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en primera líneaJuan Van-Halen

Ocurrencias por encima de la ley

¡Hamás, grupo terrorista, defendiendo motivos humanitarios! El mundo al revés. Aunque nadie se acuerde de ellos, los tripulantes del «Furor» están en riesgo. Y son españoles que no tendrían que afrontarlo si las decisiones se tomasen desde la sensatez

El general de división en la reserva Rafael Dávila Álvarez es buen amigo. Sigo sus escritos desde que leí su primer libro, «La guerra en el Norte», y frecuentaba su blog generaldavila.com; acumula cinco millones de visitas. Nunca le comenté el aliciente para seguirle: descubrí en un boletín zurdo que dos personajillos, sin más relevancia ni más nombre que el de su bautismo, le consideraban «filofascista», «filonazi», «negacionista», «ultraderechista» y «que en Alemania estaría en prisión» a cuento de su libro. No saqué yo esa impresión; es una obra importante. La cuestión era que les molestaba que le diesen cancha; cito: «En La Sexta, Antena 3, El Confidencial, El Mundo, 20 Minutos o la editorial La esfera de los libros». Estos dos tipos eran envidiosos y censores vocacionales, además de no saber Historia; sólo su catón ideológico.

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De familia de larga tradición militar, el general Dávila siguió una brillante carrera: ayudante de campo del Rey Don Juan Carlos, coronel de la Guardia Real, general jefe de la Brigada Rey Alfonso XIII de la Legión, jefe de Tropas de Canarias, y jefe de la Primera Subinspección del Ejército (Madrid), entre otros muchos destinos. Me refiero a mi amigo el general porque ha escrito, a mi juicio, los mejores y más ponderados análisis sobre los últimos acontecimientos relacionados con la guerra en Gaza, su desarrollo y sus posibles consecuencias, incluso las que podrían resultar más adversas, pero no más impensables. Aconsejo leerle.

Al haber tenido en la familia 25 marinos siempre me preocupó y me preocupa la Armada. Me refiero a la última machada de Sánchez: el envío de un buque de guerra, el «Furor», como apoyo o acompañamiento de la llamada «flotilla de la libertad», con la presencia, entre otras celebridades de Ada Colau, ansiosa de recobrar protagonismo, y Greta Thunberg, ya no precisamente aquella niña; las dos de oficio activistas. El País tituló: «Zarpa desde Cartagena el buque de guerra que asistirá a la flotilla de Gaza en caso de agresión». Vaya titular. ¿En caso de agresión? Dependerá de las reglas de enfrentamiento (ROE) de la misión. Confío en el buen sentido de la Armada, no en el presidente que se mete en todos los charcos.

La flotilla es una iniciativa particular; no justifica esa respuesta de la Armada. Y menos en momentos allí muy difíciles. Palestina no es un Estado, no tiene aguas propias; son de Israel. Pero esa «flotilla» quiere llegar a Gaza y han declarado que no cederán. En situación de guerra podría producirse alguna reacción indeseada que implicase a España. Otro yerro del indocumentado presidente. Una ocurrencia de Sánchez sobre la marcha para producir un titular en Nueva York. Lo lanzó sin valorar las consecuencias, como suele hacer, e incumpliendo la ley, también como suele hacer. Incumplió la Constitución cuando nos encerró por la pandemia, según el Tribunal Constitucional; no lo presidía el sumiso Conde-Pumpido, que entonces presentó voto particular,

Sánchez tampoco cumple la Constitución al no presentar los Presupuestos, los apruebe el Congreso o no. Y ahora, al enviar un buque de guerra a una zona de grave riesgo, incumple el artículo 17.1 de la ley de Defensa Nacional que exige la autorización del Congreso de los Diputados. Si Colau, Thunberg y sus compis caen en el histerismo, lo transmiten, e Israel actúa legítimamente en sus aguas, no sé qué veríamos. El pánico del activismo radical acaso para Sánchez merezca una guerra. Además, justificaría no convocar elecciones. Menudo chollo. Pero Sánchez consulta sus ocurrencias consigo mismo, y los dos llegan siempre a un acuerdo. En 1967 Israel atacó al USS «Liberty», buque estadounidense de supuesta «investigación técnica» y hubo 32 muertos en su tripulación. Y era de su principal aliado. La ministra de Defensa, el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) y el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA) ¿lo han pensado bien? El «Furor» no es un buque de investigación sino de guerra, con un cañón y ametralladoras, por cierto, de patente israelí. ¿Por qué el ocurrente Sánchez recurrió a la Armada y no a salvamento marítimo o a la Benemérita? Él sabrá y debería contárnoslo.

A primeros de junio un anticipo de la flotilla fue el velero «Madleen», abordado por fuerzas israelíes, sus tripulantes detenidos y al poco liberados. Colau no pidió escolta entonces porque no participaba. No les ocurrió nada, pero por lo que luego contaron parecía que habían estado en un gulag. Bueno, en un gulag no, que eso era como un resort si le preguntásemos a Iglesias, a Yoli Díaz o a Enrique Santiago. Hamás consideró entonces la detención «una flagrante violación del derecho internacional y un ataque contra voluntarios civiles que actúan por motivos humanitarios». ¡Hamás, grupo terrorista, defendiendo motivos humanitarios! El mundo al revés. Aunque nadie se acuerde de ellos, los tripulantes del «Furor» están en riesgo. Y son españoles que no tendrían que afrontarlo si las decisiones se tomasen desde la sensatez.

Me sorprende que la oposición no haya denunciado con máxima firmeza, también en el Congreso, esta peligrosa ocurrencia de Sánchez actuando por encima de la ley, como un Tirano Banderas de pacotilla. Ojalá no ocurra nada, pero si ocurriese sería responsabilidad exclusiva e indeclinable de Sánchez, que debería reconocer, como escribió Milan Kundera: «Sí, exagero. Siempre tengo ocurrencias exageradas. Soy así». Pero no, escurriría el bulto. Es lo suyo.

Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando

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