Bego y Azagra, dos talentos en el paro
Curioso: desde que se descubrió el dedazo presidencial, el hermanísimo y la seudo primera dama no han vuelto a trabajar; parece que sin enchufe ya no hay éxito
Es lastimoso desperdiciar el talento, el capital humano. Y eso es lo que está haciendo España con dos profesionales eminentes, que de manera inexplicable se encuentran ahora mismo en el dique seco, mano sobre mano, ociosos mirando a las musarañas. Hablamos del prestigioso director de orquesta David Sánchez Pérez-Castejón, de 51 años, conocido en los círculos artísticos como el maestro David Azagra, y de la visionaria ejecutiva y académica María Begoña Gómez Fernández, de 54.
En un tiempo nada lejano, España sí supo apreciar la valía de ambos. El maestro Azagra, formado durante ocho años en San Petersburgo y coautor de la excelsa Danza de las Chirimoyas, se encontró a su regreso en nuestro país con que no lo contrataban ni para tocar las maracas en las orquestas de verano. Por fortuna, los avezados melómanos socialistas que gobernaban la Diputación de Badajoz sí supieron reparar en sus cualidades y se aprestaron a ficharlo creando de la nada un puesto acorde a su valía.
Aquella España, «progresista y feminista», acertó a fijarse también en las cualidades de Begoña Gómez Fernández. Al mismo tiempo que su marido llegaba a la Moncloa, su carrera profesional recibió un enorme impulso (mera casualidad, por supuesto). Aunque la esforzada señora carecía de título universitario y su currículo laboral era mediocre, un centro educativo privado la fichó y la colocó rápidamente al frente de un entrañable chiringuito llamado África Center. Tanto destacó allí la ejecutiva que el mercado se la rifaba. Así que enseguida dio el salto a la Universidad Complutense, donde abrumados por su capacidad profesional le concedieron una cátedra extraordinaria. Su desempeño resultó de tal calibre que varias multinacionales se aprestaron a proporcionarle ayuda pecuniaria para su proyecto educativo, pasta que era reclamada por una asesora de la Moncloa a la que pagábamos todos con nuestros impuestos. Qué bonito.
Pero como saben, en España existe una sórdida conjura de «señores con puros en cenáculos de Madrid» (Sánchez dixit), «jueces del lawfare» (Bolaños dixit) y «seudomedios de los bulos» (Marisu y la ganadería de los dos Óscar dixit) que trabajan sin reposo para liquidar el ilusionante proyecto del Gobierno «progresista y feminista» (últimamente adjetivado también como «puterista» por algunos malignos observadores).
A raíz de la cacería política «ultra», la alegre emprendedora y el meditabundo virtuoso de la batuta se han quedado en el paro obrero. En estos momentos, sus únicas actividades conocidas se desarrollan en los juzgados, en calidad de imputados. Curioso: de repente el mercado laboral se ha olvidado de dos profesionales por los que antes se desvivían la mayor universidad de España, una diputación y multinacionales varias. Ante este panorama, confieso avergonzado que me ha surcado la mente una pregunta execrable: ¿No ocurrirá acaso que ambos personajes fueron promocionados por sendos dedazos presidenciales y que sin el enchufe trifásico del Líder Supremo son incapaces de rascar pelota en el mercado laboral?
Hoy Sánchez se verá obligado a comparecer en el Congreso ante los escándalos del caso PSOE. Sus leales anuncian que el presidente presentará una gran batería de medidas contra la corrupción, muy dolido con los pícaros traidores que anidaban emboscados en el PSOE abusando de la proverbial bondad e inocencia de Mi Persona. Ya ven: Sánchez luchando a brazo partido contra la corrupción. Algo así como si Kim Jong-un presenta un código de buenas prácticas democráticas, o Hannibal Lecter lanza una fundación contra el canibalismo.
A estas alturas –llevamos siete años soportándolo– ya todo está claro: el ególatra que asaltó el poder de la mano de los golpistas catalanes invocando la regeneración democrática ha tolerado y propiciado una montaña de lodo, con corrupción propia suya (nepotismo de manual), en el PSOE y en el corazón del ministerio con mayor capacidad de gasto. Amén de la prevaricación política de comprarse el sillón con una amnistía que liquida la igualdad entre españoles.
¿Medidas contra la corrupción? Dimita y convoque elecciones. No existe mejor lejía.