El varapalo a los antitaurinos
La derrota de los antitaurinos muestra la importancia de un movimiento anti-'woke' y por la libertad que la izquierda empieza a temer
Este pasado martes derrotamos en el Congreso la proposición de ley antitaurina promovida por la izquierda. Lo hicimos con los votos del PP, de Vox y de UPN, pero más significativo fue el cambio de posición de última hora del Partido Socialista. Habían promovido y defendido la iniciativa, pero asustados a última hora por las numerosas llamadas de protesta de sus líderes regionales y alcaldes, decidieron abstenerse, lo que permitió la derrota antitaurina. Los antitaurinos sufrieron un varapalo del que dudo mucho se vayan a recuperar.
Y es que lo del martes tiene una vertiente que va más allá del mero debate sobre la tauromaquia. Es el de la versión española de la protesta contra el 'wokismo', o la imposición de principios de la ideología izquierdista radical. El animalismo es uno de ellos, y si lo unes al antiespañolismo de nacionalistas que identifican la tauromaquia con España, tenemos el cóctel completo de las peculiaridades nacionales del 'wokismo' español. Pero, además, la izquierda le suma a todo eso el habitual intento de identificar sus posiciones con la ciencia o con una ética superior, y la consecuencia es el profundo hartazgo de millones de españoles con esta gente. Entre ellos, con los antitaurinos.
Dijo el portavoz de Sumar en su arenga contra la tauromaquia que el toro es un animal domesticado y que es mentira que desaparecería con el fin de la tauromaquia. Ante los rumores y las risas del hemiciclo, nos dijo que lo anterior era ciencia, lo que da una idea de la paciencia infinita y las tragaderas que son necesarias algunos días en los escaños del Parlamento. Pero los antitaurinos también nos muestran que no estamos ante ningún debate científico ni ético, sino meramente político e ideológico. Yo ya he renunciado a debatir intelectualmente con ellos, por aquello de no rebajarme a su nivel. Otra cosa es el debate ideológico que planea sobre esta cuestión.
Sería bueno para la tauromaquia que esto no fuera una cuestión de izquierda o derecha, pero, lamentablemente, lo acaba siendo. El martes fue la extrema izquierda quien lideró a los antitaurinos, y el socialismo el que estuvo a punto de apoyarlos, bien es verdad que con el enfado de una buena parte de sus líderes y votantes. Y si rectificaron a tiempo fue porque se dieron cuenta de que muchos votantes no les iban a perdonar.
Pero hay algo más, y es el movimiento 'anti-woke' y por la libertad que la izquierda empieza a temer. Un movimiento que no tiene estructura ni organización, pero que es poderoso porque está en el ánimo de los ciudadanos. Hay hartazgo y enfado con cada una de las arremetidas de la izquierda radical, ahora asumidas y lideradas por el socialismo sanchista. Y la tauromaquia es un muy interesante ejemplo. Hace no muchos años, había temor a que el movimiento animalista liderado por la izquierda pudiera acabar con ella, miedo a un abandono creciente de la gente ante la ola izquierdista. Y resulta que está ocurriendo justamente lo contrario. Hay cada vez más jóvenes en las plazas, pasión por los toros, y una firme idea de reivindicación de la libertad, y, atención, de nuestra identidad.