«A todos los fachas de este país»
Si el fascismo es sinónimo de rechazar que el futuro de España lo decidan entre Zapatero, Puigdemont y un mediador salvadoreño al que nadie votó, he aquí un facha. Un fascista irredento
Minutos antes de empezar la manifestación del 1 de mayo, donde ya solo van los muy cafeteros o los que cobran por ello, varios ministros y ministras del Gobierno de España guardaban fila pacientes para comparecer ante los medios de comunicación. Primero habló Yolanda Díaz, después Elma Saiz y más tarde Óscar López, quien se dirigió «a todos los fachas de este país» en una intervención por momentos histérica, pero en esencia guerracivilista.
Para quien no lo conozca, Óscar López es el secretario general del PSOE de Madrid y en sus ratos libres el ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública (sea eso lo que sea). López nació en Madrid, pero está muy vinculado a Segovia, la tierra de su madre, donde casi nadie le votó cuando intentó presidir, sin éxito, la Junta de Castilla y León. Se estrelló en las urnas de 2011, durante los estertores del zapaterismo, y hoy ejerce de antagonista de Isabel Díaz Ayuso, para lo que ha elegido el camino del insulto a todos aquellos que, por lo que sea, pues no comulgan con lo que representa el PSOE.
Llegado este momento, se hace necesario que Óscar López nos explique qué es exactamente un facha, porque en lo que va de sanchismo hemos ingresado en la fachosfera gente muy variada. Entraron Joaquín Leguina y Nicolás Redondo, socialistas históricos. También los que defendemos que la amnistía no cabe en la Constitución o que la presunción de inocencia es lo que diferencia a las democracias occidentales de los regímenes totalitarios. También los que opinamos que el artículo 134 de la Constitución no admite interpretaciones creativas y que el Gobierno está obligado a presentar los presupuestos aun a riesgo de perderlos. E incluso los que pensábamos que la canción Zorra era una mierda como para llevarla a Eurovisión, como quedó demostrado.
Confieso que no tengo un conocimiento muy profundo de los principios doctrinales del fascismo, pero dudo que entre ellos figure el rechazo a Pedro Sánchez. Me sé lo elemental: lo que estudié en tiempos de la LOE aprobada por José Luis Rodríguez Zapatero. Sí aprendí por mi cuenta, porque me gusta el ciclismo, que a Benito Mussolini le espantaba la maglia rosa, la camiseta que distingue al líder del Giro de Italia, porque le parecía afeminada: «Ese color es adecuado para las bragas de las señoras no para hazañas de superhombres», decía el dictador italiano.
Sea como sea, y por no alargarme más: si el fascismo consiste en rechazar esta manera de gobernarse, si el fascismo consiste en condenar que un individuo con 121 escaños nos dirija como si tuviera 180, y si el fascismo es sinónimo de rechazar que el futuro de España lo decidan entre Zapatero, Puigdemont y un mediador salvadoreño al que nadie votó, he aquí un facha. Un fascista irredento.