Tragicomedia española

Estamos viviendo unos días donde todo parece precipitarse. Con un presidente desaparecido en combate, que no da la cara, que vive escondido en el palacio de la Moncloa. Los ciudadanos vivimos sobresaltados y expectantes acerca de lo que pueda acontecer. Si van a aparecer otros personajes y situaciones que dejen al genio de Berlanga en paños menores. ¡Qué cierto es que la realidad supera a la ficción!

Hace más de treinta años que no vivimos una situación parecida. Ni siquiera hubiéramos podido imaginar que volvieran personajes tipo Ruiz-Mateos u otros muchos que poblaron los medios de comunicación en los años noventa. Mitad trágicos, mitad cómicos en un país como el nuestro predispuesto a la tragicomedia desde Lope de Vega y Miguel de Cervantes.

La principal consecuencia de todo esto es que nos llenemos de dudas y preguntas difíciles de responder, cuestiones que como podemos ver Sánchez no está dispuesto a resolverlas. Preguntas, entre muchas, como:

¿Podrá superar este país haber sido vendido por siete votos?

¿Por qué se produjo el apagón?

¿Por qué Marlaska no defiende a la Guardia Civil?

¿Por qué se preocupan por los palestinos y no por los saharauis?

¿Por qué los ministros no reconocen sus errores?

¿Pusieron al zorro a vigilar el gallinero del voto por correo?

¿Es consciente el presidente del daño que le está haciendo a la democracia española intentando manipular a jueces y fiscales?

¿Saben los partidos que sostienen al gobierno que a ellos también les pasará la factura la corrupción?

¿Por qué Sánchez no le hace caso a Page y convoca elecciones generales?

Como siempre, estoy seguro de que nuestro presidente nos sorprenderá, convocando las elecciones cuando mejor le convenga. Creo que a él no le entra en la cabeza que pueda perderlas.