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En Primera LíneaMariano Gomá

Luis, Luisa, Luise. Vamos creciendo

No entiendo, la verdad, por qué nos hacen eso en vez de dejarnos jugar a la pelota, a Supermán, o a vestir y peinar muñecas, dibujar con colores, o simplemente no hacer nada

Actualizada 02:01

Teniendo en cuenta mis primeras impresiones que ya expliqué voy creciendo en mi pequeña familia de dos mamás e iniciando la primaria escolar una vez superado el período de guardería. La verdad es que sigo sin entender nada de nada porque a mí lo que me gusta es jugar, dibujar, reírme, saltar y dar volteretas, sin embargo dedicamos bastante tiempo a cosas raras porque los profesores-as-os nos dicen que es bueno para nuestra formación.

Quizás tengan razón. En la clase con los compañeros sin que nos importe saber si somos niños, niñas o niñes, pues tan solo nos diferenciamos en el pelo largo o corto, falda o pantalón a veces y que hacemos pipí, unos de pie y otros sentados, nos explican algo que se llama masturbación, que es como tocarnos nosotros mismos o con otros nuestros pitorros o rajitas para ver qué nos pasa.

A mí personalmente no me pasa nada más que me canso sin que ocurra nada y creo que a todos los demás igual, pues, aunque me gusten Mickey y Minnie Mouse, D'Artacán, Mario, Nintendo y los juegos de la tablet, eso no produce ningún efecto en mi pitorro ni en el de nadie. Eso de la masturbación me parece un poco insulso y además con una mano puesta ahí, ya no puedes hacer nada más, ni correr ni jugar a la pelota.

Hablan constantemente del género o de los géneros, de su importancia social o política, pero la verdad es que me parece muy aburrido. Además, el otro día en clase el profesor Isabel, el de la barba, le dijo a un amigo que no estaba atendiendo. Tú eres del género tonto, y ando yo muy confundido con eso de tantos géneros que no entiendo ni sé lo que son porque finalmente el único que sí entiendo, me hace gracia y nos reímos todos, es el del género tonto.

Insisten en que nuestros géneros biológicos son los que marcan lo que somos o lo que seremos, pero a mí lo único que por ahora me marca son las costumbres de mis mamás a que me lave los dientes, no moje las sábanas y coma mucho porque tengo que crecer. Creo que lo que me tenga que crecer ya crecerá, por arriba o por abajo, pero mientras, quiero seguir jugando al balón y pintar con lápices de colores sin tener que andar toqueteando lo que tengo, lo que tienen los demás o que me toqueteen los barbudos profesores.

Con dos o tres de la clase pensamos que eso de la masturbación debe tener algún secreto porque a nosotros no nos pasa nada ni nos sube nada por lo que hemos decidido hacer la prueba buscando cosas que nos puedan gustar. Se nos ha ocurrido que por Navidad iremos a una tienda de juguetes, nos sentaremos delante de los que nos gusten y dale que dale al pitorro a ver si pasa algo con la magia de la Carta a los Reyes Magos. Pero hemos pensado hacerlo en secreto no sea que nuestras madres, padres y profesores, peludos unos y otros no, se enfaden y nos castiguen a ser otra cosa de lo que somos o a masturbarnos todo el rato de cara a la pared con orejas de burro, burra o burre.

Tal vez tengamos que pensar seriamente el tema de género, pero del género tonto porque si hay otros géneros, no sirven para nada o al menos nadie me sabe explicar por qué los niños o las niñas o les niñes somos género como mercancías o condimentos para la cocina, sin embargo, sí entiendo lo que es un tonto y si ser tonto es un género también, pues bien.

Ilustración: infancia, educación, familia, niños, woke, manipulación, igualdad

Lu Tolstova

El otro día vino por primera vez a clase un niño negro, con la piel negra y unos ojos muy grandes y negros. El pobrecito, pues no sabíamos si era pobrecito, pobrecita o pobrecite de lo rizado que tenía el pelo, estaba muy asustado viéndonos pasear a su alrededor, pero se puso a llorar mucho cuando lo pusimos sentado y empezamos a averiguar todos a la vez si tenía pitorro o no. Cuando se lo encontramos y lo empezamos a pellizcar, resultó que también era negro, pero tampoco crecía.

Bueno, allí aprendimos que aparte del género tonto había el género negro, con lo cual vamos viendo que los géneros cada vez son más, incluso llegarán a ser más que nosotros en clase.

A mi es que me parece que estos mayores que nos cuidan y nos dicen lo que tenemos que hacer, los primeros que no lo saben son ellos, ellas o elles (no confundir con la doble ele de escribir), tienen una empanada mental como dice una de mis abuelas y no saben lo que nos tienen que enseñar, y claro, no dicen ni nos enseñan más que tonterías.

Ahora nos han anunciado que pronto nos enseñarán algo que se llama hormonación o bloqueadores de la pubertad. Solo con esos nombres tan raros ya me da miedo.

Y volviendo a la masturbación, a mi pitorro por mucho que lo froto no le pasa nada y cuando nos ponen a frotar sentados en el corro de la patata solo parecemos como un grupo de muñecos que menean sus manos como aquellos juguetes hasta que se les acaban las pilas.

No entiendo, la verdad, por qué nos hacen eso en vez de dejarnos jugar a la pelota, a Supermán, o a vestir y peinar muñecas, dibujar con colores, o simplemente no hacer nada.

Continuará...

(He vuelto a dedicar a Irene, Ireno, Irena Montero porque con lo importante que es, supongo que ella debe de saber mucho de temas de masturbación en su numerosa familia incluidos hijos, hijas o hijes).

  • Mariano Gomá es presidente de Foro España y España Cívica
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