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HorizonteRamón Pérez-Maura

Trump: cara y cruz

Las medidas de Trump no necesariamente provocarán una recesión en la economía norteamericana porque el crecimiento de la economía de los Estados Unidos puede ser lo suficientemente grande como para absorber el daño que le causen los aranceles

Actualizada 08:04

Creo que es difícil discutir que la victoria de Trump llegó en buena medida gracias a las desastrosas políticas de la Administración Biden. Si no lo hubieran hecho tan mal, difícilmente podría haberse rehabilitado la figura del presidente tan dañada tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

En mi modesta opinión, una de las gotas —que más bien sería un chorro— que ha colmado el vaso ha sido la de las políticas woke, que tanto daño han hecho a la sociedad norteamericana. Y por eso fue tan relevante que en su primera jornada en la Presidencia Trump dijera una cosa tan simple, pero que se ha vuelto de enorme profundidad, como que solo hay dos géneros: masculino y femenino. Trump ha tenido el instinto de detectar el hartazgo de la población norteamericana que no aguantaba más la tergiversación de su historia ni el derribo de estatuas tan admirado por la izquierda a ambos lados del Atlántico.

Como sabemos muy bien desde que llegó a la Casa Blanca en su primer mandato, Trump se caracteriza por hacer lo que promete en campaña electoral. En Europa, acostumbrados a una clase política que promete lo que sea y luego hace lo contrario —y en eso, Pedro Sánchez es el ejemplo paradigmático— aquí no se creían que Trump fuera a cumplir lo prometido. Por más disparatado que nos pudiera parecer. Y aquí estamos, en una guerra de aranceles que en mi modesto entender no puede ser buena para nadie. Porque ni Trump puede vencer a las leyes de la economía.

Es legítimo creer en las bondades de una economía altamente intervenida, pero también es cierto que no conozco ninguna que haya funcionado a lo largo de la Historia. Y Trump se mete sin ninguna necesidad en lo que The Wall Street Journal. ha llamado «La guerra comercial más tonta de la Historia». Y el Journal no es exactamente un periódico de izquierda. Pero es que estamos viendo el mundo al revés. Un presidente de un país que históricamente ha defendido el libre comercio ahora lo ataca. Y el secretario general del Partido Comunista de China acude a la Organización Mundial del Comercio a defender la libre compraventa de productos entre países. Increíble.

Canadá ha reaccionado de inmediato amenazando con aranceles a bienes como el zumo de naranja, el whisky, la cerveza, el vino, las verduras, el perfume, la ropa, el calzado, los muebles y otras cosas. Y el anuncio de aranceles a todos esos productos sería solo el comienzo de la guerra. Porque Pierre Poilievre, el candidato conservador canadiense, favorito a la victoria electoral en todas las encuestas, ha apoyado la respuesta de Justin Trudeau. Pero su disposición a tomar medidas hizo que la imposición de aranceles que debía entrar en vigor hoy se suspendiese. México, como Colombia hace días, cedió de inmediato ante la amenaza de aranceles y se comprometió a desplegar al Ejército en la frontera para impedir la inmigración ilegal. Veremos lo que ocurre en un mes, plazo de prueba otorgado por Trump.

Las medidas de Trump no necesariamente provocarían una recesión en la economía norteamericana porque el crecimiento de la economía de los Estados Unidos puede ser lo suficientemente grande como para absorber el daño que le causen los aranceles. Pero en México y Canadá, donde el crecimiento es mucho menor, éste depende del mercado norteamericano para buena parte de su Producto Interior Bruto. Se avecina una tragedia si finalmente se imponen los aranceles.

A día de hoy, el objetivo de Trump son México, Canadá y China. Países indistintamente aliados o enemigos. El resto de Europa, Asia e Hispanoamérica está aparentemente al margen. Por eso es tan importante proceder con acuerdos de libre comercio con otras partes del mundo al margen de Estados Unidos. Ahora se ve la relevancia del tan criticado acuerdo de libre comercio de la UE con Mercosur firmado el pasado diciembre, así como el firmado con Suiza por un montante de 550 millardos de euros. China ha hecho nueve acuerdos de libre comercio desde 2017 y el mundo es mucho más dependiente hoy de los suministros chinos a la vez que China lo es de la demanda global. Hay muchos otros acuerdos de libre comercio en África, Hispanoamérica e India. Y la actitud de Trump puede fomentar más en terceros países. Porque Estados Unidos no ha firmado ningún acuerdo de libre comercio desde 2011. Veremos a la larga quién se beneficia más.

Porque, como concluye el editorial del Journal de ayer lunes, «Trump cree que los aranceles no solo son válidos como herramienta económica, sino que son en sí mismos virtuosos desde un punto de vista económico. Esto provocará que amigos y rivales tengan que reevaluar su dependencia del mercado americano, lo que tendrá consecuencias difíciles de predecir. Cómo ayuda esto a los Estados Unidos es difícil de predecir. Así que sí, ‘La guerra comercial más tonta de la historia’ suena correcto, si es que no es más grave que eso».

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