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26 de abril de 2024

Post-itJorge Sanz Casillas

Que te vote Oltra

Al PSOE hace tiempo que le votan dos colectivos: el socialista muy militante y el elector mercenario, que es aquel consciente de que con el PSOE le puede caer un empleo público, un bonobús o indulto, dependiendo del caso

Actualizada 10:18

A comienzos de este siglo hubo una generación de españoles (en la que me incluyo) que se hizo adulta escuchando y leyendo que Rita Barberá y Francisco Camps eran en la vida real lo que Cruella de Vil y Pierre Nodoyuna en la ficción para niños. Ella, una avariciosa con pieles. Él, un villano sin remedio.
Pese a todo, en 2015 volvió a ganar las elecciones el Partido Popular, y solo una coalición a tres de PSOE, Compromís y la sucursal valenciana de Podemos cambió el signo de la Comunidad y el Ayuntamiento. Tan malos no serían, pensaba uno, pero la campaña de desprestigio era ya muy intensa al oeste de Motilla del Palancar.
De acuerdo con la encuesta que publicamos hoy, esa fórmula (que revalidó mandato cuatro años después) tendría los días contados. Ximo Puig, el inefable Joan Baldoví y el resto de fuerzas a mitad de camino entre el morado y el rosa –¿alguien sabe algo de Yolanda Díaz?– estarían viviendo con tiempo prestado, aunque a la vista de cómo están los números da cierto pudor ponerlo por escrito.
A nadie se le escapa que Valencia es quizá la pieza más codiciada de todas las que se disputan el 28-M. Excepción hecha de Madrid, donde los liderazgos están definidos, Valencia sí puede suponer una derrota sensible para el sanchismo y toda la ideología de izquierdas que ha hecho carrera y negocio parasitando su propia debilidad. El deterioro de la marca es indiscutible y hay peligro de que pretendan que paguemos la remontada entre todos, a fuerza de becas y subvenciones diversas.
Porque a Sánchez y sus siglas hace tiempo que les votan dos colectivos: el socialista muy militante y el elector mercenario, que es aquel consciente de que con el PSOE le puede caer un empleo público, un bonobús o indulto, dependiendo del caso. O quizá las tres cosas, pues si hace siglos una ardilla podía recorrer España saltando de árbol en árbol ahora podría hacerlo de pensionista en pensionista y de funcionario en funcionario.
Nadie sabe qué pasará el 28-M, pero sí podemos intuir qué televisión tendríamos si el caso Azud o el caso Oltra hubieran estallado en siglas diestras. También podríamos imaginar (aunque nos quedaríamos cortos) qué habría pasado si en Madrid muere una niña por peritonitis después de acudir tres veces a urgencias: marea blanca, Al Rojo Vivo y papeleta naranja, de Compromís.
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