Sin hijos no hay futuro
De continuar así, a finales de este siglo, los españoles seremos muy escasos, apenas veinte millones
España, junto con Corea del Sur, Taiwán y Singapur, está a la cola del mundo en la tasa de natalidad. Recogíamos ayer en El Debate el dramático informe que sobre población elaboran dos demógrafos de contrastado prestigio, Macarrón y Leguina, bajo los auspicios de la Facultad de Humanidades de San Pablo-CEU. De continuar así, a finales de este siglo, los españoles seremos muy escasos, apenas veinte millones. Nos está ayudando algo la inmigración, especialmente nuestros hermanos de Hispanoamérica, pero esa no es la solución. Seguimos, no obstante, ciegos y sordos ante este problema. Si España no tiene un relevo poblacional en condiciones, acabaremos desapareciendo. El norte de nuestro país, por ejemplo, es un desierto; verde, pero desierto, con aldeas y pueblos vacíos. Nos hemos educado en un mundo donde no queremos enfrentarnos a las dificultades. Pues voy a hacer hincapié en mi tesis: nada hay mejor en una mujer que ser madre y en un hombre ser padre. Los hijos siguen siendo la mejor aventura del ser humano en esta Tierra. Sin ellos no hay futuro. España se desliza hacia el precipicio del vacío y deberíamos volver a prestigiar la maternidad. Nuestros descendientes son la vida misma y forman parte del destino que cada uno quiere protagonizar, aunque ellos necesitan alas para volar lejos del nido, como nosotros hicimos. Uno deja de ser hijo cuando pasa a ser padre y así continúa el hilo de sangre que nos trajo hasta aquí y que dejará nuestra huella en el viejo camino de la vida. No voy a insistir mucho más. Solo recordaré que sin niños, sin hijos, no hay futuro.
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