Los juglares festivos
Inolvidables sus versos a Angelita, que terminaba de ser bautizada en la parroquia de la Asunción
Desde el fallecimiento de Amador Villalprado, también conocido por Amable Hidalgo de Paredes, y Lorenzo Guadarrama, se acabaron los poetas festivos de Madrid. Los hay que confunden al poeta festivo con el satírico. Y son polos opuestos. El poeta festivo escribía sus poemas de encargo y los recitaba en bautizos, primeras comuniones, peticiones de mano, y bodas. En alguna ocasión con resultados mejorables. Inolvidables sus versos a Angelita, que terminaba de ser bautizada en la parroquia de la Asunción.
Te envidiarán tus compis del colegio.
Serás la primera en tener novio,
y la primera que reciba un beso
del hombre que ama, en tus labios puros
que hoy piden biberón y chupeteos.
Tus padres están felices con su niña
y yo orgulloso de escribirte versos.
Era niño. Se llamaba Angelito. Los padres de Angelito se negaron a gratificar al poeta, y éste amenazó con denunciarlos mostrándoles su carné de veterano de la División Azul. Los padres de Angelito cumplieron estrictamente las condiciones del contrato. Quince pesetas en negro y gastos de desplazamiento.
Sólo ha existido en España un poeta peor que Amador Villalprado. Don Pedro Boluda, un santo varón murciano del que se ocuparon Jaime Campmany y Juan Manuel de Prada. En determinada ocasión, sus amigos de Murcia le convencieron que su Santidad el Papa Pío XIX, viajaría hasta Murcia para imponerle una condecoración vaticana. Y en Radio Murcia se celebró el acto. Un extra vestido de Papa, le impuso la medalla a don Pedro, y éste, en señal de gratitud, recitó:
de Su Santidad la prueba
de que me lo he merecido.
¡Viva el Papa! ¡Viva Murcia!
y con esto, ya he cumplido.
Y el falso Pío XIX abandonó Radio Murcia conduciendo, con toda sencillez, su «Seiscientos» color guinda.
En el abanico de una taurina coqueta en plena feria de Colmenar-
pero uno sólo te ama.
Yo, Lorenzo Guadarrama.
—Es usted muy amable-
— Son quince pesetas más los gastos de desplazamiento.
—Usted es un sinvergüenza.
—Le advierto que combatí en la División Azul.
—Haberlo dicho antes, héroe mío.
Y de 15 en 15 pesetas, el último poeta festivo de Madrid compró un chalé a las afueras del Foro. Pero nadie le encargó más poemas, y para mantener su casa se vio obligado a sacarle el dinero a su mujer, de altísimas fealdades, pero de cumbrera cuenta corriente.
De vivir ahora intentaría ganarse la voluntad de Sánchez.
sinceramente y sin coña,
que Sánchez ame a Begoña
con estilo y simpatía.
Que se pierdan estas profesiones dicen mucho de lo mal que va España.