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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Chonuca

Se ha metido una cochambre de gente en el Congreso que sólo por ello, se entiende que nos gobierne Sánchez y nos legislen separatistas, ladrones y terroristas

Actualizada 01:30

En las zonas menos capitalinas de la provincia de Santander, el cerdo es el chon. En invierno, en muchos lugares se cumple y festeja la matanza, que al cabo del tiempo se convierte en jamón, salchichón, lomo, y chorizos y morcillas. Aquí, en el norte montañés la voz 'chonuca' —cerdita—, tiene un deje cariñoso que ha llegado hasta el folclore local.

No comas más manzanucas

que vas a ponerte, niña

más gorda que una chonuca.

Para la RAE, despatarrarse es abrirse excesivamente de piernas. Ignoro cómo se dice en Cataluña. En Andalucía se comen la «d» y pronuncian «espatarrarse». Tuve un gran amigo inglés que se enamoró como un cadete de una guapísima jerezana. Allí en aquellas tierras bendecidas, 'recogerse' es como recluirse en la habitación para echar una siesta o dormir toda la noche. Se cuenta de don José Domecq de la Riva, que le venía el sueño antes de comer, la beatífica siesta del carnero, y su mayordomo se lo impedía: —Don José, no se recoja ahora porque no va a tener sueño para recogerse en la siesta—. Mi amigo enamorado llamaba todas las mañanas a su amada. Con mala suerte: —La señorita no se puede poner porque está 'recogía'. Y un día protestó airadamente. —Entonces, cuando se espatarre dígale que le ha llamado Spencer—. Se devolvieron los rosarios de sus madres y se quedaron con todo lo demás.

Hay muchos sitios para espatarrarse y del mismo modo que abundan los lugares donde espatarrarse, además de una grosería, es una cerdada. La educada diputada de ERC en el congreso, Pilar Vallugera, o algo así, más o menos, se espatarró (ignoro con qué fin) en el Congreso de los Diputados. Creo que está acusada por dos exdiputadas de ERC de acoso laboral. Piernas muy blancas y feas depositadas sobre el tablero que cada diputado tiene asignado. Al paso que vamos en estas lacerantes y traidoras legislaturas llegará el día en el que un congresista, en los momentos previos a su intervención en la tribuna, se abra la bragueta, se saque el pirulí y oriente su riachuelo a la mesa de los taquígrafos, que no tienen la culpa de nada y se limitan a cumplir con su deber.

Me consta que muchos catalanes están avergonzados, pero me tendrán que reconocer que tienen costumbres de grueso mal gusto del que se sienten orgullosos. Los 'caganers', por poner un ejemplo. En la imagen que ilustra en El Debate la cochinada de esta pobre mujer aparece un calvo de ERC que mira asombrado lo que está viendo y se arrepiente de no haber viajado a Madrid con mascarillas o máscaras de gas como las de los tebeos de 'Hazañas Bélicas'. Se ha metido una cochambre de gente en el Congreso que sólo por ello, se entiende que nos gobierne Sánchez y nos legislen separatistas, ladrones y terroristas.

No termino de controlar mi asco ante semejante y porcina demostración de nada. Esas bragas a la vista de los diputados de enfrente ni sirven ni reivindican. Se trata, simplemente, de una falta de respeto inadmisible y la demostración de que la exhibicionista procaz y productora de un recelo de cercanía, no conoce su cuerpo.

Se abrió y enseñó las cucas,

nadie, ni sus compañeros

rieron a la chonuca.

Y por mí, si ustedes me lo permiten, doy fin al episodio de la elegante dama espatarrá, que también vale el espatarrá, faltaría más.

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