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HorizonteRamón Pérez-Maura

Sánchez y el guerrillero Petro: la misma cosa

Exactamente igual que Sánchez con Cándido Conde-Pumpido en el Tribunal Constitucional, Petro fichó a un jurista de aparente prestigio, Eduardo Montealegre, para encontrar una fórmula para tener una palanca que le permitiese saltarse la Constitución

Cuando en 2001 el presidente Andrés Pastrana Arango tuvo la generosidad de darme la nacionalidad colombiana por decreto presidencial, un íntimo amigo mío, que no conocía a Pastrana entonces y hoy es íntimo amigo de él también, me dijo: «¿Y para qué quieres tú la nacionalidad colombiana?». Después de hacer una exaltación de la Colombia que yo había conocido de la mano de Pastrana y de mi pasión por esa nación hermana, terminé afirmando: «Y nunca se sabe lo que puede ocurrir. No está de menos tener una segunda nacionalidad de un país donde te puedas refugiar.» Qué visión de la jugada tuvo servidor de ustedes. Hoy no sé que está peor.

En las últimas semanas he tenido con Francisco Santos, Pacho para todo el mundo, la discusión de dónde van las cosas peor: si en Colombia o en España. Pacho es un periodista de largo recorrido, que fue jefe de redacción de El Tiempo y columnista de este diario. En 1990 fue secuestrado por los narcotraficantes del cartel de Medellín. En su rescate murió Diana Turbay, también secuestrada y madre de Miguel Uribe, candidato presidencial al que volaron la cabeza el pasado 7 de junio. Entre 2002 y 2010 Pacho fue vicepresidente de Colombia con Álvaro Uribe y después fue entre 2018 y 2021 embajador en Washington. Como es lógico, tiene un conocimiento cabal de la situación en Colombia, que denuncia con argumentos en Semana y en Infobae.com y cree aquello mucho peor que lo que tenemos en España. Yo intento convencerle de que la situación cada vez es más parecida.

Hace justo un mes, el 11 de junio, Petro firmó un «decretazo» para validar una consulta popular sin la autorización del Congreso. Porque Petro ha decidido gobernar sin la cámara legislativa. Exactamente igual que Sánchez con Cándido Conde-Pumpido en el Tribunal Constitucional, Petro fichó a un jurista de aparente prestigio, Eduardo Montealegre, para encontrar una fórmula con la que tener una palanca que le permitiese saltarse la Constitución y hacer reformas sin control democrático.

Montealegre sirvió a Petro el plato que buscaba: una «excepción de inconstitucionalidad» que haría del presidente un garante de la Constitución frente a supuestas irregularidades del Congreso. Es decir, el presidente de la República decide qué es constitucional y qué no. A mí, Petro cada vez se me parece más a Sánchez. Con el agravante de que esa interpretación hace que en el futuro cualquier presidente de Colombia esté por encima del Congreso. Menos mal que el pasado domingo en España, Alberto Núñez Feijóo anunció que él quiere ir exactamente en la dirección opuesta.

Lo que están haciendo el presidente colombiano y el presidente del Gobierno español tiene un contexto muy similar: están intentando hacer trampas a sendas constituciones que tienen un amplio consenso popular. Y lo hacen con mentiras, por la puerta de atrás.

Y, pásmense: en lo que más se parecen ambos presidentes es en denunciar que están siendo bloqueados y se quedan sin herramientas para lo que Petro llama «el salto social». Porque Gustavo Petro, miembro de la guerrilla del M19 que en 1985 asaltó el palacio de Justicia dejando 94 muertos, entre ellos 11 magistrados, cree igual que Sánchez que puede y debe continuar con un «salto social» que no está respaldado por el electorado .

Y, llegados a este punto, no me queda más remedio que decir que quizá haya algo de más nobleza en el presidente de Colombia al que su primer canciller, Ávaro Leyva, un comunista de libro vestido con traje de raya diplomática, ha tildado de drogadicto, alcohólico, e incontinente ante sus necesidades básicas. Petro hace todo esto por ideología. No es demócrata, cree que la democracia le sirvió para llegar al poder, como a Hitler. Pero quiere derribar el sistema desde el poder aceptando que llegue otro de los suyos después. Sánchez sólo quiere hacer todo lo necesario para seguir él en el poder. Para Sánchez, nadie es de los suyos si no le apoya a él.

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