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24 de abril de 2024

Ojo avizorJuan Van-Halen

Sánchez y Tamames ganan

La implacable moción de censura a la que teme Sánchez son las elecciones. Plantear este 'show' a dos meses de las urnas no tiene sentido a no ser que haya aguas subterráneas

Actualizada 01:30

Vivimos vísperas de la moción de censura, una fórmula constitucional burlada en su fundamento y objetivo. La propuesta de hacer candidato a Tamames fue la ocurrencia de un personaje inteligente y un tanto histriónico. No logro explicarme cómo Abascal se dejó convencer. Le fallarían otros. El pasado 11 de febrero escribí la columna «Tamames y Vox» señalando que a una personalidad fuerte y con gran ego como Tamames no se la puede controlar. Tamames dirá lo que le venga en gana guste o no a Vox, coincida o no con lo que sostiene Vox. También anoté que «a sus votantes puede que no les guste el experimento». En la comparecencia conjunta del pasado jueves poco se aclaró. Y en los papeles filtrados por cercanos a Tamames, con su conocimiento o sin él, se evidencia que se repetirá lo ya dicho tantas veces en el Congreso, eso sí con citas cultas que nunca vendrán mal a ese auditorio. Que el Gobierno y sus socios ningunean a la Constitución, atentan contra la unidad de España, lesionan la división de poderes, olvidan la Transición y cercan a la Monarquía parlamentaria, lo comparten la mayoría de los españoles.
El candidato multiplicó sus apariciones en medios. Tras algunas declaraciones singulares, llamémoslas así, los medios recibían llamadas de quienes se decían votantes de Vox mostrando incomodidad por lo que Tamames adelantaba que iba a decir y no aprobaban lo que anunciaba que no iba a decir; no quiere hablar del feminismo, ni de la violencia de género entre tantos temas calientes, y su entendimiento de la situación en Cataluña es peculiar: cree que España es una nación de naciones. Tamames declara no haber votado nunca a Vox ni coincidir con muchas de sus ideas: «No voy a estar de acuerdo con todos los modismos y parábolas de Vox» y considera una de sus «extremosidades» que «lleven la bandera por todas partes». Además no cree que Sánchez sea el peor presidente de la democracia. Es educado; tratará a Sánchez con delicadeza.
En Vox justifican los desacuerdos en que Tamames es un candidato independiente. Italia ha tenido no pocos primeros ministros independientes y siempre se sintieron responsables con los partidos que les patrocinaban. La moción de censura vulnera el fondo y frivoliza una potente fórmula constitucional y me temo que resultará un show. A Tamames se le ve encantado. Con una biografía intelectual dignísima le llega un protagonismo que a su edad no esperaba y desea aprovecharlo para airear sus propios planteamientos y, sobre todo, para llenar con su nombre la actualidad nacional. Cuando un periodista le preguntó qué opinaba del feminismo, Tamames respondió que no va a entrar en ese tema «porque no soy sociólogo». ¿Sólo hablará de economía? Claro que no.
Ante la moción lo más predecible es el discurso de Abascal. La suya, no la de Tamames, será la voz de Vox. Su crítica será dura desde su posición conocida; en el fondo nada nuevo. Pero el candidato es Tamames que llevará el peso de la censura y dirá lo que le pete. Sánchez se mostrará entre hostil y amatorio, condescendiente y centrado porque le centrará Tamames sin quererlo. Todo es cómico y un tanto infantil. Que el candidato de una moción de censura invite a cenar en su casa al presidente del Gobierno censurado para compartir estrategias merece un adjetivo más expresivo que insólito. Sánchez no aceptó. Me preocupa Tamames, al que sigo, él lo sabe, desde hace muchos años.
El próximo miércoles Sánchez habrá ganado. Tamames personalmente también. Abascal habrá repetido lo que le hemos escuchado en el Congreso tantas veces. La coalición y los socios de Sánchez aparecerán unidos y los temas de corrupción socialista aparcados. A Sánchez sólo le interesará atacar al PP por abstenerse. ¿Qué otra cosa podía hacer en una moción ajena y nacida para fracasar? La implacable moción de censura a la que teme Sánchez son las elecciones. Plantear este show a dos meses de las urnas no tiene sentido a no ser que haya aguas subterráneas. He recordado alguna vez el oportuno error en el voto de los diputados de Vox que permitió a Sánchez manejar desde Moncloa los fondos europeos. En varios artículos ya manifesté mi sospecha de una pinza. ¿La hay? Me estoy volviendo conspiranoico. Qué cosas.
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