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Desde la almenaAna Samboal

La mano de Montero

¡Qué ingrata es la política! Le ha tocado defender el cupo catalán en Barcelona, al tiempo que le obligan a ser candidata y abogada de un modelo de solidaridad fiscal en Cataluña. Y, lo que es peor, le han endilgado también la tarea de abrazarse a Yolanda Díaz

Actualizada 01:30

Su vehemencia la arrastra hacia simas cada vez más inseguras. Ha puesto tantas veces la mano en el fuego por su director de gabinete, que María Jesús Montero ya no puede dar marcha atrás. Y, sin embargo, algo se maliciará cuando, en la última sesión de control al gobierno en el Congreso, no se ha atrevido a llegar tan lejos. En respuesta a la diputada Esther Muñoz, la vicepresidenta no se ha puesto esta vez el mundo por montera para lavar la cara de Carlos Moreno, jefe de su agenda y hombre de confianza en Ferraz. En esta ocasión, se ha limitado a tratar de defenderse con un torpe ataque, acusando a la portavoz del PP de dar credibilidad a un delincuente confeso o de menospreciar al colectivo de profesionales que trabajan en Hacienda. Es fácil probarlo, porque nadie en el Gobierno tiene atribuida la facultad o el poder legal para aplazar una deuda tributaria, pero sí hay alguno –muy pocos– con el estatus suficiente para influir sobre un procedimiento de ejecución en marcha.

Con todo, no son las supuestas andanzas y finanzas de su jefe de gabinete el mayor de sus problemas. De momento y con permiso de Ábalos y Aldama. La mujer más poderosa del Ejecutivo, la que hace casi un año se rasgaba las vestiduras a las puertas de Ferraz tras la carta en la que el líder de su partido dejaba en suspenso su función durante cinco días, se mueve entre arenas movedizas, quizá en el peor momento. ¡Qué ingrata es la política! Le ha tocado defender el cupo catalán en Barcelona, al tiempo que le obligan a ser candidata y abogada de un modelo de solidaridad fiscal en Cataluña. Y, lo que es peor, le han endilgado también la tarea de abrazarse a Yolanda Díaz, aunque la responsable de Trabajo pretenda propinarle un bofetón de campeonato en el Parlamento a cuenta de la tributación del salario mínimo. No es de extrañar que, ante la carcajada de la oposición y el bochorno de la susodicha, su compañera de bancada, confunda el aumento de recaudación con el descenso. O lo contrario, porque vaya usted a saber lo que quería decir de tanto echar balones fuera.

Y es que la tarea de llevar las cuentas del Reino es harto complicada para tener que dedicarse al partido como número dos, a coger el AVE destino Sevilla cada dos por tres y, para colmo, a investigar las andanzas del señor que le lleva la agenda en el Ministerio. No es la mano lo que se puede achicharrar María Jesús Montero, es ella entera la que está quemada.

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