Yo soy la Justicia
El Rey serio, ni una sonrisa durante el acto. Arteramente el Gobierno le utiliza. Ahora le enviará a China, me temo que enmascarando un apoyo a los negocios de Zapatero; ignoramos de quién más. Pero todo se sabrá. ¿Qué opinará Trump? Huawei al fondo. Sánchez no, pero el Rey es el genuino representante de la nación
El título es de una película protagonizada por Charles Bronson, un actor forzudo y valiente, cualidades que no atesora nuestro presidente, más bien delicado y cobardica. Abandonó Paiporta asistido y en volandas; le lanzaron un palo que le pasó a más de un metro. En la tele a sus órdenes, que pagamos todos, aseguró a la nada incisiva entrevistadora la inocencia de los imputados en su entorno e insultó a los jueces que instruyen sus causas. Es el «yo soy la Justicia» de Sánchez que ya consideró suya la Fiscalía.
La apertura del Año Judicial tuvo mucho mayor interés que sus precedentes. Era esperada la intervención del fiscal general del Estado, García Ortiz. No defraudó. Asumió las circunstancias que rodeaban su presencia porque cree «en la Justicia y en las instituciones que la conforman y cree en el Estado de derecho y en la independencia e imparcialidad del Poder Judicial». De ser cierto hubiese dimitido para defenderse, como tantos altos cargos, evitando la anormalidad de que la acusación en su proceso la asumirán fiscales subordinados suyos. Sánchez necesita ese muro de contención.
El discurso de García Ortiz estuvo salpimentado de tics ideológicos. No olvidó, sin venir a cuento, elogiar a la Asociación de Juezas y Jueces para la Democracia «contra el Estado totalitario». El nombre es una cursilería ideologizada; no existen Colegios de Abogadas y Abogados, ni de Ingenieras e Ingenieros, por ejemplo. Hay que saber castellano. Fue a la única Asociación que citó, olvidando a las demás. Acaso porque las otras pidieron su dimisión. Nombró a algunos promotores de esa asociación: Clemente Auger y José Antonio Martín Pallín, los animadores de la última absurda querella contra el Rey padre, que no fue aceptada al haberse archivado en ocasión anterior. Supongo que la mención no haría feliz al Rey. ¿O era una advertencia?
Tras citar a esos juristas ya jubilados, el procesado fiscal general del Estado defendió una «justicia democrática». Lo enfatizó. Revela su concepción de la Justicia. Justicia y democracia son conceptos distintos. La democracia es cuantitativa. La imposición de la opinión de la mayoría, ese «abuso de la estadística» que diría Borges. La Justicia busca la verdad, no por ser la opinión de unos sobre otros. La Justicia no es democrática, es justa. Un acusado es culpable o inocente porque se encuentran, o no, pruebas que demuestran su culpabilidad o inocencia.
El fiscal general del Estado no confía en la Justicia. Sabe que hay pruebas para condenarle, pero se aferra a los apoyos parlamentarios del Gobierno que le nombró y que le sostiene y, en último caso, vislumbra al fondo la imagen de Conde-Pumpido, el apañador. Insiste en esa «Justicia democrática» porque para él lo conveniente no es la Justicia sino el peso numérico. Así entiende la Justicia el Gobierno más autoritario e intervencionista que hemos conocido. Que a García Ortiz le salven los amiguetes. El Rey padre padece destierro sin tener ninguna cuenta pendiente con la Justicia y, mientras, el fiscal general del Estado en la presidencia del acto inaugural del Año Judicial ante quienes le juzgarán ya muy pronto. Y repite «yo no soy la persona, soy la institución», arrastrando por el barro a toda la Fiscalía.
La intervención de la presidente del CGPJ y del Supremo, Isabel Perelló, fue monocorde, sin ganas, entrecortada, con la mirada hacia abajo. Una ocasión ingrata para ella. Tenía que apuntalar que, pese a proceder de Juezas y Jueces para la Democracia, profesionalmente defendió siempre su independencia ideológica. Condenó los ataques a los jueces de Sánchez y miembros de su Gobierno: «Son totalmente inoportunas y rechazables las insistentes descalificaciones a la Justicia provenientes de poderes públicos. Socaban de forma directa la confianza en la Justicia al tratar de interferir negativamente en la consideración de los ciudadanos en los jueces». Figuraba en la presidencia el ministro Bolaños, uno de los fustigadores de los jueces, al que García-Ortiz masajeó alabando el proyecto gubernamental de encargar la dirección de la investigación judicial a la Fiscalía.
Perelló, contraria al masaje del fiscal general del Estado, opinó que «el aumento del número de jueces no puede supeditarse al incierto devenir de determinadas iniciativas legislativas». Advirtió que «no puede hacerse en detrimento de la calidad y la formación que exige la función jurisdiccional». Y pidió «la objetividad, la publicidad y la transparencia en las pruebas de acceso como garantía de independencia». Consideró un retroceso las reformas que apoyó García Ortiz
Otros posicionamientos de Perelló: «los jueces no recibimos órdenes ni instrucciones de nadie en el ejercicio de nuestra función». «Que no se nos someta a presiones externas ni se erosione la credibilidad de los tribunales con juicios de oportunidad política». Insistió: «sólo un tribunal puede declarar el error de un juez». También hubo mensajes para García-Ortiz: «la Justicia garantiza la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley que da a todos el mismo trato sin distinguir quienes sean los afectados». Y «cada cargo público es responsable de sus actos». Resumió: «Si no hay independencia judicial no hay Estado de derecho».
El Rey serio, ni una sonrisa durante el acto. Arteramente el Gobierno le utiliza. Ahora le enviará a China, me temo que enmascarando un apoyo a los negocios de Zapatero; ignoramos de quién más. Pero todo se sabrá. ¿Qué opinará Trump? Huawei al fondo. Sánchez no, pero el Rey es el genuino representante de la nación.
Juan Van-Halen es escritor es académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando