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17 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Al fin lo sé: soy un ultra

Mi sintonía con buena parte de los años de gestión gubernamental de Mariano Rajoy hizo que un buen día me hallara ubicado en lo que desde Vox se llama con tanta alegría «la derechita cobarde». Qué se le va a hacer…

Actualizada 01:30

Déjenme que se lo explique. Yo siempre me he creído una persona bastante centrista. Cuando digo siempre, me refiero a los 34 años de carrera profesional que acumulo. Mi sintonía con buena parte de los años de gestión gubernamental de Mariano Rajoy –con quien también discrepaba en algunas cosas para mí importantes– hizo que un buen día me hallara ubicado en lo que desde Vox se llama con tanta alegría «la derechita cobarde». Qué se le va a hacer…
Pero acabo de descubrir que los de Vox se equivocan al ubicar a las gentes como yo en el espectro ideológico. Ahora hemos sabido que somos de ultraderecha. Y yo con estos pelos. Como habrán leído ustedes –espero que en El Debate– las Cortes Valencianas tienen un nuevo presidente. Se trata de la diputada de Vox Llanos Massó. Su elección fue respondida en la calle con manifestaciones contra la llegada de la «ultraderecha» a la Presidencia de las Cortes. Éste es el típico giro antidemocrático de la izquierda. Cuando pierden las elecciones salen a la calle a manifestarse contra el ganador. Ya lo vimos en Sevilla la primera vez que Juanma Moreno logró una mayoría en coalición con Ciudadanos –que también debían de ser unos fascistas– y con el apoyo externo de Vox. Intolerable. Pero estas cosas no pasan sólo en España. Cuando Trump ganó las Presidenciales, activistas de izquierda tomaron Washington en manifestaciones contra la victoria del que los norteamericanos –y su sistema electoral– habían escogido.
Mi desconcierto ideológico viene de que la nueva presidenta es definida como ultracatólica por estar en contra del aborto. Vamos, que yo también soy un ultra sin remedio: estoy en contra del aborto. Lo estoy por muchas razones, la mayoría de ellas no religiosas. Pero sí hay un dato relevante: la doctrina de la Iglesia Católica, a la que pertenezco en plena libertad y en cuyo seno espero morir, nos enseña que la práctica del aborto es un pecado mortal de la máxima gravedad. Tanto, que a quien lo practica y quien pide que se le practique no puede obtener el perdón confesándose con cualquier sacerdote. Es decir, esto es algo que afecta al creyente que libremente quiere ser Iglesia. Así que, todos los que queremos ser Iglesia ¿somos ultracatólicos? Esta afirmación me tiene verdaderamente desconcertado. Dado el enorme entusiasmo que muestra la progresía internacional hacia algunas posiciones de S.S. el Papa Francisco, me gustaría mucho que escuchen su posición sobre el aborto. E igual descubren que este ultra que arriba suscribe tiene en esta materia la misma posición que el Papa y que la ultracatólica Llanos Massó. Vaya por Dios. Ahora resulta que el Papa es un ultra y el mundo sin entrarse.
Otrosí: Parece ser que Massó también cuestiona el cambio climático. Yo no lo cuestiono en absoluto. El cambio climático nunca se detiene. Sucede desde hace milenios. ¿Por qué hoy hay desiertos donde hace unos miles de años había glaciares? Por el cambio climático. Y ese cambio climático a lo largo de los siglos no lo ha provocado la acción humana. No existían motores de combustión, ni máquinas de aire acondicionado, ni aviones… Ni nada con lo que se pueda frenar el cambio climático natural. Así que sigan diciendo que el cambio climático es culpa del hombre y vayan a buscar al de cromañón que fue el que puso el cambio en marcha.
Y a estas alturas va a resultar que los de la derechita cobarde también somos ultracatólicos y ultranegacionistas. No nos falta de «ná».
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