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27 de abril de 2024

En Primera LíneaMariano Gomá

El viejo y Mr. Smith

Tenemos hoy día un escenario tan surrealista como que estamos gobernados por unos ludópatas de la cascada de monedas tragaperras a los que les importa un rábano España

Actualizada 01:30

Mi ya antigua y compulsiva afición por la lectura me empuja a devorar libros de variada temática, salvo excepciones como los ya más que decadentes y entregados al poder, Planeta, que abominaría José Manuel Lara si abandonara su descanso eterno, o aquellos insufribles que ya no escribe ni quién los firma.
Al hilo de la nueva y controvertida película sobre Napoleón, he repasado las varias biografías que tengo y desde muy diferentes ópticas coinciden en la mente del emperador que es un auténtico loco al igual que parodiamos siempre a aquellos locos que se creen Napoleón.
Ello me invita al maravilloso recuerdo de una verdadera perla de libro titulado El Viejo y Mr. Smith de un superdotado Peter Ustinov en el que nos invita a asistir a un descenso a la tierra de Dios (El Viejo) y el diablo (Mr. Smith) para constatar el modus vivendi de sus habitantes y, por tanto, sus discípulos. Como es lógico nada más aparecer van directos a la cárcel por registrarse en un hotel sin documentación y pretendiendo pagar en sestercios.
Después de varios altercados de convivencia y ante la imposibilidad de control policial, pues simplemente desaparecen tras los barrotes, les encierran en un hospital psiquiátrico de alta seguridad en donde se produce una hilarante escena en la cual cuando el viejo contundentemente afirma «I am God» ( yo soy Dios), los psiquiatras con gran sorna le contestan que en el centro hay varias personas que se creen Dios, a lo cual con visible enfado y malestar les dice. «¡Es que yo no me creo que soy Dios, es que yo lo soy. Yo soy Dios!»
Ilustración sanchez

Paula Andrade

Napoleón es el pasado y por tanto se tiene derecho a parodiar su vida, personalidad y egocentrismo de ser y creer ser Napoleón, pero mucho me temo que hay otros que son el presente y esperemos que en un corto futuro nos ofrecerán un espectáculo divino en el que se presenten a la humanidad como los nuevos dioses, encarnados en la tierra como la auténtica trinidad entre Ramsés II, Zeus y el Ser Supremo de la Capilla Sixtina, ofreciendo su divina providencia a los mortales que somos nosotros. Mis respetos, Sr. Sánchez.
En España no sé muy bien si por nuestra cultura profundamente mediterránea sometidos a las divinidades egipcias, griegas, romanas, cristianas, católicas y vaticanas, tenemos tendencia a crear y creer en deidades que siempre acaban siendo sombras, nebulosas o simplemente auténticos estafadores que acaban en fiascos efímeros y falsos.
Y por ello parece mentira que los ciudadanos que hace ya casi medio siglo vivimos en democracia y por los centros de poder, instituciones y gobiernos hemos visto desfilar una caterva de líderes de pelaje carácter y maneras muy dispares, ahora estemos asistiendo, soportando y muchos aplaudiendo la actuación teatral de una persona, Su Persona, que un día se nos viste de Sir Lawrence Olivier, otras de Jack Nicholson y hasta se atreve con incursiones en la humorística realidad de Groucho Marx (no confundir con el otro).
Quizás es posible que tengamos una auténtica masa de estómagos agradecidos, chupatintas, rompevisas o compradores de entradas de reventa con precios de marisco que viven y disfrutan de lujos inalcanzables para ellos y jamás soñados, pero nunca hubiera imaginado que fueran tantos. Tenemos hoy día un escenario tan surrealista como que estamos gobernados por unos ludópatas de la cascada de monedas tragaperras a los que les importa un rábano España, una banda de asalta caminos que quizás no hayan entendido todavía el comunismo y finalmente una sección de dinamiteros que pretenden volarlo todo para después rapiñar en los escombros los desperdicios que queden, si queda algo. Y claro, a ninguno de ellos les importa otro rábano España.
La pregunta es fácil. ¿Y dónde estamos los españoles? En la cancha de juego evolucionan a su aire los dioses, los cacos y los ciudadanos.
¿Tiempo y resultado?
  • Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica
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