Devolver la libertad al sector privado
Como persona me parece irresponsable seguir viendo cómo se reducen progresivamente las rentas disponibles de los ciudadanos y no hacer nada. Es necesario, y hasta una obligación moral, exigir políticas ultra liberales que hagan crecer las rentas disponibles
Especialmente en España, pero también en el resto de Europa, los ciudadanos nos vemos obligados a soportar la presión de una superposición de estructuras políticas, administrativas y regulatorias. Nada más salir de casa topamos con el ayuntamiento que nos «facilitará» la vida limitando con sus normas la movilidad y otras cosas cotidianas. Por encima están las comunidades autónomas que cuentan con sus propios órganos legislativos. Luego el Gobierno central y el Parlamento de la nación. La Unión Europea también se pone las botas a legislar, a iniciativa de la Comisión, en el Parlamento Europeo. Normas, leyes y más leyes que caen pesadamente sobre los hombros de los pagadores de la mega estructura. Aquí todo el mundo legisla pero no lo hacen porque exista una demanda social sobre cualquier cuestión, no; lo hacen con base en inventados y artificiales criterios de unas pseudo-ideologías sin fundamento moral o filosófico.

Además de las miles y miles de normas encaminadas a dirigir y gobernar nuestras vidas, van surgiendo innecesarios organismos y chiringuitos encargados de implementar las nuevas disposiciones y vigilar su cumplimiento. Como consecuencia las administraciones crecen y crecen como también lo hace el coste de las mismas. Para su mantenimiento se recurre al aumento de la presión fiscal, déficit y deuda pública.
De las últimas elecciones en Alemania se suele resaltar el gran crecimiento de AfD y, en efecto, es relevante y reseñable. Pero también se produjo otro llamativo acontecimiento como fue que el Partido Liberal se quedase fuera del parlamento, no consiguió representación parlamentaria. Los partidos tradicionalmente llamados liberales han retrocedido claramente, basta ver su situación en el Reino Unido o Alemania, por ejemplo, o su ausencia en España. En el Parlamento Europeo el grupo Renovar Europa sustituyó al histórico grupo parlamentario liberal ALDE en 2019. Y este nuevo grupo, supuestamente liberal, bajó fuertemente en las elecciones del 2024. El fenómeno merece algunas reflexiones. ¿Significa que el liberalismo está desapareciendo? Para nada, significa que se está adecuando a las circunstancias y que se está renovando. Lo que está a la baja es el llamado centrismo que asumía incluso, incomprensiblemente, algunos planteamientos socialistas.
Para la ideología liberal el mejor Estado es aquel cuyo tamaño sea lo más reducido posible, o exagerando, aquel Estado que no existe. Por ello, parece lógico que los votantes vean una gran incoherencia en predicar por un Estado reducido pero colaborar y participar en la súper estructura que nos oprime y en su crecimiento. Es normal que los votantes liberales no nos veamos identificados con el papel representado por quienes utilizan ese apelativo pero no ejecutan políticas de ese tenor. En España tan solo Vox se aproxima a ese objetivo de reducir las estructuras políticas y administrativas a todos los niveles.
Adicionalmente, los ciudadanos vemos como sí que es posible y realizable la liposucción de estamentos gubernamentales. Lo estamos viviendo con Milei, con Trump o en la Italia de Meloni. Esos ejemplos animan al votante cansado de mantener tanto inútil y caro «establishment» nacional e internacional a iniciar el consiguiente proceso de rebelión; proceso que ya tuvo su versión literaria en «La Rebelión de Atlas» de Ayn Rand. Una rebelión que devuelva la economía, la iniciativa y la libertad al sector privado.
Entre nosotros padecemos un paquidérmico Estado que ha posibilitado que un solo sujeto de irrefrenable soberbia controle y decida arbitrariamente en el Gobierno, Tribunal Constitucional, Fiscalía, Banco de España, comisiones regulatorias, amnistías, deuda, impuestos, medios de comunicación, energías, pronto en las instrucciones judiciales, y también sobre elementos que debieran ser de carácter privado como la educación, las empresas o las OPA y que además desprecie al parlamento. La democracia y la libertad han desaparecido en el laberinto de las administraciones públicas y la híper regulación y sólo se podrán recuperar con una reforma profunda de nuestro sistema político que incorpore grandes dosis de liberalismo a ultranza.
En Europa vemos el fracaso de la «eco socialdemocracia sostenible» asfixiante en lo legal y normativo y también en el intervencionismo que infecta mercados con aranceles económicos y regulatorios, que lastra las economías de los países miembros, la de sus industrias y las de los ciudadanos cada vez más empobrecidos. Una supra organización gubernamental que para financiar los déficits pretende acceder al dinero de los europeos mediante esas cuentas trampa llamadas «euro digital» e incluso, ya se habla de ello, penalizando y limitando el ahorro. «Euro digital» que significará el reconocimiento del fracaso y el comienzo del fin de la UE. Ante este panorama nacional y europeo tan intervencionista es normal que el absoluto y verdadero liberalismo se convierta en el arma lógica de los votantes.
Además de costosas, esas súper estructuras de gobierno son ineficientes y dañinas. Véase el COVID, la dana, las renovables, apagones, trenes, Barajas, menas, la historia interminable de los miles de trámites administrativos… Nadie tiene por que renunciar a sus derechos de que el país funcione y a que le devuelvan el dinero, la libertad y su proyecto de vida.
Decía el ya mencionado en otras ocasiones profesor Hayek, que «lo único que la democracia moderna no soportará sin deshacerse es una reducción sustancial de los niveles de vida en la paz o, ni siquiera, un estancamiento prolongado de la situación económica». Además de la insoportable presión regulatoria lo del estancamiento es algo que ya está ocurriendo en Europa, y por supuesto en España, por lo que hay que remarcar las palabras «sin deshacerse». El nuevo súper liberalismo tiene que servir de cauce para canalizar las demandas de las reformas que reclaman las sociedades actuando en democracia, evitando que el descontento aterrice en movimientos que pueden deshacer las democracias al no tener nada que ver con ellas y sí con el populismo. La rebelión del nuevo súper liberalismo, insisto, ha de devolver la economía, la iniciativa y la libertad al sector privado.
Termino con una última reflexión. Como persona me parece irresponsable seguir viendo cómo se reducen progresivamente las rentas disponibles de los ciudadanos y no hacer nada. Es necesario, y hasta una obligación moral, exigir políticas ultra liberales que hagan crecer las rentas disponibles. ¿Por y para qué? Pues entre otras cosas para que nuestros jóvenes de hoy sean mañana más libres; libres para poder decidir, por ejemplo, si así lo desean, tener hijos, mantenerlos y educarlos.
- José Antonio García-Albi Gil de Biedma es empresario