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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Calumnia de la repipi

Ha dicho que durante la Transición política «la ultraderecha asesinó a mucha gente». Y deseo saber qué considera la peculiar artista multiusos el número de personas que asesinó la derecha. Sí se sabe los que asesinaron, secuestraron e hicieron desaparecer entre la ETA, el Grapo y el FRAP

Desde que dejó de ser la niña prodigio repipi del franquismo, no ha parado de decir tonterías. Su oquedad de ignorancia no se cubre con una jarra, sino con todo el océano Pacífico, parte del Índico, un sector del Atlántico y los altos del río Manzanares. Canta, baila y actúa. Y sigue actuando, en la actualidad en pos de la mentira que sostiene a la mediocridad. Habla como si sus palabras acompañaran un mensaje o un comentario trascendente, y al cabo de los años le han crecido los dientes al modo borrica, que no es lo mismo que sus tolerados «borroka». Ha tenido mil oportunidades, en sus visitas, galas y el Festival de Cine de San Sebastián de denunciar para demostrar la decencia y valentía de llamar a los criminales por su nombre a los asesinos de la ETA, los mismos que hoy apoyan a su adorado Sánchez, de quien tanto ella, como su juglar, como el intérprete de la balada a Franco, como toda la morralla de la Ceja, dependen. Me pasa con ella lo mismo que con Penélope Cruz. Que las veo, las oigo y me da la risa. Pero últimamente ha soltado una calumnia intolerable. Ella sabe que lo que ha manifestado es una burda mentira, pero millones de electores de la ultraizquierda española, viven, y muy bien, de la farsa y la falsedad.

Ha dicho que durante la Transición política «la ultraderecha asesinó a mucha gente». Y deseo saber qué considera la peculiar artista multiusos el número de personas que asesinó la derecha. Sí se sabe los que asesinaron, secuestraron e hicieron desaparecer entre la ETA, el Grapo y el FRAP casi a mil inocentes, mil familias rotas, y casi doscientos mil españoles obligados a vivir, si deseaban estar vivos, a 500 kilómetros de su tierra vasca. Pero ella es muy olvidadiza. Durante su niñez repipi le encantaba que le dijeran que en las sesiones privadas de cine de El Pardo, Franco y doña Carmen veían con placidez las películas que ella protagonizaba, porque les gustaba comprobar la realidad de los niños-prodigio. Ella, Marisol, Pablito Calvo, Joselito, y demás estrellitas con vocación de constelación. Quizá se enamoró de su juglar astur cuando oyó por primera vez la canción que dedicó al Generalísimo, que más que una canción recordaba a un tubo de vaselina.

En la Transición, que fue muy difícil y en ocasiones excesivamente generosa, la ETA asesino al 90% de sus víctimas, y ese pequeño detalle lo tendría que conocer la calumniadora dentona. Todo vale.

Y las cadenas de televisión, públicas y privadas, se prestan a expandir las calumnias a la espera de los fondos de dinero público que el Estado reparte a cambio de su trabajo sucio. Sin duda alguna, si el ser y sentirse comunista consiste en vivir como lo ha hecho esta mujer, yo quiero ser y sentirme comunista, que más que ideología, es esnobismo cuando se habita en las naciones libres. Son unos desalmados caraduras, almodóvares y bardemes, siempre dispuestos al halago y el olvido de sus delitos a quienes les ofrecen la pasta en contraprestación a sus falsedades. Lo que sí me puede responder la niña prodigio repipi del franquismo es a una pregunta fácil. ¿Cuántos comunistas murieron asesinados por la ETA el Grapo o el FRAP?

Lo tiene usted tirado, Ana Belén.

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