Una voz para la eternidad

Fue un día triste para el deporte español. El apagón de causas desconocidas que nos sumió en la más absoluta negrura el lunes pasado, ha vuelto a reaparecer de forma perversa para llevarse a uno de los grandes. José Ángel de la Casa fue el que, sin querer, nos introdujo el deporte en casa. Retransmitió seis juegos olímpicos, varios mundiales y, sobre todo y por encima de todo, nos trajo a la Selección Española. Mis células grises todavía recuerdan, como si fuera ayer mismo, el apoteósico partido de España, 12 - Malta, 1, que sirvió para nuestra clasificación para la Eurocopa de París'84. Uno a uno voy recordando los cuatro goles de Santillana, los cuatro del «Poli» Rincón, los dos de Maceda, el de Sarabia y, por último, aquel emocionado grito desgarrando el micrófono cantando el gol de Señor, como si de otro aficionado más se tratase.

La política no existe. Ese día, un periodista como los que ya no se hacen, copa las portadas de los noticiarios. Hoy, despedimos con lágrimas a un locutor empedernido, apasionado del deporte y excelso periodista. José Ángel de la Casa, otra de las patas del sillón donde me asiento —y como yo, otros muchos— nos ha dejado, eso sí que es una verdadera tragedia. Descanse en paz, maestro.