Suiza en la adolescencia pudo ser el gran choque que despertó al joven Jean-Luc Godard. Quizá por eso ingresó en la Sorbona para estudiar Etnología, fascinado por la gente. El cine apareció en su vida como medio para expresar ese interés por la historia y el movimiento de sus congéneres. De parroquiano de la cinemateca y de los cines a crítico en la mítica revista Cahiers du Cinema, donde conoció a todos los representantes de la entonces próxima nouvelle vague. Cahiers como el germen de una revolución cinematográfica, que en su caso terminaría alcanzando cotas extremistas.
Tras la crítica y las primeras ideas creativas, la nueva dirección, llegaron los primeros cortometrajes, luego de lo que, apenas unos años después, se estrenaría con su primer largo, Al final de la Escapada, la película que inauguró una época y un estilo en una amplia variedad de ámbitos, más allá del cinematográfico, que lo catapultó a una fama casi popular, como la de un joven pintor genial (uno de sus objetivos), de la que más adelante se distanció por sus obsesiones políticas.
El Soldadito (que no superó la censura por el tema tratado: la guerra colonial contra Argelia), Banda Aparte, Pierrot el Loco o Alphaville, además de su amor por Anna Karina, quien protagonizó varios de estos filmes (el primero de ellos El Soldadito), fueron la continuación del efímero camino iniciado con su primera película, cuyo título casi describió el final (Al Final de la Escapada) de este primer gran impulso creativo cinematográfico que iba a quedar en su olvido, no así en el de la historia del cine.
En el mayo francés de 1968, o quizá «por» el mayo francés, todo aquel «juvenil» impulso se volcó en la revolución conceptual que le llevó a adherirse al maoísmo, junto a otros artistas e intelectuales como Sartre o De Beauvoir. Desde entonces su obra abandonó una suerte de concepción pop, para adentrarse en los ciertamente oscuros caminos de la fabricación obrera, en un cine confeccionado para revolucionarios.
El propagandismo al que se abandonó en experimentos fanáticos que enterraron su evidente talento más allá, incluso, del grupo Dziga Vértov, fundado por él en homenaje al documentalista del mismo nombre que revolucionó el género. Por entonces, la bella Anna Karina, como si fuera la representación física de la extinta nouvelle vague, había sido sustituida por la joven estudiante Anne Wiazemsky, de la que también se separó cuando la utopía comunista, que intentó llevar sin éxito a un público más amplio, se le deshizo sin remedio.
Volvió al cine convencional tras rechazar fílmicamente su época maoísta. Películas conceptuales y polémicas que tuvieron su culminación en Historias del Cine, casi la explicación del porqué de su carrera, de su rumbo, de su significado inéditos. Esas Historias de Godard que, a pesar de la renuncia final, nunca pudieron apartarse del todo de la Guerra Popular maoísta, imposible de acabar casi igual que su propia vida, a la que decidió poner fin a los 91 años de edad.
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