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16 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Las mentiras de Manglano

Cuando en una información hay datos que conoces de primera mano y son falsos o están radicalmente mal, no te puedes creer nada de lo que se publica. Lo que se puede aplicar a toda esta serie de los «papeles de Manglano»

Actualizada 16:33

Los llamados «papeles de Manglano» llevan semanas llenando páginas de periódico con supuestas revelaciones verdaderamente sorprendentes. Uno atribuye valor a esas revelaciones en función del crédito que da al autor, jefe máximo de la inteligencia española durante 14 años. Lo publicado sobre el pago por el Palacio de la Zarzuela del rescate de Diego Prado, secuestrado por ETA, es mentira de la primera palabra a la última y una infamia. Y todavía están vivas bastantes personas que intervinieron en la recaudación del dinero para el pago a ETA, aunque no los coordinadores de esos actos: el abogado Rodrigo Uría, que durante meses dejó la dirección de su prestigioso despacho para dedicarse a esto, y el hermano del secuestrado, Manuel.
Hubo un tiempo en que el verdadero periodismo consistía en que cuando te dan documentos que pueden ofrecer una exclusiva, se coteja los datos que aporta el informante con otras fuentes. Eso es periodismo. En la información aparecida en las últimas 24 horas sobre el pago por el secuestro de Diego Prado no hay nada que ratifique lo dicho por fuentes muertas hace tiempo, a pesar de la multitud de fuentes vivas con elementos para desmentirlo. Nadie les preguntó. Que no te estropeen un buen titular. 
Como saben muchas personas que contribuyeron a la suma total que se pagó –que es exactamente la mitad de la menor de las que aparecen en el papel citado–, el dinero salió de préstamos solicitados con grandes dificultades contra el patrimonio de Diego y Manuel Prado, así como –de forma muy sustancial– a la aportación de su cuñada Catherine Lacoste, casada con Jaime Prado. En ningún momento se tuvo ni la más mínima comunicación con Zarzuela y su entorno en la seguridad de que sus teléfonos estaban pinchados y cualquier indicación de que se estaba preparando un pago ilegal desbarataría todo el proceso.
Por supuesto que Manuel Prado negó haber pagado el rescate ni haber vendido patrimonio para ello. No podía hacerlo, pero podía vender o hipotecar sus bienes para cualquier otra actividad. Como es lógico, no quedó ni el más mínimo rastro del pago porque era ilegal. Y mientras se recaudaba el dinero, Manuel Prado estaba ingresado en el hospital tras una operación de estómago y recibía frecuentes llamadas del ministro del Interior, José Barrionuevo, advirtiéndole de no cometer errores.
Entre los actores de estos hechos que siguen vivos figura la hija mayor de Diego Prado, que da la casualidad de que es mi mujer. También otros de los que estaban allí en esas horas recuerdan a muchos amigos que aportaron dinero. Entre otros, desde un rejoneador amigo de la mujer de Diego Prado hasta un joven empresario íntimo de la familia que en esa época tenía la marca de camisetas de algodón más famosa de España y un día se presentó en el domicilio de sus amigos con varios millones de pesetas para ayudar a la causa. Y muchos otros. Antes de empezar el pago del rescate, Manuel Prado enseñó a toda la familia las montañas de billetes en moneda de diferentes países, con la que se consiguió la libertad de Diego. Esa suma se pagó hace 38 años y ningún hecho allí sucedido es perseguible hoy. Pero quiero aclarar a quienes tengan legítimas dudas sobre la posibilidad de rescatar a una persona de quienes van a matarle que si yo pago mis impuestos para que el Estado garantice mi seguridad y el Estado fracasa en ese intento, yo creo que  tengo derecho a intentar salvar mi vida por todos los medios a mi alcance. Y eso es lo que hizo la familia Prado sin pedir un céntimo a Su Majestad el Rey.
Yo siempre digo que cuando en una información hay datos que conoces de primera mano y son falsos o están radicalmente mal, no te puedes creer nada de lo que se publica. Lo que se puede aplicar a toda esta serie de los «papeles de Manglano». Yo sé de primera mano que los apuntes de Manglano sobre Diego Prado son radicalmente falsos. Es más: si eso es lo que sabía el CESID, es que no se enteraba de nada. Pobre España. En qué manos hemos estado.
Otrosí: uno de los autores de esta saga con la que se está castigando al Rey Juan Carlos es la única persona en España a la que Don Juan Carlos le prologó un libro, una biografía de un tío abuelo del periodista. En la dedicatoria que el autor me escribió en mi ejemplar, dice: «A Ramón Pérez-Maura, firma de referencia en la defensa de la impecable labor de Don Juan Carlos en la defensa de España y de los Españoles.» Y, releído hoy, le entra a uno la duda de cuándo es cuando este periodista ha escrito sin tener ni idea de lo que dice: si cuando publicó ese libro en 2015 o con estos papeles en 2021.
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