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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Hacer el gorila en la moqueta

Óscar Puente tiene cabeza para más, pero ejerce de insultador oficial porque su jefe le ha encargado ser el guiñol de la cachiporra del régimen

Actualizada 11:12

Winston Churchill, el héroe de Inglaterra, gastaba un rostro de can bóxer pegado a un puro. Roosevelt ganó la II Guerra Mundial en silla de ruedas y con una mantita sobre las piernas. De Gaulle, que devolvió su orgullo a Francia, presentaba una curiosa cara alargada, como de perenne sopor, y unas notorias orejas de soplillo… Pero a los políticos no se los juzga por su físico, por supuesto, sino por su visión, temple y honestidad.

El ministro Óscar Puente, un abogado pucelano de 56 años que no evoca exactamente a Adonis, se ha lanzado a insultar en X/Twitter a Abascal a cuenta de su aspecto físico. Muestra así una generosa indulgencia con su propia estampa y una microscópica categoría humana. Nada nuevo. Puente ocupa en el sanchismo el cargo de FOE (Faltón Oficial del Estado). Para eso lo han puesto ahí. Actor de teatro aficionado en su juventud, la goza con su papel de bravucón pasado de rosca. De hecho, quienes lo han tratado comentan que en privado muta y se muestra como una persona educada y razonable, con cabeza para algo mejor.

Los trenes, que dependen del Faltón Oficial del Estado, están hechos una mierda (y disculpen la crudeza, pero es el mejor resumen). Las autovías apenas reciben el obligado mantenimiento. Se han convertido en una colección de baches, con trayectos donde se ha vuelto difícil transitar por uno de los carriles. Tampoco se perciben iniciativas notables para mejorar nuestras redes de transportes, que en su día dieron un increíble salto y se convirtieron en bandera del avance de España. Ahora la prioridad en la agenda es lisonjear al separatismo xenófobo catalán, y poco más.

Con unos resultados muy mejorables en lo que le compete, el Faltón Oficial del Estado se dedica a la dinamita verbal y tuitera. En uno de sus derrapes verbales llegó a acusar a Milei de drogarse, detonante de una absurda crisis diplomática con Argentina.

La colección de insultos del ministro Puente no cabe aquí. Los españoles que no simpatizan con la izquierda son despreciados por sistema como «la fachosfera». Los periódicos que publican informaciones críticas con el Gobierno son «panfletos», «contenedores de porquería» y «medios de los bulos». Sus periodistas, intimidados a veces por sus nombres por el ministro matón, son corruptos a sueldo, o fascistas hediondos. Ayuso presenta «un dudoso equilibrio mental». La consejera de infraestructuras de Mañueco es «una sinvergüenza»… Además, Puente compite con Bolaños, Alegría y Óscar López por ver quién presiona más a los jueces. Aunque el gran Félix resulta imbatible a la hora de arrastrarse en defensa de la mugre familiar del Líder Supremo.

Pero el problema no estriba en el ministro bocazas. Puente es solo un peón, una nota desagradable a pie de página. Lo grave, lo relevante, es lo que hay detrás: tenemos un presidente que le ha encargado saltarse todas las reglas no escritas de conducta en la vida pública y golpear sin límites.

Puente es solo el muñeco de la cachiporra en el guiñol del muro. Sánchez concibe la política como si estuviésemos en el planeta de los simios. Le ordena hacer el gorila en la moqueta porque para Mi Persona no existen los adversarios, que es lo propio de una democracia, ahora son enemigos y no pueden llegar al poder bajo ningún concepto. Caminemos todos y todas de la mano hacia el gobierno perpetuo de la «mayoría social progresista»; cosa que por otra parte no existe, pues lo que manda en España es una sopa de letras de la extrema izquierda y los separatistas.

(Posdata: admirable Óscar, dígale al chófer que una tarde de estas le acerque a un Zara Home, que están de rebajas, píllese un espejo y eche una rápida ojeada. Igual le entran ganas de moderarse en las alusiones físicas…).

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