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en primera líneaJuan Ignacio de los Mozos Touya

Amenábar y «la memoria democrática»

Así que Cervantes no sería ateo, ni hereje pero, eso sí, sería homosexual . ¡Así funciona la llamada memoria democrática!

Act. 02 oct. 2025 - 09:49

Las obras del autor del Quijote brindan un material inagotable para la producción cinematográfica tanto por las historias que cuentan, siempre interesantes y amenas, como por los lugares, los ambientes o paisajes que describe o por la habilidad para penetrar en el interior de los personajes, de forma que cualquier director de cine medianamente hábil sólo tendría que escoger la obra para obtener un gran resultado. Por ello, es para felicitarse el que, por fin, se haya abierto la mina que la imponente obra de Cervantes representa cinematográficamente hablando que otro pueblo más orgulloso de su Historia y sin complejos habría explotado antes. Yo animo desde aquí a que se recree en imágenes el «patio del señor Monipodio » de Rinconete y Cortadillo, ¡tan actual, tan cercano, tan real!

A eso voy, no hacía falta para nada tratar de sembrar la duda sobre la orientación sexual del autor, hubiera bastado con contar la historia del cautivo. Ello revela, en primer lugar, muy poca originalidad al apuntarse a las dudas que cierto revisionismo histórico de tipo feminista de fines del siglo pasado planteó con mayor o menor fundamento a ambos lados del Canal de la Mancha respecto de las figuras también insignes y fundacionales de Shakespeare y Moliere. En segundo lugar, a mi modo de ver, indica muy poca honestidad intelectual en quien pretende darse de auténtico, porque no cabe duda que recuperar a Cervantes y al mismo tiempo sugerir una posible homosexualidad es un reclamo comercial muy fuerte en una época entregada de lleno al chismorreo.

Pero, sobre todo, es intelectualmente deshonesto por peregrino, descabellado, inventado y falta de fundamentos mínimamente creíbles, porque una simple lectura de la obra de Cervantes es suficiente para alejar toda sospecha de homosexualidad: por el lugar preeminente que coloca a la mujer, empezando por Dulcinea, por la admiración por la belleza femenina, por el canto al amor puro y sublime entre un hombre y una mujer enamorados, por las múltiples e inolvidables historias de amor que relata, por la fuerza indestructible del amor entre un hombre y una mujer capaz de sobreponerse a las circunstancias más adversas, ¡cuántas historias de amor o sana amistad y compañerismo relata!

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Lo que ocurre es que lo que leen no gusta. La abnegación, el heroísmo, el valor, la belleza, el «idealismo» de don Quijote o el «realismo» de Sancho, los valores sólidos y bien fundados, sin mojigaterías, que son los valores de una España cristiana o el patriotismo de quien enfermo luchó en Lepanto nada menos que contra el Imperio de la «media luna», no gusta. Ahora bien, antes de «cancelarle» directamente lo que sería impopular y poco hábil, al fin y al cabo Cervantes es una figura universal, cierta izquierda prefiere transformar su recuerdo para hacerle, en un ejercicio de «memoria histórica», digerible o tolerable y convertirle en «uno de los nuestros»: así que Cervantes no sería ateo, ni hereje pero, eso sí, sería homosexual . ¡Así funciona la llamada memoria democrática!

A mí, quienes dicen respetar y defender los derechos humanos, me parece que están pisoteando el primero de ellos: la dignidad de la persona que incluye el derecho a la identidad, es decir lo que uno es, tal como ha nacido, con su propia forma de ser, ni mejor ni peor, ni torcida ni recta, ni buena ni mala, ¡identidad!, que en el caso de Cervantes está fuera de toda duda. Por eso, ante todo, lo que me parece es una enorme falta de respeto a la memoria de un grandísimo español.

Para terminar quisiera precisar cuatro datos para entender el contexto del cautivo Don Miguel: no se pueden confundir «los baños» de Argel con un baño turco, cuando se trataba de una prisión inhumana donde los cautivos vivían esclavizados cargados de gruesas cadenas, tampoco puede olvidarse que Cervantes llevaba encima cartas de Don Juan de Austria que le hacían muy valioso a la hora de pedir un buen rescate o que trabó amistad con una joven musulmana que le ayudó o, en fin, que fueron los frailes «mercedarios» quienes le liberaron.

Juan Ignacio de los Mozos Touya es jurista

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