¿Nadie va a pagar por las vergüenzas de Ábalos?
La indecencia presente en los 'cuidados' a Jessica con dinero público exige dimisiones inmediatas
Son demasiados los aspectos infames en el «Caso Ábalos», un episodio más de la corrupción ética, estética y ya veremos si también delictiva que acorrala al PSOE y señala muy particularmente a su líder, Pedro Sánchez, autoerigido heraldo de la regeneración y en realidad beneficiario o inductor de la oscuridad más lúgubre.
Entre esas escenas, una resulta especialmente indignante y las resume todas: la obscena contratación en dos empresas públicas de la «novia» del dirigente socialista, sin necesidad de acudir a su puesto y con una remuneración que se niegan a precisar, es una agresión al ciudadano y el empresario que soporta una inmensa presión fiscal, se esfuerza en interminables jornadas laborales y no tiene nada asegurado.
La «pareja» de Ábalos, elegida en un catálogo de profesionales del sector llamado eufemísticamente de «relax», vivió a un ritmo propio de un millonario, bajo la sospecha fundada de que su patrocinador lograba financiarla gracias a su participación en una trama delictiva, íntimamente ligada con su partido y su Gobierno.
Y además de eso, lograba ingresos de las arcas públicas, con una nómina que le regalaron y nadie tuvo la decencia de controlar, en el país de Europa con una de las mayores tasas de paro total, femenino y juvenil.
No basta con repudiar los hechos ni con esperar a sus consecuencias judiciales. El respeto a los ciudadanos exige explicaciones y la inmediata asunción de responsabilidades. Desde luego en esas empresas públicas, pero también en ese Gobierno cuyo presidente tuvo en Ábalos a su hombre de confianza y mantiene como sucesor a Óscar Puente, autor de unas supuestas «auditorías» que no encontraron nada sucio en este formidable lodazal.